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lunes, 30 de enero de 2012

En la vida crecemos y florecemos con Dios

La vida que crece y florece


“El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán” (Salmo 92:12-13)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 1:1-6

Las palmeras se conocen por su tronco alto y erguido, su larga vida y su generoso y rico fruto (los dátiles). El cedro del Líbano crece hasta 34 metros de altura y alcanza hasta 9 metros de circunferencia, dándonos idea de su gran solidez, firmeza y fortaleza. Así vive el hombre que de continuo se presenta delante de su Señor para que le sane y le transforme, hasta convertirlo en ser justo, íntegro y de recto proceder, es decir, conforme a su corazón. A este hombre, a esta mujer tratados por Dios, las circunstancias y las adversidades no logran abatirlos. Por el contrario, plantados y arraigados en el fértil terreno de una fe viva en Jesucristo, autor y consumador de la verdadera fe, desarrollan una vida totalmente fructífera. En todas las áreas de sus vidas, en todos los campos en que se desempeñen, en todo lo que emprendan, verán bendición, multiplicación y fructificación; serán fuertes, estables y vigorosos, prósperos y productivos.

Dios es bueno y justo, y es esta la razón por la que Él quiere que también nosotros, sus hijos, lo seamos. Además, Él siempre recompensa generosamente al que lo es. Sin embargo, la justicia no es fruto de un acto de la voluntad humana simplemente. Se requiere un verdadero cambio en la esencia y la naturaleza misma del hombre. La Biblia nos enseña que sólo cuando Cristo viene a morar a nuestra vida, nuestra naturaleza corrupta muere y adquirimos naturaleza divina, capaz de obrar como Dios, capaz de ser como Él.

Construya el camino de su propia felicidad y realización, recibiendo a Cristo en su corazón y buscando la presencia de Dios a través de una vida de oración. Permita que sus raíces crezcan y se fortalezcan de manera muy profunda, en aquella Palabra fiel y verdadera que le edifica, le guía, le hace justo y le fortalece para ganar la batalla de la vida.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre Dios, enséñame a ser feliz y a disfrutar de la buena vida que tú prometes: Enséñame a producir, a fructificar, a ser una benéfica influencia para mi familia y sociedad. Pero ante todo, hazme un ser justo a tus ojos. Que tu Santo Espíritu me capacite para arraigarme en tu Palabra, como lo hizo Jesús y tener abundantes frutos de justicia que alegren tu corazón”.

Lolita Cruz de Chamorro.

sábado, 28 de enero de 2012

Dios siempre nos protege con el verdadero amor

Amorosa protección de Dios


“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. (Isaías 43:2)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 116:1-19

No siempre puede uno ahogarse en agua. Muchos se ahogan en momentos de tribulación, de escasez, de dolor, y de muchas otras circunstancias; otros en cambio, encuentran en todo aquello la oportunidad para desarrollar su fe, y adquirir fortaleza ante las avalanchas de la vida.

Esta hermosa promesa de Dios es para dejarla penetrar en nuestro corazón. Luego, debemos andar y vivir con ella todos nuestros días. No nos dejemos ahogar en las dificultades. Dios, todo lo ha hecho ya por y para nosotros. Al darnos su Salvación, nos lo ha dado todo: Nos ha puesto nombre, somos de gran estima a sus ojos, y su amor sobre nosotros es incondicional. Recordemos que cuando pasemos por las aguas o por el fuego, es cuando más cerca estamos de Él; quitemos de nuestro corazón la zozobra que viene cuando nos sentimos desamparados, abandonados y abatidos.

El Señor es el único que puede protegernos. Dudar e ir tras otros caminos, sólo aumentará nuestra incertidumbre. Ya hemos comprobado que no hay más respuesta para el hombre, sino la que ofrece Dios. Dejemos hoy en la presencia de Dios todas las cargas, angustias y adversidades.

Dejemos la duda y el temor, permitiendo que sea Él quien nos proteja y nos dé su paz, que sobrepasa todo entendimiento, inundando nuestro ser. Cuando empezamos a sentirnos espiritualmente pobres, es hora de pedir, buscar y llamar. La forma es la oración. No dejemos que pase otro día, sin tener la certeza en nuestro corazón, que Él nos está llevando por sus caminos.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre de la gloria, hoy entiendo que me amas, que por más situaciones difíciles que experimente, tú siempre estás conmigo. Entiendo que todo está en tus manos, y para hacerme esa persona victoriosa y valiente Tú permites algunas dificultades en mi vida. Gracias por protegerme cada día y permitir que en mi vida se cumplan tus grandes y maravillosos propósitos, Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 27 de enero de 2012

¿Somos intercesores de la humanidad?

