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jueves, 30 de agosto de 2012

El amor siempre vence

El amor que nos ayuda a vencer
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:37)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Isaías 43:1-5

¡Qué privilegio tan especial tienen los hombres que depositan su vida en las manos de Dios y se aseguran de ser guiados por Él. Cuando viene la adversidad, llega la prueba, y las circunstancias se tornan difíciles, entonces tienen la libertad para gritar victoriosos: «en todas estas cosas, somos más que vencedores».

Es la herencia, el legado de aquél que ha aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador personal. Comienza a pertenecer a partir de ese momento a la familia real, se convierte en hijo de Dios, y por lo tanto, en «la niña de sus ojos». Ser hijo de Dios es ser heredero de toda bendición espiritual en los lugares celestiales; objeto del entrañable amor y tierno cuidado de Papá Dios.

Para nosotros, sus hijos, la adversidad se convierte entonces en la más grande oportunidad para ver su gloria, y su poder manifestándose a nuestro favor, su fortaleza supliendo nuestra necesidad, y habilitándonos para que lo imposible se vuelva realidad.

Uno de los aspectos más conmovedores de nuestro amado Dios, es el cariño especial que tiene por el débil, el necesitado, el que está solo, y el que se encuentra en alguna desventaja; su cuidado se manifiesta, supliendo cualquier necesidad, y convirtiéndola en fortaleza y bendición.

Todo esto es posible para Aquél que nos amó hasta la muerte, tanto como para llevar en su propio cuerpo nuestro dolor, nuestra enfermedad, para que, de tal manera disfrutemos de toda libertad, salud total y victoria frente a las adversidades.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Padre, en la oscuridad he visto tu luz; en la dificultad, tu ayuda; en la duda, tu respuesta; has sabido convencerme, todo lo que creía imposible, Tú lo has hecho posible. Tu victoria en la cruz, es mi bandera que me motiva a continuar creyendo. Gracias por vencer las adversidades que se me presentan. Enséñame a confiar cada vez más en ti, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 29 de agosto de 2012

El Corazón y la Benignidad


La benignidad empieza en el corazón
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;” (Colosenses 3:12)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Gálatas 5:22-23

La benignidad y la bondad son virtudes valiosas y necesarias, porque ellas prueban el bien del prójimo y nos identifican con el carácter de Dios, porque Él es el único realmente bueno y benigno.

La benignidad procura endulzar afablemente los corazones iracundos con palabras suaves y actos de misericordia, llevando esperanza. Es más, el alma que goza de benignidad es como una lámpara llena de aceite: con el buen ejemplo ilumina a los que van errados, unge con una suave conversación a los afligidos, sirve de medicina mediante sus virtudes al alma áspera, y sobre todo contagia de ese amor Divino y Sobrenatural.

Además, la persona benigna sabe escuchar sin impacientarse por la torpeza de la ignorancia ajena, o por la timidez del que se le acerca; trata sin dureza, sin maltratar, perdonando. La benignidad es lo contrario de la severidad, de la aspereza del malhumorado, o de la frialdad del indiferente.

No tenemos en nuestro idioma el término que exprese apropiadamente el significado de esta palabra: ya que la benignidad, se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en manejar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que siente los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.

Del mismo modo podemos decir que la bondad es muy similar a la benignidad, podemos decir que es el amor en acción. La bondad es una expresión del amor, la cual hace que el alma sea noble y caritativa, inspira al sacrificio y las acciones loables nunca faltan. En otras palabras, la bondad genuina es nuestra respuesta al amor de Dios, como nos lo muestran las Sagradas Escrituras.

HABLEMOS CON DIOS

“Mi Señor, en este día te ruego que me permitas desarrollar en mi vida la bondad, la benignidad y el amor genuino hacia mis semejantes. Gracias porque me has provisto de la cantidad de amor suficiente para que también yo ame a quienes me rodean, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 28 de agosto de 2012

Nuestro Corazón a Dios


Entregando nuestro corazón a Dios
“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y trovare salmos” (Salmo 57:7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 57:1-11


Nos dice la Biblia que Dios revela sus secretos, pero al igual que yo, usted pensará lo mismo; que los secretos sólo se los cuenta o descubre a alguien de entera confianza. ¿Estamos de acuerdo? Pues, bien, lo mismo ocurre con Dios; sus secretos son para sus hijos de confianza. David fue uno de ellos; pero este rey se ganó el corazón de Dios. No mezquinó absolutamente nada, sino que dispuso todo para su Papá. ¿Será que nosotros sí somos capaces de disponer nuestro corazón para entregarlo a Él con prontitud?



