Un nuevo linaje
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 17:1-7; 1 Pedro 2:9-10
Ser de Cristo, es pertenecerle a Él. Representa la maravillosa experiencia de tener una vida nueva, con sentido y propósito, con felicidad y fruto. La única condición es hacer una entrega genuina, personal, consciente de nuestra vida a Él, aceptándole como Señor y Salvador; invitándole a morar en nuestra vida y disponiéndonos para que haga de nosotros la persona que Él quiere que seamos. Entonces, tiene lugar un milagro extraordinario: somos hechos nuevas criaturas, con una nueva naturaleza, con un nuevo pasado, presente y futuro. Somos hechos parte de una familia espiritual cuyo origen se remonta a un hombre llamado Abraham.
En esa promesa dada al padre Abraham, estamos amparados para igualmente poseer esa herencia, la que nos permite ser benditos para llevar bendición a nuestros hijos y futuras generaciones. La única condición para ello es “estar unidos a Cristo” lo cual no da el derecho a recibir las promesas de nuestro Padre Dios. Al identificarnos con la fe de Abraham y recibir a Cristo en nuestro corazón, pasamos a ser parte de su pueblo. Podemos decir que venimos de los lomos de Abraham, que somos linaje suyo y, por tanto, herederos de la misma promesa de bendición. Esto nos lleva a entender que todo lo que vivimos ahora es por fe y viviendo por fe, disfrutamos de sus enormes bendiciones como:
-Vida libre de paradigmas: La fe caracteriza al que tiene linaje, y como tal aprende a mover montañas de incredulidad, dudas, mediocridad y herencias de maldición
-Vive confiando en Dios porque experimenta su amor paternal que le hace una persona segura, decidida y victoriosa, capaz de romper las barreras del temor, el fracaso y la mediocridad
-Llamados a ser padres de multitudes: Nace en nosotros entonces el deseo de rodearnos de hijos espirituales, a quienes podemos comunicar consejo, dirección y formación, tal como lo hemos recibido de nuestro padre Dios, a través de nuestros líderes espirituales.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor Jesús, gracias por haber llegado a mi vida y darme el derecho de ser hijo de Dios. Cuánto significado adquieren hoy tus palabras que me otorgan la dignidad más alta: la de ser bendito en la fe del creyente Abraham y heredero de sus promesas. Ahora sé que vivo para disfrutar esa bendición y comunicarla a otros. ¡Qué hermoso propósito para vivir!”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 17:1-7; 1 Pedro 2:9-10
Ser de Cristo, es pertenecerle a Él. Representa la maravillosa experiencia de tener una vida nueva, con sentido y propósito, con felicidad y fruto. La única condición es hacer una entrega genuina, personal, consciente de nuestra vida a Él, aceptándole como Señor y Salvador; invitándole a morar en nuestra vida y disponiéndonos para que haga de nosotros la persona que Él quiere que seamos. Entonces, tiene lugar un milagro extraordinario: somos hechos nuevas criaturas, con una nueva naturaleza, con un nuevo pasado, presente y futuro. Somos hechos parte de una familia espiritual cuyo origen se remonta a un hombre llamado Abraham.
En esa promesa dada al padre Abraham, estamos amparados para igualmente poseer esa herencia, la que nos permite ser benditos para llevar bendición a nuestros hijos y futuras generaciones. La única condición para ello es “estar unidos a Cristo” lo cual no da el derecho a recibir las promesas de nuestro Padre Dios. Al identificarnos con la fe de Abraham y recibir a Cristo en nuestro corazón, pasamos a ser parte de su pueblo. Podemos decir que venimos de los lomos de Abraham, que somos linaje suyo y, por tanto, herederos de la misma promesa de bendición. Esto nos lleva a entender que todo lo que vivimos ahora es por fe y viviendo por fe, disfrutamos de sus enormes bendiciones como:
-Vida libre de paradigmas: La fe caracteriza al que tiene linaje, y como tal aprende a mover montañas de incredulidad, dudas, mediocridad y herencias de maldición
-Vive confiando en Dios porque experimenta su amor paternal que le hace una persona segura, decidida y victoriosa, capaz de romper las barreras del temor, el fracaso y la mediocridad
-Llamados a ser padres de multitudes: Nace en nosotros entonces el deseo de rodearnos de hijos espirituales, a quienes podemos comunicar consejo, dirección y formación, tal como lo hemos recibido de nuestro padre Dios, a través de nuestros líderes espirituales.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor Jesús, gracias por haber llegado a mi vida y darme el derecho de ser hijo de Dios. Cuánto significado adquieren hoy tus palabras que me otorgan la dignidad más alta: la de ser bendito en la fe del creyente Abraham y heredero de sus promesas. Ahora sé que vivo para disfrutar esa bendición y comunicarla a otros. ¡Qué hermoso propósito para vivir!”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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