El privilegio de interceder




“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia” Habacuc 3:2

PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 18:16-33

Hoy en día los hijos de Dios tenemos la gran responsabilidad de ser intercesores y ser verdaderos adoradores, ser intercesores significa tomar las necesidades espirituales de una nación en crisis y presentarlas ante el Señor; y fruto de esa intercesión tomar el firme compromiso de llevar el mensaje del Señor a toda persona.

Sabemos que Dios es amor, y que su misericordia es para siempre, pero esto no quiere decir que el Señor no haga cumplir su juicio sobre la tierra; saber esto nos tiene que llevar a temer al Señor y a su palabra, pero también a confiar en Él. Una persona que aprende a interceder lo hace tomando el ejemplo del profeta Habacuc. Su intercesión fue oportuna, él conocía el poder de Dios, conocía muy de cerca su inmensa bondad, y por eso se atrevió a orar y esperar que Él hiciera según sus designios.

Conocer la justicia del Señor no debe producirnos miedo o inseguridad, pues con Él estamos seguros; el miedo no puede ser un pretexto para volvernos intercesores, pues basta observar a nuestro alrededor y ver cuánta necesidad hay en la gente del conocimiento del Señor. La condición de un pueblo que no teme a Dios es fatal, pero basta hacer memoria de las misericordias del Señor para seguir creyendo que podemos hacer algo, que mientras nosotros los hijos de Dios nos preocupemos sinceramente por ser luz en medio de las tinieblas y ser anunciadores de buenas nuevas, nuestro Padre celestial será propicio a ese clamor.

Debemos estar plenamente convencidos que la bondad del Señor siempre nos alcanzará y que en su poder está nuestra fortaleza y nuestro alto refugio.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre Celestial hoy en tu presencia hago memoria de tus maravillas las cuales no puedo contar, pero también en este día imploro por la necesidad espiritual de este país, porque veo que no te conocen y no te temen; enséñame a interceder cada día, creyendo firmemente que aunque hagas cumplir tus juicios, nosotros tus hijos estaremos amparados en tu bondad. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 26 de enero de 2012

En su vida ¿Le basta con la presencia de Dios?

Me basta tu presencia



“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4)

PASAJE COMPLEMENTARIO Salmo 27:1-14

La mayoría de los cristianos no estamos preparados para enfrentar la aflicción y el sufrimiento. Quizá sabemos mucho acerca de las pruebas, pero todo ese conocimiento teórico no nos prepara del todo para hacerle frente de la mejor manera. Sólo cuando tenemos que vivir una verdadera adversidad o un dolor muy profundo como la pérdida de un ser querido, descubrimos la fuente del verdadero consuelo y qué es lo único que nos puede sostener.

A todos, desde los comienzos de nuestra vida cristiana se nos enseña, que a los que aman a Dios todo les ayuda a bien y que toda situación difícil tiene un significado y un propósito; pero muchas veces la sola comprensión de estas palabras no logran disminuir nuestro dolor. Hay momentos en la vida en que no es suficiente con saber que ese dolor pasará y que quedará una gran enseñanza. La palabra de Dios nos da la respuesta en 1 Pedro 2:21: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”.

El pasaje nos explica que Cristo realmente experimentó y experimenta el dolor y el sufrimiento con nosotros. Es precisamente cuando la vida carece de significado y cuando se está resquebrajado como resultado de la pena y el dolor, cuando Dios nos toma más cerca y camina con nosotros durante ese momento difícil… “no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”.

La verdadera esperanza no es que todo será mejor al final, sino que cuando nada parece tener sentido, Dios está allí por nosotros y no contra nosotros; que Él está sufriendo juntamente con nosotros y mucho más importante, Él está ahí para mostrarnos su amor, momento a momento, durante cada paso del proceso.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, qué grandiosa esperanza la que tengo al saber que Tú eres mi refugio, el que consuela mi alma, el que sostiene mi vida. Hoy entiendo que no hay pena ni dolor tan grande que el bálsamo de tu amor y la medicina de tu compañía, no lo pueda sanar. En los momentos de adversidad, permíteme experimentar tu presencia que me alienta a seguir adelante haciendo tu voluntad”.

Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 25 de enero de 2012

Solamente Dios nos puede ayudar

¡No temas, yo te ayudo!

“Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de su mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo… el Santo de Israel es tu Redentor” (Isaías 41:13-14)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Jeremías 33:3; Salmo 91:1-16

Hay algo muy particular en nosotros, y es que por lo general nos gusta compartir nuestros problemas con otros. Esto era lo que yo hacía en el pasado, es decir, unos 48 años atrás. Pero un día entendí que eso no era lo ideal; aprendí que los problemas no son para comunicarlos a los humanos, sino a Dios, y que la manera como debía hacerlo era acercándome a Él en oración. El apóstol Santiago nos dice: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración…” (Santiago 5:13) Descubrí que el camino correcto es correr a donde Él está, y allí en su presencia afinar el oído para escuchar su voz, que nos invita a confiar en Él. Todo lo que nosotros no podemos, lo hace Él. Hay situaciones imposibles de enfrentar, pero ahí está la mano del que todo lo puede.