La más grande necesidad en el mundo de hoy, es contar con hombres y mujeres que pongan el corazón y den lo mejor de sí en todo lo que hagan, que estén siempre dispuestos, listos, con la mano en el arado, que vean oportunidades en lugar de obstáculos, que presenten soluciones en lugar de quejas, que busquen alternativas en lugar de excusas.



El rey David fue un hombre que vivió con intensidad y con todo su corazón buscó a Dios, siempre estuvo dispuesto a aceptar desafíos, a enfrentar retos, a superar obstáculos por difíciles que estos fueran. Pero, sobre todas las cosas, siempre dispuesto a buscar a Dios con prontitud, con alegría, con profunda gratitud.



El resultado fue una vida prospera y desafiante. Esa misma vida Dios quiere darle a usted, si hoy aprende el secreto de cómo hacerlo: buscar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, confiar en su ayuda en tiempos buenos y en las tribulaciones. Él aquietará su corazón y le dará confianza. Se trate de enemigos o de fuerzas poderosas que se levantan contra nosotros, siempre hay algo mucho más fuerte, y es que Dios tiene total control. Tener victoria en todas las circunstancias no se trata entonces de no tener problemas o circunstancias difíciles a nuestro alrededor, sino de cultivar en nuestro interior, la más poderosa fuerza del universo: la fe en Dios.



HABLEMOS CON DIOS



“Amado Jesús, te entrego mi corazón, estoy dispuesto a hacerlo porque entiendo que contigo, en lugar de obstáculos hay alternativas y oportunidades. Te pido que me enseñes a permanecer fiel, tanto en los tiempos buenos como en los de prueba. Dame un corazón que descansa en tu fidelidad. Amén”.


Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 27 de agosto de 2012

Corazones Agradecidos


Corazones agradecidos
“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecidle, bendecid su nombre”. (Salmo 100:4)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 118:1-29

La invitación del salmista para entrar en la presencia del Señor, es la de llegar a Él con alabanza, lo cual demuestra gozo por estar a su lado, seguido del dichoso reconocimiento de Dios como la fuente de todo bien, a tal punto que tendremos tanto, que estaremos capacitados para dar a otros y enseñarles también a ser agradecidos con nuestro Padre celestial.

La alabanza solo corresponde a Dios, por sus actos gloriosos, los cuales son maravillosos e incomparables. Por eso la Biblia dice: «porque no hay Dios tan grande como Tú». La alabanza nos permite decirle cosas hermosas a Papá Dios, expresiones nacidas de nuestro corazón, además es una forma de hablarle y reconocerle por su poder y grandeza.

Cada día tenemos muchos motivos para agradecerle. La gratitud nos da seguridad, confianza y mayor fortaleza para soportar los tiempos difíciles. Además, nos permite recordar que todo cuanto recibimos, proviene de su mano. La gratitud es característica del hijo que reconoce a Dios en todos sus caminos. ¿Cuántas veces ha agradecido a Dios por la vida que Él le da?

Expresemos hoy nuestro agradecimiento, reconociéndole como Dios y Señor: «Oh, Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra. Has puesto tu gloria sobre los cielos» Ofrezcámosle alabanza, como el salmista, alcemos nuestra voz para decirle: «Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.» (Salmo 8 y 9).

HABLEMOS CON DIOS

“Espíritu Santo, llévame a la presencia del Padre, con un corazón agradecido, no solo por lo que has hecho en mí y en mi familia, sino por todo lo que eres. Quiero permanecer en tu Presencia, pues es allí donde habito seguro, confiado y tengo fortaleza para enfrentar las dificultades y los obstáculos, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 24 de agosto de 2012

La Excelencia de la Sabiduria


La excelencia de la Sabiduría
“Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.” (Proverbios 8:11)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Job 28:12-28

El camino de la excelencia es un proceso que definitivamente requiere de sabiduría para avanzar en la vida y lograr el éxito y la realización tanto personal como profesional. Hablaremos, pues, del valor de la sabiduría; la sabiduría está más cerca de nosotros que de lo que nos imaginamos, no tiene precio, pero sí requiere de esfuerzo y compromiso para lograr alcanzarla.

