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jueves, 31 de mayo de 2012

El señor siempre responde


Creyendo en la respuesta de Dios
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;” (Colosenses 4:2)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 18:1-8

La oración en la vida de un cristiano, representa lo que para las plantas es un fertilizante; un medio a través del cual ven favorecido su desarrollo y crecimiento. La vida espiritual es como una planta que necesita cuidados, riego y podas que permitan al final del proceso obtener un hermoso fruto.

Muchas veces los hijos de Dios elevamos oraciones al Todopoderoso y ponemos en su altar alguna necesidad o petición especial, la cual, si no es respondida en el tiempo que nosotros creemos oportuno, con frecuencia nos desanimamos y desistimos; pero de acuerdo con lo que nos dice San Pablo en este pasaje, la actitud que debemos asumir es la de perseverar y dar gracias a Dios incluso por la aparente dificultad que estamos atravesando. La oración es el privilegio que tenemos los hijos de Dios de acercarnos a Él confiadamente. El sólo hecho de estar en su Presencia, es el mejor consuelo y la mayor respuesta que podamos tener.

La oración, como bien lo sabemos es hablar con Dios, y es la actividad más importante del cristiano: Buscarle para estar con Él, hablar con Él, descansar en Él; es decir, poner en práctica nuestra fe. Dios solamente busca el corazón de hombres y mujeres que estén dispuestos a creer en Él y a ejercitarse en la oración, la fe, y la perseverancia; actitudes que se logran solamente estando en la presencia del Señor, anhelando fervientemente sus atrios, hasta hallar su maravilloso consuelo, como el mismo rey David lo expresa: “En Dios solamente está acallada mi alma, de él viene mi salvación… alma mía en Dios solamente reposa”

Hoy podemos iniciar el camino de la perseverancia, el cual nos conduce a ver cumplidos todos nuestros anhelos. Pero, es necesario primero establecer en oración y con la dirección sabia de quienes cuidan nuestra vida espiritual, cuáles son aquellos objetivos que nos llevarán a la vida abundante y feliz que Dios quiere. Una vez definidas nuestras metas, lancémonos sin temor a la acción, con la seguridad de que la poderosa mano de Dios actuando en el fértil terreno de nuestra fe, dará los más extraordinarios frutos. Recuerde que la fe no puede menguarse si las respuestas de Dios tardan en llegar; la demora puede tener como objetivo formar el carácter de Cristo en nosotros. Si se cansa de orar tenga presente que Dios está ahí, siempre escucha, y lo mejor, siempre actúa; tal vez no como queremos, pero si como Él considera que es mejor.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre eterno, hoy puedo descansar en tus promesas porque soy heredero de ellas, gracias por enseñarme que dependo de ti y que en ti todo lo tengo. Enséñame a esperar confiado, a disfrutar de tu amor y tu cuidado, haciendo tu voluntad, mientras Tú trabajas en aquello que me vas a responder. Regálame el don de perseverar, así veré siempre tus respuestas, a tu modo y en tu tiempo, que es el perfecto, el preciso, el mejor”.
Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Confrontando Temores


Haciendole frente a los miedos y temores.
“Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aún el viento y el mar le obedecen?” (Marcos 4:40-41)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Marcos 4:35-41; Hebreos 13:5-6

Todos los seres humanos experimentamos miedos, temores y fobias; pero cada uno de nosotros reaccionamos diferente frente a cada uno. El miedo es un sentimiento de inquietud causado por un peligro real o imaginario.

No cabe duda que los discípulos de Jesús eran pescadores experimentados, que conocían el Mar de Galilea, pues habían vivido y trabajado en el lugar toda su vida; enfrentaron una crisis personal de miedo que los llevo incluso al pánico a causa de una gran tormenta desatada en medio del lago. Las circunstancias eran reales, pero su imaginación los llevó a creer que morirían ese día.

Estaban con el Maestro, pero lo subestimaban; aunque habían visto a Jesús hacer muchos milagros, su inseguridad no les permitió creer que esa situación también la tenía Jesús en sus manos. Por lo tanto, el miedo que se inició en ellos, iba tornándose en angustia y pánico; que muy seguramente comenzó en uno o dos de ellos, pero luego se apoderó de todo el grupo; hasta el punto de creer que al Señor Jesús no le importaba lo que estaba sucediendo. Aunque la tormenta era real, Jesús les confronta por su falta de fe.

Muchas veces nosotros como hijos de Dios también experimentamos este tipo de situaciones, cuando sentimos miedo y creemos que Jesús está desentendido de lo que nos sucede; nuestros miedos pueden convertirse en verdaderas tormentas internas, frente a situaciones como el futuro, las enfermedades, la muerte, la soledad, la crisis económica, las catástrofes naturales, las relaciones afectivas, la familia, etc. Pero la palabra de Dios nos ratifica que el remedio para este mal es la fe, y ésta puede llegar a ser el recurso más poderoso e inquebrantable cuando de hacerle frente a los miedos y temores se trata.

HABLEMOS CON DIOS

“Bendito Señor gracias por recordarme cuán atento estás a mi vida y a todo lo que sucede a mi alrededor. Hoy creo que tengo en mis manos el recurso más poderoso para hacerle frente a mis miedos y temores; dame la medida de fe necesaria para creer que contigo todo lo puedo, porque me fortaleces. Gracias por tu protección, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 28 de mayo de 2012

Mi Alabanza


Mi alabanza de gratitud
“Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila.” (Salmo 103:1-5)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 103:1-22

Por lo general existen diferentes formas que la gente usa para recordar las cosas, sobre todo aquellas muy significativas para su vida. Una de ellas es el “diario”. Cuando yo comencé mi vida cristiana, comencé a escribir un diario que me recordara las cosas, favores o prodigios que Dios hacía en mi nueva vida como hija de Dios. Allí escribía todo lo que me sucedía en mi nuevo caminar con el Señor; las cosas grandes y pequeñas. Esto era asombroso para mí porque fui descubriendo lo maravilloso que es recordar lo que Dios hace por sus hijos. Hoy no llevo un diario como antes porque tengo el mejor diario de la vida que es Su Palabra.