Solo con la oración (el arma más poderosa) podemos enfrentar los vientos de adversidad; el Manual de Vida, la Biblia, plantea que es Dios quien toma la iniciativa de acercarse a nosotros a través de Jesucristo con un ofrecimiento de amor, cuando expresa: “el Santo de Israel es tu Redentor”. Él anhela ayudarnos en todo, que nos sintamos seguros y protegidos, que no seamos más presos del miedo y del afán. Él quiere vernos felices.

Cuán hermosa es la figura del padre tomando y sujetando firmemente a su pequeño hijo con su mano fuerte, antes de atravesar un camino peligroso o cruzar un obstáculo en el que puede resultar lastimado. Qué seguridad la que experimenta el pequeño, pues su padre es más fuerte y hábil, lo protege y no permite que nada le suceda. Esto también es verdad para todo ser humano que se refugia en Dios como su Padre. Podrá depositar en Él su temor y apropiarse de sus promesas de apoyo, respaldo y bendición, pues, ya Jesús murió en la cruz, llevándose también todo motivo de desesperación y zozobra para el corazón humano.

Basta que usted hoy le reconozca, invoque su ayuda y le entregue genuinamente su corazón. Que como niño, se deje tomar de la mano, y se deje llevar por donde Él le indique. Basta que crea que Él es su Padre, y que a su lado nada le faltará.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor Jesucristo, levanto mis manos a ti como un niño lo hace con su padre. Tómame por favor, y sujétame con tu mano derecha, pues de allí nadie me puede arrebatar, ni yo mismo me puedo soltar. Ahora experimento la seguridad de tu amor y tengo la absoluta confianza de que ningún peligro ahora me podrá atemorizar ni ningún desafío será demasiado alto para mí. Por cuanto estás a mi lado, no temeré, porque tú eres mi Redentor, el Santo de Israel”.
Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 24 de enero de 2012

¿Dios nunca cambia?

Dios nunca cambia

“Aún en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes: los sostendré y los libraré, dice el Señor” (Isaías 46:4). NVI

 PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 71:1-24; Josué 14:6-15

Se cuenta de un viejo manzano que tenía sus ramas arrugadas y secas; cada día se veía más seco y muerto. Pero llegó la primavera y las ramas con apariencia de muerte, volvieron a cubrir el árbol con hermosas hojas verdes y flores de colores, y muy pronto apareció su exquisito fruto. A pesar de la apariencia anterior seca y arrugada, por aquellas ramas corría una savia que mostraba su verdadera vida interior.

Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Él es inconmovible, siempre permanece igual, nunca cambia. Como padre, ha prometido amarnos y bendecirnos y lo hará. Él cuidará de nuestra vida si tan solo lo reconocemos cada día y a cada instante. Hoy tenemos la extraordinaria oportunidad de acercarnos a un Dios cuyo amor permanece intacto y cuya fidelidad es eterna.

Una vida que día a día se fundamenta en Dios de esta manera, se desarrollará y fructificará. Aprenderá a vivir con vehemencia y a trabajar con ahínco y con tesón. Se esforzará y luchará manteniendo la misma diligencia hasta el final. No temerá al paso del tiempo, no tendrá inseguridad ni desánimo por ninguna circunstancia que suceda. Comprenderá que hasta lo último de sus años o de sus fuerzas es posible llevar fruto, prosperar y dejar un legado. La edad nunca será una excusa para no ver la gloria de Dios en su vida, y a través de ella, en la vida de muchos.

Conozcamos hoy la llave para una vida larga y próspera:

-Honre a su padre y a su madre. Así sembrará lo que más adelante va a recoger de sus propios hijos y de las personas en general

-No se aparte de las enseñanzas que Dios le da cada día… ¡son vida!

-Sea agradecido y cultive un lenguaje de alabanza a Dios

-Sonría siempre, es la mejor terapia contra la tristeza y la preocupación

-No tenga deudas, así podrá llevar la frente en alto

-Viva reconciliado con los demás. No permita que la amargura le reste fuerza y salud

-Acepte las pruebas con valentía, aprendiendo las lecciones que Dios le quiere dar, pensando que eso también pasará

-Piense siempre lo mejor de los demás. Calle cuando no tenga algo bueno qué decir

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, ¡Qué hermosa esperanza saber que aunque yo cambie, Tú permaneces fiel! Qué gran seguridad comprender que eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Enséñame a reconocer todos los días, que aunque pase el tiempo, te sigo necesitando tanto como cuando era tan sólo un niño. Gracias por seguir haciéndote responsable de mi vida. Gracias por ser mi Padre”

lunes, 23 de enero de 2012

¿Porque Dios nos ha hecho reyes y Sacerdotes?

