Dios nunca cambia
“Aún en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes: los sostendré y los libraré, dice el Señor” (Isaías 46:4). NVI
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 71:1-24; Josué 14:6-15
Se cuenta de un viejo manzano que tenía sus ramas arrugadas y secas; cada día se veía más seco y muerto. Pero llegó la primavera y las ramas con apariencia de muerte, volvieron a cubrir el árbol con hermosas hojas verdes y flores de colores, y muy pronto apareció su exquisito fruto. A pesar de la apariencia anterior seca y arrugada, por aquellas ramas corría una savia que mostraba su verdadera vida interior.
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Él es inconmovible, siempre permanece igual, nunca cambia. Como padre, ha prometido amarnos y bendecirnos y lo hará. Él cuidará de nuestra vida si tan solo lo reconocemos cada día y a cada instante. Hoy tenemos la extraordinaria oportunidad de acercarnos a un Dios cuyo amor permanece intacto y cuya fidelidad es eterna.
Una vida que día a día se fundamenta en Dios de esta manera, se desarrollará y fructificará. Aprenderá a vivir con vehemencia y a trabajar con ahínco y con tesón. Se esforzará y luchará manteniendo la misma diligencia hasta el final. No temerá al paso del tiempo, no tendrá inseguridad ni desánimo por ninguna circunstancia que suceda. Comprenderá que hasta lo último de sus años o de sus fuerzas es posible llevar fruto, prosperar y dejar un legado. La edad nunca será una excusa para no ver la gloria de Dios en su vida, y a través de ella, en la vida de muchos.
Conozcamos hoy la llave para una vida larga y próspera:
-Honre a su padre y a su madre. Así sembrará lo que más adelante va a recoger de sus propios hijos y de las personas en general
-No se aparte de las enseñanzas que Dios le da cada día… ¡son vida!
-Sea agradecido y cultive un lenguaje de alabanza a Dios
-Sonría siempre, es la mejor terapia contra la tristeza y la preocupación
-No tenga deudas, así podrá llevar la frente en alto
-Viva reconciliado con los demás. No permita que la amargura le reste fuerza y salud
-Acepte las pruebas con valentía, aprendiendo las lecciones que Dios le quiere dar, pensando que eso también pasará
-Piense siempre lo mejor de los demás. Calle cuando no tenga algo bueno qué decir
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, ¡Qué hermosa esperanza saber que aunque yo cambie, Tú permaneces fiel! Qué gran seguridad comprender que eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Enséñame a reconocer todos los días, que aunque pase el tiempo, te sigo necesitando tanto como cuando era tan sólo un niño. Gracias por seguir haciéndote responsable de mi vida. Gracias por ser mi Padre”
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 71:1-24; Josué 14:6-15
Se cuenta de un viejo manzano que tenía sus ramas arrugadas y secas; cada día se veía más seco y muerto. Pero llegó la primavera y las ramas con apariencia de muerte, volvieron a cubrir el árbol con hermosas hojas verdes y flores de colores, y muy pronto apareció su exquisito fruto. A pesar de la apariencia anterior seca y arrugada, por aquellas ramas corría una savia que mostraba su verdadera vida interior.
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Él es inconmovible, siempre permanece igual, nunca cambia. Como padre, ha prometido amarnos y bendecirnos y lo hará. Él cuidará de nuestra vida si tan solo lo reconocemos cada día y a cada instante. Hoy tenemos la extraordinaria oportunidad de acercarnos a un Dios cuyo amor permanece intacto y cuya fidelidad es eterna.
Una vida que día a día se fundamenta en Dios de esta manera, se desarrollará y fructificará. Aprenderá a vivir con vehemencia y a trabajar con ahínco y con tesón. Se esforzará y luchará manteniendo la misma diligencia hasta el final. No temerá al paso del tiempo, no tendrá inseguridad ni desánimo por ninguna circunstancia que suceda. Comprenderá que hasta lo último de sus años o de sus fuerzas es posible llevar fruto, prosperar y dejar un legado. La edad nunca será una excusa para no ver la gloria de Dios en su vida, y a través de ella, en la vida de muchos.
Conozcamos hoy la llave para una vida larga y próspera:
-Honre a su padre y a su madre. Así sembrará lo que más adelante va a recoger de sus propios hijos y de las personas en general
-No se aparte de las enseñanzas que Dios le da cada día… ¡son vida!
-Sea agradecido y cultive un lenguaje de alabanza a Dios
-Sonría siempre, es la mejor terapia contra la tristeza y la preocupación
-No tenga deudas, así podrá llevar la frente en alto
-Viva reconciliado con los demás. No permita que la amargura le reste fuerza y salud
-Acepte las pruebas con valentía, aprendiendo las lecciones que Dios le quiere dar, pensando que eso también pasará
-Piense siempre lo mejor de los demás. Calle cuando no tenga algo bueno qué decir
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, ¡Qué hermosa esperanza saber que aunque yo cambie, Tú permaneces fiel! Qué gran seguridad comprender que eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Enséñame a reconocer todos los días, que aunque pase el tiempo, te sigo necesitando tanto como cuando era tan sólo un niño. Gracias por seguir haciéndote responsable de mi vida. Gracias por ser mi Padre”
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