El salmo 103 es una exhortación a recordar con gratitud lo que Dios ha hecho a nuestro favor. Y la verdad es que hay muchísimos motivos por los cuales debemos agradecer a Dios, por todos sus actos gloriosos que sin merecerlos recaen sobre nuestra vida. El rey David nos muestra en sus salmos que la forma más grandiosa de hacerlo es por medio de la alabanza; este acto es señal de gratitud. Así como David tenía suficientes motivos de gratitud con Dios, nosotros igualmente los tenemos. Cada día tiene que haber en nuestro corazón el agradecimiento que exprese el alma por todos los actos gloriosos de nuestro Padre Dios.

Algo muy importante que no podemos olvidar, es alabar a Dios cuando las cosas no están del todo bien, hacerlo en medio del problema o la dificultad, trae fortaleza y paz a nuestra vida, pues Dios nos recuerda que nada hay imposible para Él. Por difícil que sea nuestra vida, siempre tendremos cosas lindas que contar.

Nosotros somos frágiles, pero el cuidado de Dios es eterno. ¡Sus bondades nunca faltan!

HABLEMOS CON DIOS

Señor, humildemente te pido me perdones, pues muchas veces no veo todo lo que me das; si tan solo reparara cada día en tus obras únicas y portentosas, mi corazón se llenaría de gratitud por tu amor y por tu fidelidad. Pido al Espíritu Santo me conceda recordar cada día todos tus beneficios y bondades, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.

sábado, 26 de mayo de 2012

El Dar sin mirar a quien


La bendición del Dar

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Mateo 6:38)

PASAJE COMPLEMENTARIO: LUCAS 8:1-3; 2 Corintios 9:1-15

Son varios los pasajes que podemos encontrar en la Biblia acerca de las bendiciones del dar, y es que dar significa proveer, ceder, proporcionar, transmitir y transferir algo. En el pasaje anterior el Señor nos desafía a dar y nos asegura recompensas grandes. Cuando decidimos dar, implica dar mucho más allá de lo material; además, implica cultivar una actitud gozosa al momento de hacerlo.

La Biblia hace referencia a la intervención oportuna de algunas mujeres en el ministerio de Jesús; que movidas por una sincera gratitud, por haber recibido un beneficio, se comprometieron a dar de sus bienes personales; como también de su tiempo y talentos, porque viajaban junto con Jesús y los discípulos a los lugares donde iban predicando el evangelio.

No cabe duda que ellas estaban felices por haber conocido al ser más maravilloso, a Jesús, quién les había brindado la oportunidad de comenzar una nueva vida, dándoles el regalo de la salvación. Jesús, les había mostrado lo valiosas y talentosas que eran, al permitirles que lo siguieran a los distintos lugares donde Él viajaba a predicar.

Ellas practicaron la generosidad, y no cerraron sus manos y menos su corazón para dar lo mejor de sí mismas; y pasaron a la historia, como mujeres de valor, recibiendo “medida buena, abundante... medida incontable de amor… de fidelidad, de provisión…” por parte de Dios. Cristo es nuestro modelo para imitar, es la máxima expresión de generosidad, entrega, renuncia, amor, etc. Es por ello, que al ser impactados por su amor, una de las respuestas inmediatas es volvernos dadivosos, generosos y colaboradores. Pidamos a Dios que nos permita dar con alegría con regocijo, que nos permita dar lo excelente, lo mejor.

HABLEMOS CON DIOS

Señor, gracias porque Tú también has sanado y librado mi ser. Ahora estoy en tus manos y me dispongo también para darte lo mejor de mi vida. Dame un corazón generoso con mi prójimo, porque mientras dependa de tu provisión, nada me faltará.


Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 25 de mayo de 2012

Orar por los nuestros

Orar por los que queremos
“Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva”. (Lucas 8:50)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 8:40-56

El sufrimiento de nuestros seres queridos no sólo nos debe causar tristeza, sino que debe impulsarnos a estar de rodillas y rogar a Dios por su intervención. Algunas veces la respuesta de Dios a nuestra necesidad viene enseguida, nuestra preocupación termina y lo solucionamos con un rápido «gracias Señor»; pero en aquellas circunstancias en las cuales el problema persiste por horas, días e incluso años ¿qué actitud es la que asumimos?

La Biblia nos relata un hermoso ejemplo de fe. Un hombre llamado Jairo, uno de los principales de la sinagoga, vino ante Jesús, y postrándose a sus pies le rogaba que le acompañase a casa donde se encontraba su única hija agonizando; mientras esto sucedía, vinieron de su casa con la lamentable noticia que su hija acababa de morir. Le invito a que piense por un instante que usted es el hombre de la historia. Colóquese en su lugar y estará de acuerdo en que seguramente la aflicción y el desaliento lo invadirían, su mente y corazón se sumirían en la más absoluta tristeza y sin ninguna esperanza, volvería a casa a enterrar a su hijita. Sin embargo, antes que Jairo pudiera reaccionar, Jesús escucha la noticia y con profunda compasión y autoridad al mismo tiempo, le dice las más maravillosas y esperanzadoras palabras: “No temas; cree solamente, y será salva”.

Jairo pudo haber creído a sus parientes que le decían: “Todo está perdido” “Nada se puede hacer” “No molestes más al Maestro” “Tu hija está muerta”, y perder toda esperanza, pero decidió oír y creer lo que Jesús le decía: “No temas”. Así lo hizo y su hija fue salva.

Querido amigo, esta es la respuesta que todo aquel que se presente ante Dios para clamar y rogar por su familia, recibirá departe del Todopoderoso. Lo único que debemos hacer es cultivar una fe genuina. Que sepamos muy bien quién es nuestra esperanza.

Puede ser que usted esté enfrentando hoy una situación de dolor, un problema de salud o una necesidad económica, y a pesar de su insistencia no haber recibido respuesta y solución. Hoy le invito a renovar su fe, su entrega a Dios y su esperanza en Él. Aférrese mucho más fuertemente al regazo de su Padre celestial, mientras escucha sus alentadoras palabras: “¿Habrá algo que sea difícil para mí?”