A la altura de un hijo de un rey
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:9-10)

PASAJE COMPLEMENTARIO 1 Crónicas 17:1-27
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Este hermoso pasaje profético hace referencia a la extraordinaria obra de la salvación. Dios envía a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, sea salvo. Su sangre nos redime, nos limpia y nos perdona. Al recibir a Cristo en el corazón como Señor y Salvador, una persona recibe el regalo de la vida eterna y comienza en ella un proceso de transformación. El Padre comienza a moldear en esa vida el carácter de Cristo, la misma imagen de su Hijo. De esta manera cumple su propósito de sacarnos del anonimato para revestirnos de su gloria y hermosura. Aún más, nos dice que nos ha hecho reyes y Sacerdotes, y nos promete que reinaremos literalmente, en esta tierra junto a Él. Esto se cumplirá en el milenio, periodo en el cual Cristo reinará en la tierra junto con su iglesia.

Pero el linaje y la realeza es algo que el Rey de Reyes desea que todos sus hijos disfrutemos desde ahora. Por eso, en la Palabra de Dios encontramos abundantes ilustraciones cotidianas y parábolas de fácil comprensión, a través de las cuales nos hace entender lo que ahora somos en Él, y cómo debemos conducirnos y actuar. Una de las más hermosas enseñanzas al respecto, es cuando nos compara con el águila, la reina de las aves, símbolo de belleza, poder y majestuosidad (Isaías 40:31).

Todo cristiano está llamado a desarrollar dos características que le distinguen como hijo de Rey:

-Una vida de altura (calidad de vida): Al entender por revelación lo que ahora “somos” en Cristo, desaparecen los complejos de inferioridad e inadecuación y aumenta nuestra valía. Dejamos de arrastrarnos por el suelo sin gracia y con torpeza, como lo haría un águila que nunca aprendió a volar, y extendemos nuestras alas para remontarnos a las alturas a donde pertenecemos, surcando los cielos con plena confianza y majestuosidad.

-Linaje y Belleza: Al comprender que somos apartados para ser partícipes del linaje de Abraham, dejamos atrás las herencias de maldición, costumbres y pensamientos de Egipto (la esclavitud del pasado) y aprendemos como el águila (es selectiva pues no come lo que se le aparece sino lo que le apetece), a buscar la excelencia en todo lo que somos y hacemos.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, infinitas gracias por el precioso regalo de la Salvación. Porque fuiste inmolado por mí y con tu sangre me redimiste. Me diste libertad y el poder para dejar atrás un pasado de muerte y esclavitud. Borraste las huellas que el pecado me dejó. Ahora, enséñame a sentirme como rey, a conducirme como rey. Que tu Santo Espíritu hoy me dé el poder que necesito para comenzar a volar”.
Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 20 de enero de 2012

¿Conoces que es verdaderamente honrar a nuestros padres?

¡Para que nos vaya bien!

“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:2-3)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 15:11-32

Existen tres clases de hijos con relación a este mandato y promesa que Dios en su infinita sabiduría y deseo de bendecirnos, nos ha dado:

-En primer lugar, el hijo que no honra: Es aquel que no da a sus padres el lugar que les corresponde, siendo indiferente y descuidado.

-El hijo que deshonra: El que abiertamente manifiesta enojo y resentimiento hacia sus padres, y con sus palabras y/o conducta, permanentemente los entristece y avergüenza.

-El hijo que honra: Es el que se siente orgulloso de sus padres. Les ama, obedece, respeta y sirve. Su vida es motivo de alegría y de bendición continua para ellos.

Esta última es la actitud que Dios espera que tengamos hacia nuestros padres, pues, es el reflejo de la actitud que en el fondo tenemos para con Él. Para Dios, este principio es vital y prioritario, tanto así que promete bendecir a todo el que se acoja a Él, con dos asuntos trascendentales para el ser humano: larga vida y prosperidad. Ahora bien, el honrar a padre y madre comienza cuando comprendemos por el Espíritu Santo, que independientemente de sus errores, nuestros padres fueron los instrumentos escogidos por Dios para guiarnos y cuidarnos en el comienzo de la vida. Honrarlos a ellos es honrar la elección hecha por Dios, aceptando que estamos de acuerdo con su infinita sabiduría, y que entendemos que absolutamente todo lo que nos ha sucedido, ha sido conocido por Dios y ninguna circunstancia se ha salido de sus manos.

¿Cómo está la relación con sus padres hoy, a la luz de la voluntad de Dios? Piense en lo mucho que puede hacer hoy para honrar a sus padres, y hágalo.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, hoy te doy infinitas gracias por la vida de mis padres. Que tu amor infinito sane alguna herida, si la hay, en relación con ellos. Que tu amor liberador desate con el perdón, la bendición sobre mi relación paternal. Dame un corazón generoso y agradecido. Enséñame a honrarte a Ti, honrando a mis padres, viviendo para amarlos y alegrarles todos los días de sus vidas”.
Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 19 de enero de 2012

¿Buscamos a Dios con decisión y acción? ¿Realmente cómo y cuándo le buscamos?