Las personas por lo general aspiran a obtener muchos bienes materiales que les permiten tener una “calidad de vida” y lograr un status que les brinde comodidad y bienestar. Lo que le da sentido a nuestra existencia es la misión que vamos a cumplir en esta vida y esto implica descubrir quiénes somos y hacia dónde vamos.

El rey Salomón, considerado el hombre más sabio de todos los tiempos, radicó su éxito precisamente en este valor, porque no solo fue un hombre rico materialmente, sino un hombre inmensamente sabio, lleno de grandes realizaciones inspiradas gracias a la sabiduría que le fue dada por Dios.

También es importante entender que la sabiduría la da Dios a aquel que la busca con ahínco y que está dispuesto a entregar su corazón al Señor para un cambio definitivo y radical, pues ser sabio no es adquirir una serie de conocimientos o habilidades, sino es cultivar un corazón recto, sensato e íntegro, que ande en las sendas justas que Dios nos señala. Esto quiere decir que los diferentes ambientes donde nos movemos no pueden ser la excusa para actuar de una manera contraria a la voluntad de Dios y mucho menos para dar un mal testimonio, argumentando que todos lo hacen, siguiendo la corriente de este mundo.

Lo primero que debemos comprender para ser sabios, es la necesidad de buscar a Dios, porque Él es la fuente de todo conocimiento y el origen de toda sabiduría. Una vida rica de oración y meditación en la Palabra de Dios son las herramientas que Él usará para hacernos esos hijos sabios, que como consecuencia, prosperen y tengan victoria en todas las cosas.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Señor, toma mis sentidos y ejercítalos para que pueda entender tu Palabra cada mañana muy temprano, para que sea lámpara a mis pies, que alumbre el camino por donde he de andar. Decido dejar de lado, mi propia sabiduría y te pido Espíritu Santo que me guíes por las sendas trazadas por ti, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 23 de agosto de 2012

Amor Incondicional


El amor incondicional de Dios
 “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 3:14-21

Muchos ya no quieren comer o dormir por pensar en un amor, muchos otros pierden la ilusión de vivir si llegan a perder un amor, muchos darían cualquier cosa, lo que le pidieran, por un poquito de amor. Otros, por el contrario, hacen enormes sacrificios, grandes hazañas y actos heroicos por amor. Sin embargo, estas son sólo concepciones y manifestaciones humanas del amor. Entonces, usted se preguntará ¿Qué es el verdadero y completo amor? ¿Dónde encontrarlo?

Para responder a esta pregunta, debemos empezar por decir que el amor no es un sentimiento, tampoco es una emoción como muchos creen, sino que su esencia misma, es Dios, como lo dicen las mismas Escrituras. Esto nos muestra que cuando le permitimos a Dios actuar en nuestra vida, no solo nos llena, sino que nos da la oportunidad de compartirlo con otros y seguir sintiéndonos igualmente satisfechos, lo cual nos indica que su naturaleza, es espiritual y por lo tanto solo es transmitida por Dios a nuestro espíritu.

No hay amor humano que pueda compararse con el amor de Dios, puesto que el hombre es un ser limitado, finito, y todo lo que él siente o hace, lleva esa marca, mientras que Dios es infinito, inconmensurable, generoso, eterno, y así es su amor. Para comprender mejor este concepto veamos los ejemplos maravillosos que a diario Dios nos da a través de cosas, pero significativas, como la rosa que se abre cada mañana con sus bellos colores para todos los seres que la quieren ver, o como el sol que sale para buenos y malos, o la lluvia que cae para justos e injustos, o como el canto de los pájaros que deleitan a ricos y pobres.

En otras palabras, este amor que viene de Dios, no hace acepción de personas. Él lo ofrece a toda persona sin distingo, sin discriminación. Por tanto, si deseamos vivir una vida extasiada de éste amor, se hace absolutamente necesario aceptar por medio de la fe en Jesucristo, este amor que viene de Dios. El amor de Dios, no tiene que ver con nuestra conducta, tiene que ver con lo que somos ahora para Dios, sus hijos.