HABLEMOS CON DIOS

“Señor Jesús, confieso que muchas veces pierdo la paciencia y me desanimo ante circunstancias difíciles que mi familia atraviesa. Enséñame a creer, ayúdame a confiar. Sé que no debo escuchar las voces desalentadoras del mundo sino la voz del que todo lo puede, del que está por encima de toda situación. Enséñame a entender tu método y a esperar los tiempos de tu respuesta. Oh Señor, yo creo que Tú me responderás, que esta situación pasará y que mi familia conocerá que Tú eres nuestro único proveedor y sustentador. Amén”

Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 22 de mayo de 2012

La oración aleja la aflicción


La Oración.
“De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.” (Salmo 119:90-92)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Hebreos 12:1-14

Todos pasamos por algún tiempo de nuestra vida por dificultades o adversidades, estas situaciones tienen que ver con tiempo de aflicción, angustia, preocupación, calamidad, dolor, etc. En esos momentos cuando se precisa poner en práctica nuestra fe, orando sin cesar y dejando que Dios nos de su fortaleza; la fe y la oración nos dan la capacidad de ver oportunidades en medio de los problemas y avanzar. De modo que cuando vengan esos tiempos inesperados, no se resienta, sino tenga en cuenta lo que dice el Manual de Vida “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Los problemas que nos rodean son reales, pero Dios es más real y más poderoso que todos los problemas juntos. La aflicción es un problema devastador. ¿Qué hacer? Basta con levantar la mirada hacia las alturas desde donde Dios mira y quiere cambiar las cosas (Isaías 43:19). Uno de los beneficios más grandes de la oración es aprender a usarla como el mejor instrumento para enfrentar las dificultades que a veces amenazan con destruirnos. Tal vez la situación difícil que estemos atravesando nos lleva a creer que no hay salida, ni respuesta; que ya no tenemos esperanza, razón por la cual nos sentimos tan afligidos. Es entonces cuando necesitamos tener una relación íntima con el Padre, y clamarle. En mi vida he aprendido estos dos aspectos claves para enfrentar victoriosos los momentos de aflicción:

* Dejemos de mirar el problema y concentrémonos en buscar la solución de Dios. Quitemos los ojos de la dificultad y levantemos la mirada a él. Nos encontraremos con su sonrisa que comunica paz; su mirada nos da la seguridad que no estamos solos; con su mano extendida, da respuesta oportuna a nuestra necesidad

* Apartemos diariamente un tiempo de reposo con Dios. Un tiempo que nos permita buscar sin interrupciones la dirección de él, conocer sus pensamientos y tomar nuevas fuerzas para lo que falta del camino

HABLEMOS CON DIOS

“Padre bueno, me acerco a ti con un corazón humilde que reconoce la necesidad de tu amor y dirección. No permitas que dude de tu amor en ninguna circunstancia por mas difícil que parezca, ayúdame a entender el propósito en cada situación, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 21 de mayo de 2012


Una madre excepcional
“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:13)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Isaías 66:10-14; Salmo 48:1-14

Toda palabra de Dios es una permanente invitación a disfrutar la vida abundante, próspera y fructífera que sólo Él nos puede dar. Todo mandamiento, precepto y ordenanza establecidos por Dios en su Palabra no es otra cosa que la forma como Dios ha decidido bendecirnos. Hay muchas promesas en las Escrituras que específicamente se refieren a ser receptores de grandes bendiciones, por tener en alta estima una tierra que Dios ama, Jerusalén. Es la tierra escogida por Dios, es la morada o habitación del Señor, es la tierra Santa. Visitar Jerusalén es ir a un encuentro personal con Dios, volver sobre las huellas de Jesús, comprobar que la Biblia sigue vigente y asumir un compromiso con la visión de ganar el mundo para Cristo.

Es cierto que podemos acercarnos a Dios en cualquier lugar, pero aquel que con una adecuada visión espiritual y sobre la base de esas promesas, se da una cita especial con su Papá Dios en su propia casa, disfrutará de ella. Ahora bien, esta bendición que Dios promete es integral, es decir, abarca todas las áreas de nuestra vida, como la bendición que viene de una madre para sus hijos: Seguridad y confianza en la protección divina, paz y sosiego en medio de las circunstancias difíciles, salud y fortaleza física, restauración y sanidad de las heridas y faltantes en el alma, avivamiento y poder al espíritu, prosperidad y bienestar en toda obra de nuestras manos, bienaventuranza y protección para nuestra tierra.

Pero, como si fuera poco, también el Señor ha prometido alegrarnos con Jerusalén. Cada peregrino que sube a Tierra Santa ha podido experimentar cómo Dios cambia su lamento en baile y llena su ser de un gozo inexplicable, el gozo de su santa Presencia. Es esta profunda seguridad y confianza, que nos da fuerza para luchar y seguir adelante victoriosos sobre todo problema y circunstancia, la que conocemos como El Consuelo de Dios. Es mucho más que la palmadita en la espalda. Es la certeza de su Presencia viva, palpable y real, que cambia nuestra debilidad en fortaleza, nuestra tristeza en alegría, nuestra incertidumbre en esperanza. Es la Presencia que lo llena todo, lo suple todo y lo satisface todo.

 HABLEMOS CON DIOS

“Señor, gracias por ser mi Padre y reservar una bendición tan grande para mi vida en Jerusalén. Hoy te pido que guardes y protejas este lugar único sobre la tierra. Concédeme la bendición de subir este año a Jerusalén, para disfrutar allí de tu amor y tu consolación.”.
Lolita Cruz de Chamorro.

sábado, 19 de mayo de 2012

La unica seguridad

El único lugar seguro
“Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.” (Salmo 32:7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 61:1-8

Una de las historias preferidas de mis hijos cuando estaban pequeños, era la de los tres cerditos. Les encantaba que les repitiera una y otra vez cómo uno de ellos había construido una casita tan resistente y poderosa que el lobo, por más que sopló con todas sus fuerzas, no la pudo derribar. Aunque tomó más tiempo construirla pues tuvo que fabricar sus propios ladrillos y mezclar el cemento, quedó tan sólida que sirvió para protegerlo a él y a sus dos hermanos, quienes por ahorrar tiempo y esfuerzo, construyeron unas casitas con lo primero que encontraron en el campo: paja, palos de madera, cartones, etc. Así que las casas que construyeron fueron endebles y frágiles, y con gran facilidad el lobo las echó abajo.