Buscar a Dios: decisión y acción

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6-7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Crónicas 14:1-13

“Buscar”, es una palabra muy usada en la Biblia para expresar la característica principal que debe tener todo acercamiento que realice el ser humano hacia Dios. Él estableció la manera correcta de cómo hallarlo y nos corresponde conocer esta senda y aprender a recorrerla, si es que comprendemos la profunda necesidad que tenemos de Él y cuál es la extraordinaria bendición que esto implica a todas las áreas y aspectos de nuestra vida.

Dios no quiere que simplemente le “invoquemos”, sino que le “busquemos”. Para entender qué significa buscar, veamos algunos significados: Inquirir, explorar, escudriñar, ser diligente para encontrar algo. Imaginémonos haber perdido una joya muy valiosa o una buena cantidad de dinero. Cuánto desasosiego, desespero y hasta angustia llegamos a sentir. Con cuánta persistencia e insistencia buscaríamos hasta encontrarla. Sin embargo, muchas veces, esto no es precisamente lo que experimentamos por el Señor, quien es el más grande tesoro que tenemos, nuestra posesión más preciosa.

Buscar tiene que ver con una determinación del corazón, una marcada necesidad y un anhelo ferviente de encontrarlo. Esto hará que tomemos acciones específicas y emprendamos especiales “expediciones” hasta hallarlo. Esto fue lo que hizo Jacob en Peniel, en el relato de Génesis 32:22-32. Se apartó sólo para encontrarse con Dios. Estaba decidido y no dejó que nada lo detuviera. Pagó el precio de esperar y luchar en oración hasta que logró su bendición. Se aseguró de dejar todo su pasado, sus errores, sus faltas delante de su Señor y dejar que Él le transformara en un hombre completamente nuevo. Buscar a Dios es ir más allá de una simple oración. La pregunta para nosotros hoy es: ¿Buscamos a Dios de esta manera? ¿Realmente cómo y cuándo le buscamos?

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, hoy vuelvo mi corazón a ti y reconozco que te he dejado. Que no te he buscado como mereces y esperas que lo haga, como hijo tuyo. Me presento delante de ti con anhelo profundo de verte, de sentir tu mano de artífice divino moldeando mi vida, dándole la forma que tú quieres. Gracias por enseñarme el maravilloso secreto de buscarte cada día”.
Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 17 de enero de 2012

¿Solo el señor Dios nos puede dar la alegría?

Una Alegría Permanente
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“Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Salmo 19:8)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 19:1-14; Juan 15:11

Todos los especialistas de la salud y el comportamiento humano coinciden en la profunda necesidad que tiene el hombre de hoy de cultivar una vida rica interior, una dinámica vida espiritual. Concluyen que aún después de lograr el éxito a todo nivel profesional, económica y familiarmente, existe un vacío que nada ni nadie puede llenar. La gran necesidad del hombre se resume entonces en encontrarle a su vida un sentido y un propósito de carácter trascendental y eterno.

Muchos en esta búsqueda corren de aquí para allá sin saber a dónde van, como barcos a la deriva llevados por todo viento en medio de la oscuridad. Pero lo que es aún peor, muchos hoy en día han perdido la alegría de vivir. Por alguna razón han sido afectados por el virus de la congoja y el desaliento. La falta de entusiasmo se ha apoderado de ellos y cada día buscan soluciones pasajeras, respuestas temporales que dejan como en un círculo vicioso, mayor vacío, tristeza y soledad. Dios ha diseñado al hombre de tal manera que tuviera compañerismo con Él, y que su vida fuera dirigida desde su área espiritual, y desde ésta, todas sus necesidades emocionales y psicológicas fueran abundantemente suplidas. El método sería cultivar la comunión con Dios y su Palabra, una obediencia real a sus preceptos e instrucciones.

Estos preceptos actúan como un poderoso haz de luz que ilumina el navío naufragado y lo lleva de regreso a puerto; son infalibles parámetros muestran un camino seguro y esto genera confianza para decidir y actuar. Somos libres de la incertidumbre y del temor y por el contrario experimentamos tranquilidad y paz. Además, estar lleno de la palabra de Dios, es recuperar la alegría y el “entusiasmo”, es decir, “ser lleno de Dios”. En fin, es encontrar incontables recursos para prevenir y enfrentar las tensiones propias de la vida y del ambiente, y ser feliz.