HABLEMOS CON DIOS

“Bendito Padre, qué maravillosa ha sido mi vida desde el momento en que te recibí en mi corazón; me diste a conocer el verdadero amor, ese que jamás se agota, que sobrepasa mis fuerzas y mi lógica, ese amor eterno con el que me has amado. Gracias porque hoy te pertenezco y nada podrá separarme de tu amor, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 17 de agosto de 2012

Descansando en ti.


Descansando en Él
"Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros". (1 Pedro 5:7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Marcos 7:24-30

Las dificultades revelan nuestra debilidad, nuestra impotencia y nuestra vulnerabilidad ante situaciones que se escapan de nuestro control. Esto nos lleva a entender que no podemos ser autosuficientes, que necesitamos de Dios. La clave para hallar el descanso es derramar delante del Señor el corazón, confesando aun errores cometidos, colocando delante de Él la queja, lo que nos inquieta, lo que nos duele, nuestra frustración; es entregarse a Dios para que Él venza cualquier dificultad que tengamos; es entender que el único verdaderamente compasivo ante nuestros sufrimientos es Aquel que sufrió hasta la muerte de cruz y en quien tuvimos libre acceso al Padre, al que todo lo puede, al que es el oportuno socorro para nuestra alma.

Sólo el Señor tiene el poder y la autoridad para conocer el estado de nuestra alma, de nuestro corazón; Él sabe muy bien de nuestras angustias y cargas, por eso nos ofrece aliviarlas. Él nos dice: "vengan a mí", lo que significa que siempre estará esperando que nosotros vayamos a su Presencia en oración y sobre todo con la fe y la confianza que Él merece. Sólo Jesús nos hace descansar, de tal manera que nuestra pesada carga se convierte en algo liviano y fácil de llevar. De esta manera se nos abre un panorama lleno de esperanza, donde las aflicciones se tornan en un futuro consolador.

Cuando dejamos que nuestra alma y nuestro corazón se llenen de angustia, cuando acumulamos y guardamos heridas, rencores, malos deseos, miedos; llegará un momento en que no soportamos más, y hasta perdemos de vista nuestra relación con Dios y nuestra posición como hijos suyos. Terminamos apesadumbrados y derrotados.

Descansar en el Señor es una muestra de confianza. Él conoce nuestra senda como lo dice su Palabra, Él lo sabe todo, y no necesitaría que se lo digamos; pero cuando lo hacemos, cuando le hablamos acerca de nuestros problemas, cuando ponemos nuestra vida en sus manos, nuestro corazón recibe alivio, descansa y queda vacío para poder ser lleno del amor de Dios y de su Palabra que nos guía y nos conforta para seguir adelante. Además, en nuestros corazones, ahora confiados y seguros, se producirán alabanzas y acciones de gracias genuinas hacia Dios, porque hemos visto su ayuda y somos conscientes de haber sido alcanzados por su misericordia.

HABLEMOS CON DIOS

"Amado Señor, en esta oportunidad te pido perdón porque muchas veces he sentido ansiedad y miedo. Hoy, a la luz de tu Palabra comprendo que es porque no me he esforzado lo suficiente para conocerte y escucharte. Te entrego en este día, no sólo mis problemas porque Tú si sabes cómo resolverlos y tienes tu método y tiempo perfecto, sino también mi corazón, porque sólo Tú sabes cómo amarlo y hacerlo feliz. Amén".

Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 16 de agosto de 2012

Tu conoces mis necesidades


Jesús conoce mis necesidades
“y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: no llores”. (Lucas 7:13)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 12: 9-14
Jesús conoce nuestro corazón y sabe cómo transformarlo. Él ve el sufrimiento de cada quien y tiene la respuesta para «cambiar el lamento en baile». Él percibe todos nuestros pensamientos y nos enseña y transforma. Conoce a los desamparados del mundo y ofrece su Presencia y ayuda. Cuando ve la enfermedad, ofrece la medicina.
Las preguntas que con frecuencia usó Jesús en su ministerio fueron: ¿Qué quieres que te haga? ¿Quieres ser sano? ¿Por qué lloras? ¿Quién me ha tocado? ¿Por qué teméis? Jesús lo ve y conoce todo y esta es la razón por la cual, puede darnos la ayuda correcta y en el momento preciso. Además, Él nos ama y siente infinita compasión por nosotros. Él se deleita en la verdad, en la justicia y teniendo misericordia de sus hijos. Al hacerse hombre y venir a la tierra, Dios muestra su gran deseo de ayudarnos en aquellas cosas que sólo Él puede hacer.
Hoy en día sigue interesándose por cada uno, como persona, individualmente. Hoy podemos llegar a Él en medio de nuestras debilidades, diciéndole como Pedro le dijo un día: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Juan 6:68). Y así es, Él es el todo de la vida, no hay sustituto ni otro camino. El corazón de Dios, hoy también abunda en compasión por nosotros igual que con la viuda de Naín, cuya situación Jesús asumió como propia, comprometiéndose con la respuesta que esta mujer necesitaba. Su amor siempre se desborda hacia los que le creen y esperan en su misericordia.
Hoy también Dios le está preguntando por sus necesidades, sus sueños y sus anhelos, pues nada de lo que compete a nuestra vida, lo grande y hasta los detalles más pequeños, le son indiferentes. Por el contrario, todo lo de nosotros le importa, y para todo, Él tiene una respuesta. Su deseo es que vivamos una vida abundante y feliz. Recordemos que aún en medio de su muerte en la cruz, cuando vio a su madre se interesó por su dolor y desde la cruz la consoló y la ayudó: «Mujer, he ahí tu hijo». (Juan 19:26-27).
Hoy vivo para agradecer al Señor cada día, cada instante, cada detalle suyo a través del cual he sentido su amor, su cuidado y su protección. Un día decidí venir a morar bajo las alas del Altísimo y he podido experimentar la sombra del Omnipotente todos los días sobre mí, mi familia y mis hijos en la fe. Usted también puede vivir bajo su cuidado, descansar bajo su mirada. ¡Usted también puede permitirle a Jesús que cuide de su vida!
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Jesús, te pido que sigas transformándome y renovándome. Tú sabes mi verdadera necesidad porque me conoces bien, nada de mí te es oculto. Gracias por tu misericordia cuando consideras mi debilidad, gracias porque me soportas y levantas. Guíame siempre por tus sendas y permite que mis pasos vayan siempre por el camino que has trazado para mí, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Buscando a Dios


Aprendiendo a buscar a Dios
“Más si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. (Deuteronomio 4:29)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 11:1-13

La Biblia nos enseña a descubrir la necesidad que todo ser humano tiene de conocer y buscar a Dios. En este contexto buscar significa: Emplear todos los recursos con que se cuente para encontrar o conseguir lo que tanto necesita nuestra alma, es decir, el amor de nuestro Padre Dios.

Pero nuestra forma negativa de pensar nos hace ver circunstancias arbitrarias, difíciles e imposibles de resolver. Aunque todo parezca acabarse, aunque aparentemente la vida no tenga sentido, y nos veamos encerrados en un sin número de situaciones, si buscamos a Dios lo hallamos: «Si buscares a Jehová... lo hallarás». El vendrá como Padre, Consejero y Proveedor a presentar respuestas claras e inmediatas, y así podremos ver sanidades, prodigios y milagros.

Es necesario entender que «ahora» es el momento para reaccionar, para tomar aliento, nuevas fuerzas y decidir encontrarnos con Él cada día. La fórmula para vivir la clase de vida que Él quiere para nosotros, dentro de sus parámetros, está en Mateo 6:33 «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas os serán añadidas».

Busque a Dios con diligencia, sin medida, sin freno y persevere sin desanimarse, porque sólo así logrará vencer en todas las situaciones adversas que se le presenten. Acérquese a Dios, disfrútele, realícese como persona en todas las áreas (espíritu, alma y cuerpo), fruto de buscar y tener comunión con su Santo Espíritu.