La moraleja se aplica perfectamente a nuestro diario vivir. La vida está llena de situaciones de las que debemos aprender a sacar el mejor provecho posible, circunstancias que a diario ponen a prueba nuestro carácter y dificultades que nos desafían no a ser mejores, sino excelentes. Muchos buscan ayuda infructuosa y refugios que los dejan totalmente vulnerables: el esoterismo, un amigo, un préstamo, el amor de alguien. Pronto este refugio cae, quedando nuestra vida totalmente expuesta y en peligro.

Por el contrario, Dios nos promete permanente y poderosa protección. Por más fuertes que creamos ser, nunca nuestras fuerzas serán superiores a la fortaleza que nos da el Señor. Por eso debemos apropiarnos de esta promesa y creer que sólo el Señor puede ser nuestro refugio, nuestro lugar seguro, donde ningún enemigo nos puede alcanzar, donde nada ni nadie nos puede dañar; donde toda necesidad tiene respuesta y ninguna preocupación llega a convertirse en angustia.

¿Qué clase de refugio busca usted?

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Señor, hoy me propongo ir a Ti, abrigarme bajo la sombra de tus alas, disfrutar de tu protección y tu cuidado. Sé que esto implica estar dispuesto a obedecer y a confiar, y… ¡lo estoy! Nunca buscaré otros brazos aparte de los tuyos. Nunca sacrificaré mi seguridad por mi obstinación, al creer que yo puedo cuidar de mí, mejor que Tú. Bajo tu cuidado me quedo seguro. ¡Gracias Señor!”.


Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 18 de mayo de 2012


Reconciliado con Dios
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Job 22:21-30

Una historia cuenta que un hombre pasó muchos años en la cárcel; terminaba por fin su condena, y lo único que le interesaba era pedirle perdón a su padre por todo el dolor que le había causado, si era que aún vivía. Escribió una carta pidiéndole perdón y que le diera una señal para saber si efectivamente había podido perdonarlo.

La señal consistía en que el padre colocaría un pañuelo blanco en el viejo árbol que estaba enfrente de la antigua casa paterna, en caso de haber perdonado a su hijo. Si al pasar en el autobús veía el pañuelo, entonces se quedaría con su padre. Si no veía nada, entendería que no le había perdonado y continuaría su camino. Cuando llegó el momento, la emoción le embargaba y no pudiendo mirar por sí mismo, pidió a su compañera de asiento que le relatara lo que veía. La mujer no pudo decir nada, así que abriendo sus ojos para ver qué sucedía, se encontró con algo que no podía creer. No había un pañuelo blanco… ¡el árbol estaba lleno de pañuelos blancos! Así queridos amigos es el amor perdonador y restaurador de Dios. Él toma la iniciativa y busca al hombre para reconciliarse con él, para quitar toda barrera que el pecado levantó, para borrar la culpa y limpiar la maldad, para que el hombre pueda volver a disfrutarlo como Papá. Él es fiel y justo, y por eso está dispuesto a perdonarnos sin importar qué tan grave haya sido el error. Su amor es más grande que cualquier falta.

Lo único que se requiere es que nos acerquemos a Él humildemente, reconozcamos y confesemos nuestros pecados y tomemos la decisión de apartarnos de ellos, viviendo sólo para agradarle. Así nos lo enseña el Señor Jesús cuando salvó a la mujer sorprendida en adulterio, al evitar que fuera apedreada por los hombres del pueblo. Le miró con profundo amor y compasión, y viendo el arrepentimiento que ella tenía, le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11). Su arrepentimiento debía acompañarse de una clara intención de cambiar, de apartarse de sus antiguos caminos. Sólo así podría disfrutar permanentemente de este maravilloso perdón.

HABLEMOS CON DIOS

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado… Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmo 51:1-2,10).
Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 17 de mayo de 2012

La Prosperidad al diligente

Prosperidad para el diligente
“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (Proverbios 13:4) PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 10:4-5; 2 Timoteo 2:6; 2 Tesalonicenses 3: 6-12 Definitivamente Dios siempre premiará con prosperidad la diligencia, la tenacidad, la prontitud y la excelencia que tengamos para realizar todas las cosas. Pero no derramará bendiciones sobre el negligente, el perezoso, el cómodo o el que busca beneficiarse del esfuerzo o del trabajo de otros. Dios es un Padre y jamás nos excusará ni alcahueteará. Además, quiere que lo imitemos y que seamos como Él: personas creativas, productivas, fructíferas. Él mismo nos da ejemplo de trabajo y esfuerzo, pues como dice el Salmo, todo el tiempo vela por nosotros: “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Salmo 121:3-4) “El alma del perezoso desea y nada alcanza”. Esta es una de las razones por las cuales, las personas se empobrecen, porque caen en el síndrome de solo desear, pero no hacen nada al respecto para salir de la situación en la cual se encuentran. La prosperidad va de la mano de la diligencia, requiere una actitud victoriosa ante la vida y premia a los proactivos, es decir, a los que no se quedan esperando a que las oportunidades lleguen a su puerta, sino a los que salen a buscarlas. Bien dice la escritura, “pedid y se os dará; buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; todo aquel que busca, halla y todo aquel que llama se le abrirá” (Lucas 11:9-10). El premio se lo llevan aquellos que se esfuerzan y luchan, los que no se dan por vencidos, los que perseveran y pagan el precio del sacrificio. Es una gran verdad que en toda labor hay fruto, lo cual nos lleva a comprender que si alguien no prospera, es porque no está haciendo las cosas como corresponden. Gran parte del éxito o del fracaso tiene que ver con la actitud que tengamos hacia la vida. Si tenemos una actitud positiva, esto es, esforzada y valiente, como he dicho anteriormente, tenemos mayores probabilidades de que nos vaya bien, pero si tenemos una actitud negativa, no existe ni la más mínima posibilidad de que nos vaya bien. Esto me recuerda lo que escribió el sabio Salomón, “cual es el pensamiento del hombre en su corazón, tal es él”. Si usted piensa que le va a ir bien, le irá bien; pero si usted está convencido que le irá mal, pues así serán sus resultados. Si en algo debemos ser diligentes, es en tener una mente y un corazón renovados, es decir, no abrigar pensamientos de derrota, fracaso o frustración. HABLEMOS CON DIOS “Padre, sé que todo lo que me enseñas es porque me amas y deseas lo mejor para mi vida. Sé que tu propósito conmigo es bendecirme, prosperarme, y que nada me haga falta. Pero sé que has establecido caminos rectos y sendas claras para que yo alcance esa prosperidad. Fortaléceme para que tomando el camino de la diligencia, encuentre la abundancia que Tú quieres para mí”. Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 15 de mayo de 2012