HABLEMOS CON DIOS

“Papá Dios, gracias te doy por tu Palabra, porque en ella encuentro la guía y la luz que necesito para caminar en la vida; gracias porque tus mandatos son íntegros y así mismo quieres que sea mi corazón. Señor, hoy te ruego que me enseñes a amar más tu Palabra y que yo haga de ella mi verdadero manual de vida; que mi alegría sea poder disfrutarla y obedecerla, así como lo expresaba el rey David: Tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” (Salmo 119:24).
Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 16 de enero de 2012

¿Debemos ocuparnos primero por las cosas de Dios?

Nada nos hará falta
“Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Salmo 34:9-10)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 6:25-34

Dios ha prometido suplir nuestras necesidades y recompensar la obra de nuestras manos. La palabra de Dios nos enseña que no debemos afanarnos por las añadiduras, pues es tarea suya proveer a aquellos que confían y se acogen a su amor, y a los que buscan como máxima prioridad su bendición. Temer a Dios es amarle y reverenciarle, dándole el primer lugar en nuestra vida; es buscar hacer su voluntad y no la nuestra, utilizar sus métodos y no los nuestros. Dios ha establecido principios de prosperidad para todos los hombres. Si tenemos la suficiente fe para acercarnos a Él y aplicar esos principios a nuestra vida, haciéndolos parte de nuestro ser, de nuestro actuar diario, entonces no tendremos falta de ningún bien. Veamos algunos de estos principios:

-La comunión con Dios a través de la oración y una vida de estudio diario de la Biblia y obediencia a sus principios, nos asegura prosperidad

-Vida de limpieza y santidad, pues Dios ama y recompensa la rectitud

-Vida de amor y honra a los padres para ver largos y buenos días

-Vida de administración y fructificación, pues al que sabe ser fiel en lo poco, sobre mucho lo pondrá el Señor

-Vida de generosidad y amor por los demás, pues la mano que se extiende para dar, Dios la llena para que pueda dar más

-Vida familiar armoniosa y productiva, pues Dios bendice al que sabe mantener en paz su propia casa y al que provee primeramente para los suyos

-Vida de amor por Jerusalén, identificándonos con lo que Dios tanto ama, la tierra que Él ha hecho el sitio de su morada

-Tener una visión adecuada del trabajo como la honrosa responsabilidad que Dios ha dado al hombre para que se desarrolle, genere recursos para su sostenimiento y el de su familia, y tenga la oportunidad de colocar sus habilidades al servicio de otros.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, te doy muchas gracias por esta maravillosa palabra de confianza y de consuelo que me das. Gracias porque entiendo tu preciosa bendición que me provee de todo lo necesario, a tal punto que puedo afirmar: “Nada me hará falta”, te ruego que siempre ande en temor reverente delante de ti y viva para agradarte, y de esta manera disfrutar siempre de tu provisión”.
Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 13 de enero de 2012

¿Sabemos orar?

Una correcta actitud al orar
“Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 63:1-11

Orar es hablar con Dios, esto quiere decir que es un dialogo íntimo entre Dios y la persona que ora; por consiguiente, debo tener la seguridad que al único que le interesa oír mi oración es a Dios. Este es un tiempo para disfrutar con la persona que más me ama, que es Dios; así mismo recibo su ayuda en mis necesidades, su fortaleza en mis momentos de lucha y su paz en medio de la tormenta. Es mi actitud y motivación, la clave que define la respuesta a mi oración.

La actitud con la que Dios quiere que vayamos a Él, es la de un hijo que anhela ardientemente encontrarse con su padre a quien sabe amoroso y lleno de poder; ante cuya benignidad y santidad se siente impresionado y conmovido, y ante cuya sabiduría no puede más que sentir respeto y temor reverente. Cualquier otra actitud o motivación es equivocada y nos impide llegar hasta la misma presencia de Dios, ser escuchados y obtener respuesta.

El Señor Jesús nos ilustra esta enseñanza, revelando lo que sucedió en la intimidad del corazón de dos hombres que subieron al templo a orar. El primero, un fariseo que se creía justo, permaneció en pie dando gracias a Dios por no ser como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros. El segundo, un publicano arrepentido, permanecía de lejos sin atreverse a levantar los ojos al cielo y golpeándose el pecho clamaba: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13).

Todo lo que sucede en la intimidad de nuestra oración, sale a la luz pública en forma de un resultado notorio y evidenciable. No necesitamos publicar que hemos orado, los demás lo notarán en nuestra manera de ser, de comportarnos y en el trato que le damos a los otros. La arrogancia del fariseo impidió que se encontrara con Dios aunque estaba en el lugar más indicado, y por eso nada pasó en su vida. Siguió siendo exactamente el mismo. Por su parte, el publicano obtuvo su perdón y comenzó a disfrutar de un cambio real en su vida.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Dios, qué privilegio el que Tú me das al poder tener un encuentro íntimo contigo cada día a través de la oración. Te pido que siempre haya en mi corazón una correcta actitud de amor y gratitud. Que los demás puedan reconocer el valor de la oración por la obra que Tú estás haciendo en mí, transformándome en una persona humilde y llena de amor”.
Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 12 de enero de 2012

¿Jesús es el camino, la verdad y la vida?