Los principios dados por Dios no son exigencias de un juez castigador; son verdades que nos llevan a vivir una vida de prosperidad para nosotros y para nuestras generaciones venideras. Esto es lo que continuamente he podido experimentar en mi vida, en mi familia y en todos aquellos quienes han recibido con fe esta enseñanza. Usted también puede descubrir hoy que Él está al alcance de su mano. Tan sólo anhélelo con todas sus fuerzas y persevere hasta hallarlo.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Padre, cuán grandes verdades tienes para mí en tu Palabra, tus promesas me hacen vivir confiado, entiendo que tus mandatos y preceptos no son imposibles de cumplir, por el contrario son hermosas oportunidades para recibir bendición y prosperidad para mí y los míos. Te pido Señor que me enseñes a ser un hacedor de tu Palabra en todo tiempo, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Recuperando la Confianza


Recuperando la Confianza
“Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz...” (1 Reyes 19:13)


PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Reyes 19:1-18

Elías fue uno de los más grandes profetas que existió. Su nombre significa: «Jehová es mi Dios».En su época, ejerció un poderoso ministerio como resultado de vivir permanentemente en la presencia de Dios y experimentar la incesante unción del Espíritu Santo. Esto se manifestó en gran cantidad de señales y de prodigios que fueron realizados a través de él, como la predicción de una gran sequía que efectivamente azotó a Israel y sus alrededores por espacio de tres años y la respuesta de la lluvia gracias a su oración; el providencial sustento que Dios le dio en medio de la escasez; la resurrección de un niño por su mano; el fuego que descendió por su oración y consumió el holocausto; la unción de reyes, y la elección del profeta Eliseo, entre otros.

A pesar de experimentar una vida de poder y de ver tan palpables, los hechos prodigiosos de Dios, Elías descuidó ir a la fuente de su vida, de su poder, y de su unción. Ante las amenazas de Jezabel, la esposa del rey Acab, se llenó de temor y comenzó a evidenciarse en él, la manifestación de su «sequedad». Perdió la visión de quién era su poderoso Dios y que su vida le pertenecía a Él, quien le cuidaba y le protegía. Al perder la visión de Dios, perdió también la de sí mismo, pues olvidó que había sido escogido por el Altísimo para ser un profeta y siervo suyo.

Perdió su valía, su estima, se engañó a sí mismo y deseó morir. Pero hay un Dios amoroso en los cielos, que está presto a auxiliarnos, aún cuando nosotros nos alejemos de Él. Aunque Elías había dejado secar su unción, el Señor le introdujo en un hermoso proceso de «seducción» para acercarlo a Él nuevamente, para que recuperara su confianza y su fe. Después de muchas señales, se le manifestó en medio de un «silbo apacible», ratificándole que Él era la fuente de su Paz.

Como Elías, también podemos pasar por momentos difíciles, que nos hacen perder la confianza y nos roban la paz. Hay circunstancias que prueban nuestra fe y nuestra convicción. Hay momentos en los que tiene que desplegarse con fuerza el poder de la unción que nos ha sido dada de lo alto.

Sin embargo, si hemos estado en la presencia de Dios, en forma continua y permanente, si estamos experimentando la unción de su Espíritu como consecuencia de nuestra obediencia a su Palabra, no habrá dificultad que nos haga flaquear. Nos mantendremos victoriosos y fuertes; y si hemos desfallecido, Él nos reconfortará, nos alentará y nos devolverá el valor y la confianza. Escucharemos también ese silbo apacible y delicado... y oiremos su voz.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Señor, confieso que muchas veces he dudado de ti. He caído en la desesperanza y he pensado en dejarte a un lado. Hoy te doy gracias porque tu Palabra me enseña que aún los hombres mas usados por ti, experimentaron temor. Hoy te pido que ante toda situación de miedo, duda y aflicción, seas Tú mismo quien me levante y me sostenga. Que nunca olvide que tu Presencia está en mí, para darme la fuerza y el valor que necesito para continuar sin desfallecer, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 7 de agosto de 2012

Desposados contigo Señor


Desposados con Dios
“Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová”. (Oseas 2: 19-20)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Ezequiel 16: 59-63; Romanos 8:38-39

Dios había escogido a Israel para mostrar sobre este pueblo su gran nombre y su poder, para hacer de ellos una nación de sacerdotes y gente santa. Había preservado su vida, lo había rescatado de los enemigos, lo había fortalecido, lo había puesto sobre todos los pueblos de la tierra y había preparado para ellos, una preciosa tierra, bendita y próspera. Sin embargo, Israel le fue infiel, una y otra vez. Sus hombres despreciaron el conocimiento de Dios y se olvidaron de su ley; se entregaron a la mentira, al homicidio, al hurto, al engaño, a la corrupción y a la injusticia. Y como si fuera poco, volvieron su corazón a ídolos y dioses extraños.