Seremos una sola carne

Una sola carne
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Efesios 5:31) PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 5:21-33 El mundo se debate en medio de la desintegración familiar y la disolución del vínculo sagrado del matrimonio. Cada vez, de una manera más fácil y rápida, los hogares se destruyen lesionándose profundamente las bases mismas de la sociedad. Sin embargo, surge la esperanzadora palabra de Dios, asegurando que es posible la paz social porque es posible la unidad familiar. Es posible que hombre y mujer se amen a tal punto que quieran renunciar a su vida egoísta y decidan vivir el uno para el otro, y juntos para sus hijos. Dios asegura la bendición y el respaldo total al matrimonio y a la familia. Sin embargo, es prácticamente imposible establecer una relación ideal que disfrute de una unión indivisible a través del vínculo perfecto del amor, a menos que tanto el hombre como la mujer estén dispuestos a establecer una íntima relación con Jesucristo. El consejo de la virgen María a los sirvientes, en aquella sencilla boda de Caná de Galilea, sigue siendo vigente hoy para cada uno de los que tenemos la responsabilidad y el privilegio de formar un hogar: “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:5) Si seguimos las instrucciones que Dios nos da, será posible estar casados y ser felices. La primera instrucción, después de establecer una correcta relación con Dios, es hacer del matrimonio la relación prioritaria, por sobre todas las demás. No significa descuidar las otras, por ejemplo, la relación con los padres; no se trata de hacerlos a un lado, o dejarlos en un segundo plano. Lo que Dios nos enseña es que ahora esposo y esposa son uno solo, y los padres merecen amor y honra de parte de los dos. Pero en cuanto a los esposos, ninguna influencia puede ser mayor entre ellos que la de Dios. Busquemos establecer en cada matrimonio la unidad que es en torno a Él y a su Palabra. Veremos entonces el respaldo, la protección y la bendición a los hogares, de tal manera que nada ni nadie los pueda separar: Siempre se mantendrán unidos, indivisibles, inseparables, es decir, una sola carne. Permita que el amor de Dios llene su corazón y el de su cónyuge para que nunca se apague el amor en sus corazones. HABLEMOS CON DIOS “Señor, en este día tomo la decisión de amar a mi cónyuge, de acercarme para darle un beso y abrazarle con ternura, pedirle perdón y comenzar de nuevo. Sé que nuestras buenas intenciones no son suficientes para mantener el hogar. Te necesitamos a ti. Toma el control de nuestra familia. Siéntate en el trono de nuestro hogar. Te declaramos nuestro Rey, nuestro Príncipe de Paz. Te pedimos que hagas de cada miembro de nuestra familia, la persona que Tú quieres que sea”. Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 14 de mayo de 2012

Limpiados para dar frutos
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1-2) PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 13:6-9 Un padre podaba un árbol ante la mirada atónita de su hijo. El pequeño no entendía por qué su amoroso padre, quien le insistía acerca del especial cuidado que se debe tener por la naturaleza, tomaba el machete y cortaba con violencia las ramas de la hermosa Ceiba que el abuelo había sembrado años atrás en el jardín. Sin embargo, al pasar el tiempo, el árbol se veía más hermoso que nunca, sus brotes eran verdes, sanos y parecía mucho más fuerte que antes. Es increíble que situaciones que muchas veces rechazamos y no quisiéramos vivir, sean precisamente las experiencias más formativas para nuestra vida. Cuántas veces, por ejemplo, muchos han menospreciado y se han quejado de su trabajo u oficio durante mucho tiempo, hasta que al fin son librados de ese “tormento” a través de una carta de despido; entonces, se lamentan profundamente, y sólo en ese momento reconocen el valor y la importancia del trabajo, aprenden a no quejarse, a hacer las cosas con amor y a ser agradecidos. Definitivamente el amor de Dios manifestado en corrección y disciplina es tan necesario como el amor de la ternura o el amor de la instrucción. ¿Qué sería de una planta si el labrador no limpiase sus ramas, no quitase las hojas secas, no retirase la maleza de su alrededor o no sujetase sus ramitas para que crezcan derechas? No podría desarrollarse y crecer. Es por eso que el Señor nos compara con plantas de vid, vivaces y trepadoras, con vástagos muy largos, flexibles y bastante fructíferos. Pero estos vástagos continuamente deben ser podados y limpiados, con el fin de promover el crecimiento y así producir mucho fruto. Reconozcamos que algunas áreas de nuestra vida necesitan ser limpiadas, sanadas o restauradas. Permitámosle al Señor hacer esa poda en nuestra vida para ver el fruto que Dios quiere producir en nosotros. ¿Cómo reacciona usted cuando pasa por aquellas disciplinas que Dios le aplica, con el fin de fortalecer su carácter y aumentar su fe? HABLEMOS CON DIOS “Señor, entiendo que he sido diseñado para dar fruto, para experimentar bendición en todas las áreas de mi vida, pero también para ser factor de bendición a quienes me rodean, donde quiera que esté. Sé que esto sólo es posible cuando estoy firmemente adherido a ti, y aun en estas circunstancias, muchas veces necesito ser limpiado para dar más fruto. Cumple tu perfecta voluntad en mi vida y no permitas que me aparte de ti.”. Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 11 de mayo de 2012

