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jueves, 23 de febrero de 2012

¿Desea usted que sus hijos se conviertan en una hermosa bendición para su familia, para la sociedad y para el mundo?

Restaurando la relación Padres e Hijos


“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra…” (Malaquías 4:6)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 6:4; Salmo127: 1-5

Hoy el mundo mira con gran preocupación lo que está pasando con nuestros jóvenes, cómo los estamos perdiendo, cómo se alejan cada día más de aquellos valores trascendentales y eternos que dan solidez y estabilidad a la vida y a todo tipo de institución establecida por el ser humano. No logramos explicarnos en qué momento nuestros niños y jóvenes están optando por el pandillaje y el crimen, la drogadicción, el homosexualismo y la prostitución, los negocios peligrosos, los juegos violentos, los deportes extremos, y todo aquello que los llene de “emoción”, así sea por un instante, no importando que el precio a pagar sea su vida o la de los demás. Pero lo más grave, es quizá, la impotencia, el desánimo y hasta la indiferencia por la que muchos padres están optando al no tener idea de como hacer frente a la apremiante necesidad que los jóvenes están demandando de una respuesta efectiva a sus grandes interrogantes y a sus insaciables demandas.

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, les dio el precioso privilegio de ser padres, como una de sus funciones en esta tierra. Como Creador del hombre proyecta sobre él su propia imagen, y parte de ésta es que el hombre comparta su maravilloso atributo de la Paternidad. Dios es Padre perfecto, así que también es el único que puede enseñarnos a ciencia cierta, cómo ejercer esta solemne responsabilidad con el fin de conquistar el corazón de nuestros hijos. Si disponemos nuestro corazón para ser enseñados por Dios, para cambiar actitudes y motivaciones equivocadas hacia nuestros hijos, para buscar con todas las fuerzas que el Señor nos da, la reconciliación, el amor y la unidad al interior de nuestros hogares, evitaremos grandes calamidades y profundos dolores y, por el contrario, disfrutaremos de la bendición permanente de salud, prosperidad y paz que Dios ha dispuesto para cada familia sobre la tierra.

¿Desea usted que sus hijos se conviertan en una hermosa bendición para su familia, para la sociedad y para el mundo? ¿Qué se transformen en un instrumento para glorificar a Dios? Le invito a que vuelva su corazón a su Padre Dios, en un amor ferviente y en una obediencia y sujeción incondicional.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre Santo, hoy comprendo la enorme responsabilidad que tengo como padre (madre) de restaurar en el corazón de mis hijos, la correcta imagen de la paternidad, lastimada y distorsionada a causa del pecado que nos volvió egoístas e insensibles. Hoy vuelvo mi corazón a ti y te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, que me des la sabiduría, el discernimiento, la fortaleza, la paciencia y el amor necesario para guiar, orientar, corregir, edificar y formar a mis hijos como tú me indicas, convirtiéndolos en verdaderos olivos de paz y fuente de bendición para el mundo”

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