En medio de las funestas consecuencias que vivió el pueblo de Israel fruto de su yerro, recordaron las reconfortantes palabras del Señor, la maravillosa promesa de restauración: «Y te desposaré conmigo para siempre».

¿Cómo puede un amor albergar tanta capacidad para perdonar, y seguir siendo fiel, a pesar de tanto desamor, de tanto engaño? Ese, es el amor de Dios; nunca cambia, nunca olvida su pacto y sus promesas, nunca deja de ser.

No hay nada más maravilloso que experimentar la infinita manifestación de ese amor que nos seduce y que aún cuando queremos mirar atrás, nos invita: «Vuelve ahora en amistad conmigo». Papá Dios nos abre sus brazos, ofreciéndonos su regazo para restaurar nuestra vida de las heridas recibidas en nuestros caminos de terquedad. Nos da un amor que no nos reprocha, sino que por el contrario, nos regala siempre nuevas oportunidades.

Ese amor es el que Él le está ofreciendo en este momento. ¿Cómo rechazarlo? Acéptelo ahora mismo. Ríndase ante esa mirada de amor eterno con la que Él le observa, y reciba la seguridad, la protección y provisión que sólo un esposo como Él, le puede dar.

HABLEMOS CON DIOS

“Gracias te doy Padre en este día. Entiendo que nunca me dejarás ni me desampararás, comprendo que has decidido amarme por encima de cualquier circunstancia y que me quieres ayudar. Gracias por tus promesas que me amparan y siempre se cumplen en el tiempo perfecto”.

Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 6 de agosto de 2012

Orando en todas partes, Señor


Orando en todas partes
“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”. (1 Timoteo 2:8)

PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Crónicas 29:10-20

La oración no solamente determina nuestra calidad de vida; la oración es la principal fuente de vida para el ser humano.

¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que nuestra vida tendrá la misma calidad que tenga nuestra oración. Una vida sin oración se vuelve vacía, fría y estéril. El corazón se endurece y aparecen la amargura, el resentimiento, el temor, la debilidad y la falta de poder. Por el contrario, cuando se cultiva una rica vida de búsqueda del Señor, resulta fácil encontrar un corazón lleno de amor, dispuesto a dar lo mejor, que siembra paz por dondequiera que va, que tiene presente en sus momentos de clamor aún a aquellos que le han causado daño.

Revisemos ciertas condiciones establecidas para una auténtica oración:

- "Levantar manos santas” a Dios. No hay nada más grato delante de Dios que una oración proveniente de un corazón puro, que unas manos limpias y santas que se levanten hacia Él. Es como un buen perfume que atrae, que conquista, que conmueve el corazón de Dios para escucharnos.

- "Anhelar conocer la voluntad de Dios, es un ingrediente fundamental en la oración” Muchos se acercan al Señor, esperando que Dios confirme lo que ya han decidido, que apruebe lo que ya han elegido. Esa oración no podrá ser respondida. A Dios, es necesario acercarse, con la genuina disposición de conocer su voluntad, tal como lo expresa el salmista: «Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma» (Salmo 143:8).

- "Estar dispuestos a obedecer” Lo que realmente hace efectiva la oración, es la actitud de nuestro corazón para seguir el camino que Dios nos señale, para poner por obra sus mandamientos, y para levantarnos a hacer como Él nos dice. «Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud» (Salmo 143:10).

Ponga en práctica estos aspectos y descubra la maravillosa respuesta que Dios tiene para su vida.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Señor, estoy maravillado de poder experimentar tu sobrenatural amor. ¿Cómo no rendir mi vida ante ti? ¿Cómo no entregarte por completo mi ser? Espíritu Santo te quiero pedir en este día que me enseñes a cultivar la comunión contigo todos los días para experimentar ese manantial de bendiciones sobre mi vida, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.