A ti Mujer de Dios

Modelo de mujer
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10) PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 31:1-31 La palabra de Dios nos advierte de lo inútil que resulta para una mujer dedicar toda su atención y su esfuerzo, dándole la máxima prioridad de su vida, a algo pasajero y meramente externo como es la belleza física. También es algo que las madres israelitas enseñan hasta hoy a sus hijos, siguiendo el ejemplo de la madre del rey Lemuel, quien conociendo que escoger una esposa, es una de las decisiones más definitivas para la felicidad de un hombre, enseñaba a su hijo, a través de estos proverbios, a ver lo verdaderamente valioso e imperecedero en una mujer. La belleza física disminuye y se deteriora con el tiempo. La belleza interior, la del espíritu, se acrecienta con los años. Es por eso que la Biblia no exalta a la mujer bonita, atractiva, culta, bien vestida, sensual, inteligente o rica, sino a la que tiene riqueza espiritual. Aunque un rostro agraciado, unas facciones delicadas y armónicas, un cuerpo bien formado, sean atributos que los seres humanos aprecian muchísimo, Dios siempre nos enseña a no quedarnos en lo que nuestros ojos ven, a no ocuparnos meramente de las cosas de este mundo transitorio, pues esto es causa de tristeza y aflicción. Nos insta a ocuparnos de las cosas del espíritu, aquellas que le pertenecen al Dios eterno, porque esto es vida y paz. Ahora bien, la mujer que teme a Dios es aquella que busca estar en comunión con Él, bebiendo del agua viva de su Palabra, y viviendo para agradarlo con sus pensamientos, palabras, y actitudes. Es una mujer que depende total y absolutamente de su Creador, por lo cual, avanza feliz, siendo poseedora de una mente sana, unos sentimientos controlados y una voluntad firme a sus propósitos; además, cuida y ejercita su cuerpo para mantenerse sana y vigorosa. En cuanto a su relación con los demás, es segura y libre, amorosa y fiel, no guarda rencor, siempre alienta con sus palabras. Es una buena esposa, madre y amiga. Cuida con esmero de su hogar y de ella misma, cultivando una belleza integral. Sus hijos, esposo y amigos la alaban, pues de ella emana el amor, la prudencia y la sensatez. Ser esta clase de mujer, no es inalcanzable como algunas lo creen, lo importante está en no mirar nuestras limitaciones, sino mirar al que nos dice que siempre nos ayudará, a nuestro Padre Dios. Ese es el secreto de muchas mujeres que hoy son felices portando su mayor tesoro: la virtud. HABLEMOS CON DIOS “Señor, no quiero pasar mi vida esforzándome por impresionar o captar la atención de los que me rodean por medio de mis atributos físicos o intelectuales, sino por la sabiduría que nace en mi comunión contigo. Enséñame a dejar huellas de bendición en aquellos a quienes amo y por quienes quiero convertirme en una mujer diferente, libre de todas aquellas cosas que no me dejan disfrutar de tus promesas de bendición. Necesito depender de ti como la fuente de mi vida, de tal manera que me sea imposible caminar si Tú no vas delante de mí. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 10 de mayo de 2012

Ser luz como tu, Señor....!

El llamado a ser luz
“Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo… Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Isaías 49: 5-6) PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Juan 2:7-11 Los planes que Dios tiene para cada uno de nosotros superan siempre todas nuestras expectativas. Todo sueño, anhelo o aspiración que tengamos, por muy grande que nos parezca, se quedan muy cortos frente a lo que Dios ha preparado con extremo cuidado y suficiente anticipación. Es más, podemos recordar exactamente sus palabras e impresionarnos por sus alcances: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). La grandeza de los planes de Dios está relacionada con el propósito de ser luz para el mundo. Esto fue lo que también el Señor Jesús manifestó a sus discípulos cuando les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Ahora bien, el llamado a ser luz implica estar dispuestos a entregar cada rincón de nuestro corazón, el señorío de todo nuestro ser al Espíritu Santo, pues sólo de esta manera su acción se ejecuta sobre todos los aspectos de nuestra vida y se evidencia en una experiencia de salud total. Comenzamos a disfrutar la vida abundante, con sentido y felicidad que Cristo ganó para nosotros en la cruz. Pero, si bien es cierto, Él se entregó para que fuésemos salvos, su objetivo va más allá: Restaurar la tierra a través de nuestra vida. Esto quiere decir, que quienes recibimos la luz de Dios, a Jesucristo, ahora somos llamados a iluminar la vida de otros. ¿Se puede ocultar una ciudad que está en la cima de una montaña? Por las noches, su luz se ve a la distancia. De igual manera si dejamos que Cristo viva a través de nosotros, siendo llenos de su amor, manifestando su bondad hacia nuestro prójimo, siendo sensible a las necesidades de los demás, siendo ejemplo de integridad y enseñando a otros acerca de Jesús, entonces comprenderemos el verdadero propósito de nuestra existencia: Ser verdaderos luminares en el mundo. Esta luz tiene que alumbrar primero en el hogar que Dios me dio. HABLEMOS CON DIOS “Señor Jesús, qué maravilloso que siendo Tú la luz, me hagas a mí también luz. Te entrego mi vida para que hagas con libertad la obra de sanidad y restauración que necesitas para que así pueda manifestar tu luz al mundo. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La Búsqueda de Dios

