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sábado, 22 de diciembre de 2012

Un mensaje de esperanza


«Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta» (Mateo 2:5)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Miqueas 5:2-4; Mateo 2:1-12; Lucas 2:1-20

Es sorprendente... los seres humanos perdemos grandes oportunidades de conocer a Dios y disfrutar su trato de amor y su bendición. Los sabios de la época de Jesús, los estudiosos de las Escrituras y, supuestamente, conocedores de las profecías, estaban presenciando el más extraordinario evento de la historia de la humanidad; la llegada del tan esperado Mesías.

Ante sus ojos se estaba dando cumplimiento a gran cantidad de profecías que durante años habían mantenido la fe y la esperanza del pueblo judío. Sin embargo, no fueron diligentes para indagar y comprobar si ese niño de Belén, que había ocasionado el viaje de unos reyes sabios desde países muy lejanos, nacido en el lugar y en las condiciones anunciadas por las profecías, podría tratarse del Mesías anhelado.

Descartaron de inmediato dicha posibilidad, aunque las evidencias señalaban que la profecía se había cumplido. Perdieron la maravillosa oportunidad de contemplar con sus propios ojos al hijo de Dios y extasiarse en la belleza del Salvador del mundo.

Por el contrario, los magos, hombres sabios y de gran riqueza y poder político, atentos a las señales del cumplimiento de las profecías, entendieron al ver la señal, que el tiempo había llegado. Ellos no podían perder semejante suceso. Superando incomodidades, tiempo y obstáculos, viajaron desde países muy lejanos para contemplar con sus propios ojos el milagro de amor más grande que la humanidad hubiera visto jamás.

¡Que bendición tan grande, contemplar el rostro de Jesús, rendirse delante de Él, entregándole los más preciados tesoros!

HABLEMOS CON DIOS:

“Padre bueno, cuántas gracias yo te doy porque no merecía el regalo de tu amor, pero en Jesucristo, lo puedo tener y disfrutar. Qué grato saber que Tú realizaste este plan de salvación para todos los seres humanos, que no te importó entregar lo mejor de Ti para nuestra salvación. Por eso, que sea yo un instrumento fiel para que tu Espíritu siga tocando los corazones de aquellos que no te conocen. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Una genuina búsqueda de Dios


«Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma.» (2 Crónicas 15:12)

PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Crónicas 15: 1-12; 34:31-33

La genuina búsqueda de Dios implica entrar en comunión con Él, disfrutar de su presencia, su amor y de su misericordia. Grandes hombres de Dios; como Josafat, David, Daniel y otros, ganaron sus batallas espirituales con las armas infalibles: la oración y el ayuno.

El hombre fue diseñado para depender de Dios, su formador. Cuando no lo hace, buscará «algo» o «alguien» a quien aferrarse, que le inspire seguridad y fuerza para vivir.

Fuimos diseñados para tener comunión con Dios, como Padre y dueño de nuestras vidas, nuestra alma nunca encontrará reposo fuera de su Presencia, pues allí, es donde son suplidas nuestras más grandes necesidades.

Dios ya tomó la iniciativa de buscarnos, abrió el camino para que lleguemos a Él, ahora, somos nosotros los que debemos tomar la decisión de buscarlo, independiente de cualquier circunstancia, sabiendo que cuando lo hacemos de todo corazón, Él nos sale al encuentro para hacernos bien.

Comprométase con Dios, y las cosas se darán de una manera extraordinaria. Los beneficios de buscar a Dios son grandes:

* Disfrutaremos de paz y protección en medio de una sociedad convulsionada. (2 Crónicas 15:5-7).

* Cobraremos fortaleza y ánimo. Su búsqueda nos permite estar siempre llenos de entusiasmo. (2 Crónicas 15:8).

* Se «repara el altar de nuestro corazón»; no tendremos ídolos, siempre daremos a Él, el primer lugar. (2 Crónicas 15:8).