El nombre que hace maravillas

“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 14:1-14

No hay nada más alentador que entender por revelación del Espíritu Santo que Dios es nuestro Padre, y que como tal, su mayor deleite es ver felices a sus hijos, saber que disfrutan de bienestar, paz, gozo, seguridad y que nada les falta. ¡Qué maravilloso es entender el amor de Dios manifestado de tantas y tantas formas! Por ejemplo, su firme intención de bendecirnos, la buena y perfecta voluntad que tiene para con nosotros, las santas motivaciones y puras intenciones que tiene para con cada uno, sus pensamientos de bien y de paz para todos los hombres y mujeres sobre la tierra. El rey David resume lo que Dios está dispuesto a hacer por nosotros en esta hermosa declaración: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, el Señor me recogerá” (Salmo 27:10).

El problema por el cual el hombre no disfruta del amor de Dios y de su bendición, es el mismo desde la creación: la desconfianza. Esto fue lo que le impidió a Adán percibir el carácter santo de Dios, a través del trato y de las instrucciones que le daba. Se dejó engañar por la serpiente, el enemigo de las almas, quien le hizo pensar que tal vez las intenciones de Dios no eran buenas.

¿Ha permitido que la desconfianza le aleje de Dios y de la bendición que tiene para su vida? Recuerde que Jesús es nuestra garantía de que toda petición será escuchada por el Padre Celestial. Orar en el nombre de Jesús, es reconocer que como hijo de Dios vivió una vida de obediencia perfecta a su Padre, ganando para sí y para nosotros la maravillosa promesa: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones” (Salmo 2:7-8).

Así que, creyendo en Jesús como Señor y Salvador, dispóngase a ver la gloria de Dios, pidiendo en su nombre todo aquello que hará notorio su gran poder e infinito amor.

HABLEMOS CON DIOS

“Mi buen Señor, perdóname porque muchas veces permito que la duda se interponga entre los dos llevándome a desconfiar de ti. Desde hoy me acercaré con confianza, con la confianza del Hijo, pediré en su nombre y esperaré lo mejor”.
Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 11 de enero de 2012

¿Cristo es la verdadera paz.?

La Paz de Cristo.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)

PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Reyes 19:9-18

Muchas personas creen que “paz” significa ausencia de dificultades, o no tener problemas. Esto no es así, más bien es la certeza de la dulce y amorosa presencia de Cristo en aquellos que viven junto a Él. Y precisamente, esto fue lo que les dijo a sus apóstoles antes de irse al cielo: Si ellos permanecían unidos a Él, podrían vivir felices y seguros en todo momento y circunstancia. Allí está el valor que necesitamos para adquirir fe en el espíritu, tranquilidad en el alma y por supuesto, fortaleza y salud en el cuerpo.

Queridos amigos, esa es la verdadera paz. No la que se consigue aislándose del mundo, ensimismándose o cerrando los ojos a la realidad. Tampoco se encuentra en ninguna circunstancia externa. La verdadera paz es Jesús, quien con su amor conquista nuestra vida, nos sana, nos transforma, nos enseña a perdonar, a creer, a confiar, a esperar, a disfrutar, a amar.

Es inevitable pasar por experiencias difíciles, sufrir adversidades o tener aflicciones. La vida en el mundo está sujeta a todas estas cosas. Sin embargo, el propósito de nuestro Padre Dios es que seamos felices, así que nos ha dado una vida que no es de este mundo. Una vida divina, su vida. Al recibir a Cristo, ya no pertenecemos a este mundo aunque estamos en el mundo.

Así que, aunque vivamos todas estas circunstancias, ellas ya no pueden destruirnos ni desanimarnos. Permanecer en Jesús, conociéndolo, oyendo su Palabra, confiando en sus promesas y haciendo como Él nos dice, nos asegura una paz que sobrepasa todo entendimiento, que permanecerá aún en medio de las más terribles tormentas. Así que la invitación en este día es a confiar, sabiendo que ningún problema en nuestra vida será más fuerte que el Señor.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, gracias por asegurarme una paz verdadera, que el mundo no puede entender. Una paz que surge desde el interior, desde mi corazón, cuando aprendo a confiar en ti. No importa lo que suceda a mi alrededor, Tú me das la capacidad de estar en pie, victorioso, aún en medio de la adversidad”.
Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 10 de enero de 2012

¿En Cristo ya somos Linaje escogido?