La mas importante búsqueda
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33) PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 18:18-30 Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús de Nazaret, en razón a la enseñanza que impartía a sus discípulos acerca de lo verdaderamente importante, aquello en lo que debían invertir su tiempo y sus energías y lo cual debía representar su verdadero tesoro. Al notar la gran preocupación que la mayoría de los seres humanos tienen en asegurar su bienestar aquí en la tierra, afanándose y angustiándose por tener una provisión segura de comida, vestido y todas las cosas materiales, les hace ver que la vida del hombre es mucho más que esto. Dios nos creo para trascender, para dejar una huella eterna, para realizar obras excelsas de carácter eterno, es decir, que queden aún después de nuestra partida a su presencia y que sigan dando fruto, aun cuando ya no estemos en esta tierra. Nos habla de un verdadero propósito para vivir: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, quiere decir, trabajar para que cada corazón humano conozca a Jesucristo y reciba el regalo de la Salvación, sea justificado delante de Dios y entregue el señorío de su vida a Él, convirtiéndose en un instrumento de justicia y de paz en la tierra. Todos hemos recibido un llamado, una misión eterna, ser sacerdotes de Dios, embajadores para llevar el mensaje de reconciliación a través de Jesucristo a nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y hasta la última persona del planeta. Dios quiere que todos aceptemos esta responsabilidad, esta misión que Él nos ofrece. Desea que le sirvamos para poder recompensarnos como ningún jefe lo puede hacer, dándonos todas las cosas que un ser humano anhela o necesita para su felicidad. Su propósito es que las administremos sabiamente y las disfrutemos, sin aferrarnos a ellas, ni convertirlas en el gran objetivo de nuestra vida. Quien se aferra a las cosas, termina siendo esclavo, pierde su libertad, deja de ser feliz, cae en la avaricia, lastima a los seres que ama y finalmente desplaza al Dador por la dádiva, al tesoro por las añadiduras, haciendo el peor negocio de su vida. ¡Querido amigo, trabaje pensando en la eternidad y tendrá una vida trascendente, benéfica y valiosa! HABLEMOS CON DIOS “Padre bueno, hoy reconozco que necesito aprender a vivir para lo verdaderamente importante y trascendental. Perdóname por distraerme y preocuparme por las añadiduras. Mi Maestro Jesús, enséñame el camino para llegar al Padre y a los planes y propósitos que ha preparado para mí”. Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 8 de mayo de 2012

Tu ves nuestro sufrir Padre

Dios ve nuestro sufrimiento
“Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.” (2 Reyes 20: 5- 6) PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Reyes 4:8-37; Salmo 114:1-8 El más grande privilegio que tenemos como hijos de Dios es que poseemos una audiencia privada con nuestro Padre Celestial que no tiene límites de tiempo ni espacio. La falta de conocimiento sobre la vida de oración y sus magníficos resultados nos ha llevado en muchas ocasiones a vivir una vida escasa de poder y victoria, o a debatirnos en medio del dolor o la desesperanza cuando vivimos situaciones que son superiores a nuestras fuerzas o conocimientos, y que se nos hace imposible soportar o resolver. Este fue el caso del rey Ezequías ante la llegada inminente de la muerte. Sin embargo, hizo lo único que podía y sabía hacer en estas circunstancias: Oró, y Dios fue propicio a su necesidad. El poder de la oración es tan grande, que el Señor en su Palabra nos muestra de qué manera los hombres de fe alcanzaron sus propósitos y objetivos al disponerse a hablar con su Creador. Orar es comunicarnos de una manera directa con el único que puede dar solución a nuestras necesidades. A través de muchos momentos de gran necesidad, en los que he visto el respaldo sobrenatural y la gracia divina viniendo en mi auxilio o el de mi familia, he podido descubrir que existen varios principios que debemos aplicar para que nuestra oración sea respondida, los cuales puedo resumir como sigue: • Deseo Ferviente: Debe quemar ardientemente nuestro corazón. Una oración que no toca el corazón del que ora, tampoco tocará el corazón de Dios. Por esta razón debemos tener un genuino deseo delante de Dios. Ezequías lo hizo con lágrimas • Pedir: Algunas veces el corazón está deseoso, pero no obtiene lo que quiere, pues no hace una petición conforme a la voluntad de Dios • Obediencia: Dios oye mi oración, pero es necesario que aprenda a escucharle primero. Dios escucha la voz de aquellos que le obedecen • Fe: Es creerle a Dios, tener confianza en su misericordia y en su poder. Saber que lo que se espera en Él, llegará; lo que no se ve, se hará realidad • Alabanza: ¡Alegrémonos y demos gracias! La respuesta efectiva y certera siempre va precedida por la alabanza y la gratitud, pues esta es una actitud que viene de la confianza en que Dios es nuestro Padre y nos ama, y no en la urgente necesidad de ver resuelto un problema HABLEMOS CON DIOS “Señor Jesús, gracias por el hermoso privilegio de estar en tu compañía y de saber que Tú escuchas mi oración este día. Que todo motivo de preocupación o desazón, por pequeño o grande que sea, pueda convertirlo en oración; así mi mente y corazón serán guardados siempre en completa paz. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 7 de mayo de 2012

La mejor recompensa
“Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.” (Lucas 14:13-14) PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 6:1-18 Dar es una forma práctica de liberar nuestra fe y desarrollarla para ver grandes milagros en nuestra vida. Dios es en esencia un Padre dador, superabundante y generoso. Así lo ha manifestado siempre desde la creación. Con todo lo que hace, con cada una de sus obras, nos ha enseñado a dar y a hacerlo generosamente y sin medida. Pero la más grande prueba de su generosidad fue sin duda, la entrega de su Hijo Jesucristo, en ofrenda para la salvación de la humanidad. Veamos ahora el ejemplo que nos da Jesús: Lo dio todo y sin condiciones. Él se dio a sí mismo; dio su amor, su paz, su poder, su misericordia, su justicia, si tiempo, su descanso, su vida y su sangre. Se dio todo y nos dio ejemplo para que hiciéramos también lo mismo. Pero sólo existe una manera para dar así: El amor. Jesús estaba lleno de amor a su Padre y, por tanto, estaba lleno de amor a la humanidad. Podía darlo todo, porque amaba totalmente, aunque esto implicara recibir un castigo inmerecido y sufrir la ingratitud del mundo. Podía hacerlo lleno de gozo, sin tristezas ni reclamos, porque amaba a su Padre y se sentía amado por Él. Sabía que su recompensa no se la darían los hombres sino Dios, y esta es absolutamente inmejorable. Como hijos de Dios y discípulos de Jesucristo, estamos llamados a dar por amor, generosa y desinteresadamente; nuestra recompensa vendrá de Él. Saber esto nos produce una paz y una libertad maravillosas, pues ya no tenemos que esperar en las personas, de las cuales algunas veces lo que se recibe es la ingratitud, sino de nuestro generoso Dios, quien siempre actuará para cumplir sus propósitos sobrenaturales en cada uno de nosotros. Hoy le invito a que usted realice un convenio de bendición con Dios. Siembre una semilla de fe, dando lo mejor de usted a alguien que no tenga como pagarle, y ¡prepárese para ver extraordinarios milagros en su vida! HABLEMOS CON DIOS “Señor Jesús, muchas gracias por tu generosa entrega y desinteresado amor. Perdóname porque muchas veces he sido una persona calculadora y egoísta. ¡Cuántas veces he dado algo esperando recibir un beneficio, o para que otros me vean! Enséñame a amar como lo haces Tú, para dar lo mejor de mí mismo, especialmente a quienes más lo necesitan, y tener así las preciosas recompensas de mi Padre Celestial. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 4 de mayo de 2012