HABLEMOS CON DIOS:

“Señor, hoy entiendo que necesito de Ti, que cada día debo buscarte como preferente asunto de mi alegría. Llévame a convertirme en una persona que utilice las armas que hicieron tan especiales a aquellos hombres de la Biblia. Te pido que la oración y el ayuno sean en mí vivir, las herramientas a través de las cuales veo tu gloria y tu poder. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.
Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 4 de diciembre de 2012

Perfectos en unidad


“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20-21)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 133

Es claro que la única manera en que los creyentes de todas las épocas serían guardados y la obra del Señor preservada, era a través de la unidad. Que todos fuéramos uno: Todos, unánimes, juntos, en armonía. Pero este proceso sólo puede darse por el Espíritu Santo, y para entenderlo, hay un procedimiento correcto dentro de la pedagogía de Dios:

Primero, la comunión de cada uno de los miembros de la iglesia de Cristo, con Dios, es lo que conocemos como Unidad vertical. Cada uno conectado con Dios, permaneciendo en Él, levantándose por encima de su naturaleza humana y viviendo a plenitud su naturaleza divina, manifestada en amor y servicio. Cada uno, no dependiendo de la opinión de otros, que halagan o critican, pero tampoco cayendo en la trampa del ego. Más bien, cada uno consumiéndose en el altar de Dios, dejando que la escoria se queme, y dejando salir ese oro resplandeciente y puro, que no es otra cosa que el carácter de Cristo o el fruto del Espíritu Santo, el cual me permito recordar: Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza. Este es el fruto, que enriquece, hermosea y hace totalmente completa y benéfica nuestra vida, de tal manera que podamos lograr todo lo que nos propongamos, en el nombre del Señor.

Cultivar esta comunión, es dejarse conquistar por el Señor, para ir a conquistar su familia y su entorno para Dios.

El segundo paso del proceso, es la comunión con el cónyuge (esposa o esposo) con quien se restablece la relación de interdependencia, complementariedad e intimidad. Luego viene la comunión con los hijos, quienes también reciben la acción del Espíritu Santo, haciendo que sus corazones se vuelvan a sus padres en amor, honra y respeto. Pero también actúa en los padres para dar ternura, instrucción y disciplina a sus hijos. Por último, viene la comunión con otras personas, con otras familias.

Es entonces cuando se vive la santa unción expresada en el Salmo 133, la cual trae bendición y vida eterna.

HABLEMOS CON DIOS:

“Padre bueno, dame el poder de tu Santo Espíritu para cultivar mi comunión contigo, con mi familia y con los que me rodean. Así el mundo creerá en Ti y nuestra sociedad tendrá una esperanza verdadera de restauración y paz”.

Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Nuestra segura victoria


“El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; Y en tu salvación !cómo se goza!” (Salmos 21:1)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 21:1-13

Ninguna persona en sus fuerzas, con sus medios podrá lograr la felicidad, más el hombre que coloca su confianza en Dios, alcanza su bendición, la que enriquece y no añade tristeza con ella. El mejor ejemplo lo encontramos en el rey David, quien confió su vida a Dios.

Sin duda alguna, la alegría que se percibe en este cántico de David, es la manifestación de la respuesta a su clamor, pues aunque siempre tuvo que enfrentar enemigos y peligros, nunca perdió su fe, y nunca dejó de encomendarle su vida a Dios.

Siempre tuvo por seguro que su Dios era quien lo defendía, y le daba las victorias. Cuando la Palabra de Dios dice que “era David conforme al corazón de Dios”, está resaltando justamente esa complacencia del Padre con su hijo. David no era un hombre perfecto, pero sí tenía en su ser interior la actitud y disposición de agradar a Dios en todo, y por más duras y fuertes que eran sus luchas, nunca dejó de buscarlo, todo se lo consultaba, y nunca salía a enfrentar las batallas sin asegurarse de que Dios estaba con él. Además, sabía darle el reconocimiento a Dios y siempre cultivó un corazón agradecido.

El Salmo 21, es un canto de alegría por las victorias obtenidas. Es el reconocimiento de un pasado y un presente que han sido guardados por la mano soberana de un Dios de bondad, y la proyección hacia un futuro libre de todo temor e incertidumbre.

Cada día debemos celebrar el poder de nuestro Dios, que nos salvó y reconocer que Él es el único que nos garantiza las victorias duraderas y verdaderas. Todos podemos declarar por medio de Cristo: “Antes, en todas las cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

Cultivemos la actitud agradecida de este valiente rey, su disposición para agradar a Dios, y así también nosotros seremos correspondidos con su respaldo, cuidado y bendición.

HABLEMOS CON DIOS:

“Padre Celestial, me acerco a Ti para suplicarte que cada día me sustentes. Reconozco que sólo tu amor y tu poder me llevan a la segura victoria en todas las áreas de mi vida. Permíteme celebrar cada día que Tú estás conmigo, Amén.”

Lolita Cruz de Chamorro.