Un nuevo linaje
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 17:1-7; 1 Pedro 2:9-10

Ser de Cristo, es pertenecerle a Él. Representa la maravillosa experiencia de tener una vida nueva, con sentido y propósito, con felicidad y fruto. La única condición es hacer una entrega genuina, personal, consciente de nuestra vida a Él, aceptándole como Señor y Salvador; invitándole a morar en nuestra vida y disponiéndonos para que haga de nosotros la persona que Él quiere que seamos. Entonces, tiene lugar un milagro extraordinario: somos hechos nuevas criaturas, con una nueva naturaleza, con un nuevo pasado, presente y futuro. Somos hechos parte de una familia espiritual cuyo origen se remonta a un hombre llamado Abraham.

En esa promesa dada al padre Abraham, estamos amparados para igualmente poseer esa herencia, la que nos permite ser benditos para llevar bendición a nuestros hijos y futuras generaciones. La única condición para ello es “estar unidos a Cristo” lo cual no da el derecho a recibir las promesas de nuestro Padre Dios. Al identificarnos con la fe de Abraham y recibir a Cristo en nuestro corazón, pasamos a ser parte de su pueblo. Podemos decir que venimos de los lomos de Abraham, que somos linaje suyo y, por tanto, herederos de la misma promesa de bendición. Esto nos lleva a entender que todo lo que vivimos ahora es por fe y viviendo por fe, disfrutamos de sus enormes bendiciones como:

-Vida libre de paradigmas: La fe caracteriza al que tiene linaje, y como tal aprende a mover montañas de incredulidad, dudas, mediocridad y herencias de maldición

-Vive confiando en Dios porque experimenta su amor paternal que le hace una persona segura, decidida y victoriosa, capaz de romper las barreras del temor, el fracaso y la mediocridad

-Llamados a ser padres de multitudes: Nace en nosotros entonces el deseo de rodearnos de hijos espirituales, a quienes podemos comunicar consejo, dirección y formación, tal como lo hemos recibido de nuestro padre Dios, a través de nuestros líderes espirituales.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor Jesús, gracias por haber llegado a mi vida y darme el derecho de ser hijo de Dios. Cuánto significado adquieren hoy tus palabras que me otorgan la dignidad más alta: la de ser bendito en la fe del creyente Abraham y heredero de sus promesas. Ahora sé que vivo para disfrutar esa bendición y comunicarla a otros. ¡Qué hermoso propósito para vivir!”.
Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 9 de enero de 2012

¿En el Espíritu o en la Carne?

Amigo inseparable.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1 Corintios 6.19-20

PASAJE COMPLEMENTARIO: Romanos 8: 1-39

La ausencia misma de Dios, su plenitud y su carácter no son para nuestro mero conocimiento intelectual; podemos tener mucho conocimiento de la Palabra de Dios y conocer sus atributos, pero sin la acción del Espíritu Santo; esto no tendrá el efecto que Dios dispuso para nuestra salud total.

La vida cristiana es una vida de fe y no de emociones, pues si dependemos de éstas, sería difícil o más bien imposible apropiarnos de nuestra herencia. Con el Espíritu Santo morando en nuestro ser se abren las puertas a una vida sobrenatural, donde los milagros, señales y prodigios hacen parte del diario vivir, donde la verdadera felicidad y realización se hacen compañeros inseparables de nuestra existencia. Cuando Cristo llegó a nuestra vida, el Espíritu Santo vino a morar en nuestro ser, trayendo orden y armonía a nuestra personalidad y respuesta a nuestros conflictos, en un proceso que se prolonga a lo largo de toda la vida. La base de este tratamiento es la nueva relación de Padre- hijo que se establece entre Dios y todos aquellos que voluntariamente le han aceptado en su vida.

Ahora entendemos como revelación, que el Espíritu Santo está en nosotros, que nuestro cuerpo es su morada y su permanencia en nosotros es eterna e incondicional. Una relación así pone fin al a búsqueda insaciable del hombre: ¡Nunca más estaremos solos! Y este encuentro con nuestro Padre Celestial nos permite reconciliarnos con nosotros mismos y con la familia, la sociedad y el mundo que nos rodea.

Así mismo es necesario entender, que por ser ahora morada de Dios, estamos llamados a vivir una vida de santidad y de integridad; una vida para agradarle, para honrarle, para ser la razón de su felicidad. Nuestro ser ha sido enriquecido con su presencia, y nuestra valía se ha elevado; por esta razón, no vivir para glorificarle con nuestro ser, es despreciar el inmenso privilegio de la misericordia de Dios. Aprópiese por fe de la llenura del Espíritu Santo; entienda que el alto precio pagado por nuestra felicidad, ahora se ve reflejado en esta presencia permanente de Dios en nuestro ser.

HABLEMOS CON DIOS

“Espíritu Santo, llena mi vida de tu poder para ayudarme a vivir de tal manera que te agrade, de tal forma que pueda honrarte y darte la gloria todos los días de mi vida. Amen”.
Lolita Cruz de Chamorro.