LAS PALABRAS

Palabras que enriquecen
“El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y le será pagado según la obra de sus manos” (Proverbios 12:14) PASAJE COMPLEMENTARIO: Colosenses 3:16-17; 4:6 Dios nos ha dado preciosos dones y uno de ellos es el de poder sembrar y preparar con anticipación aquello que anhelamos vivir. Sin embargo, hay muchos que no hacen una siembra adecuada, pues no realizan su mayor esfuerzo ni escogen la mejor semilla. Olvidan que hay un Dios justo, para recompensar a cada uno según lo que haya hecho. Conocer a Dios es estar completamente seguros de que no nos dará nada gratis, pues las mejores cosas de la vida y las que más valoramos, son aquellas que nos han requerido gran esfuerzo y nos han merecido gran disciplina y dedicación. Todo lo que hagamos, todo lo que digamos, tiene un efecto y trae una consecuencia. Según haya sido la semilla, así será el fruto. Ni siquiera las palabras, las cuales pensamos que se las lleva el viento, estarán exentas de juicio y valoración según la intención con la que fueron pronunciadas y el efecto que causaron. Así que cada día tenemos la oportunidad de sembrar lo correcto. La Biblia nos insta a sembrar con palabras y acciones, lo excelente, lo mejor. “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal y sus labios no hablen engaño” (1 Pedro 3:10) nuestras palabras son joyas que adornan la vida. Como nuestras palabras son concebidas y producidas en la mente, para luego ser manifestadas a través de nuestros labios, debemos procurar tener dominio propio sobre nuestros pensamientos primeramente, y segundo, sobre la manera como vamos a expresarlos. Aprendamos de la palabra de Dios ocho filtros, a través de los cuales podemos depurar nuestros pensamientos y palabras, de tal manera que edifiquen y produzcan bendición: El filtro de la verdad, la honestidad, la justicia, la pureza, la amabilidad, el buen nombre, la virtud, y por último, sólo pensar o decir algo digno de alabanza para Dios (Filipenses 4:8) HABLEMOS CON DIOS “Padre, gracias por enseñarme que lo que vivo hoy es consecuencia de lo que dije o hice ayer, y que hoy tengo la oportunidad de sembrar lo mejor para el mañana. Que tu Santo Espíritu me llene de poder para hablar y hacer siempre lo que edifica, lo que construye, lo que enriquece a otros; pues esto mismo me permitirás cosechar en todos los aspectos de mi vida. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 3 de mayo de 2012

Tu eres nuestro gozo

Fuente de gozo
“Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre” (Proverbios 5:18-19) PASAJE COMPLEMENTARIO: Cantares 1:1-17 Dios ha provisto para el hombre y la mujer, en cuanto a su relación matrimonial, una fuente de gozo permanente que no se agota con los años, como piensan la mayoría de los seres humanos, sino que puede proporcionar cada vez más felicidad, satisfacción y emoción a la vida conyugal. Cultivar esta relación de pareja, les llevará a disfrutar de ese renovado y fresco amor, y de la paz y bienestar en su familia y en la sociedad. Lamentablemente, para muchos, el acto íntimo no está cimentado sobre el amor mutuo ni está rodeado de un clima de tiernas expresiones de consideración y cariño, y por eso no pueden disfrutar de la armónica sinfonía emocional que Dios quiere para cada pareja matrimonial. Ese desajuste físico y emocional llevará inevitablemente a la frustración para uno o ambos cónyuges. Es necesario escuchar el consejo que una madre muy sabia dio a una pareja de recién casados, cuando tuvieron que enfrentar su primer problema matrimonial, el mismo día en que se celebraba la boda y que hubiera podido marcar un mal inicio para la relación. El vino para la fiesta se había agotado, y esto, en una cultura como la judía, representaba una grave falta de previsión de parte del novio y un desaire para con su esposa, su familia y sus invitados. Pero para tranquilidad de todos, los novios habían tenido el más grande de los aciertos, y es que habían invitado a su boda a Jesús. Él estaba allí y podía resolver cualquier inconveniente que se presentara. Él tiene la provisión que todo matrimonio, que todo hogar necesita para estar completo y feliz. Su madre, María, lo sabía, y por eso dice al encargado de la fi esta: “Haced todo lo que Él os dijere”. Así lo hizo, siguiendo al pie de la letra la instrucción que Jesús les dio. El vino abundó, la fiesta continuó. Todos fueron muy felices, como también lo serán todos aquellos matrimonios que hoy inviten a Jesús a vivir en medio de ellos, para que la provisión de amor, ternura, perdón y misericordia, dentro del hogar, nunca falte. Ponga cada día su matrimonio en las manos del Señor para que nunca les falte el vino del amor, ore por su cónyuge y confíe que Dios estará con ustedes. HABLEMOS CON DIOS “Padre bueno, perdóname porque muchas veces no he escuchado ni seguido tus instrucciones. Tú eres el vino que alegra mi hogar, mi matrimonio, mi vida. Hoy te pido con todo mi corazón que vengas a morar en mi casa, para que dispongas lo que ha de hacerse. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 2 de mayo de 2012

UNA CORONA DE VIDA

Una corona de vida
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12) PASAJE COMPLEMENTARIO: Romanos 4:1-18 “Corona de vida”, es una excelsa recompensa que ni siquiera alcanzamos a imaginar. Lo que sí sabemos es que todas las promesas que Dios da en su Palabra tienen el sello de: “Sí y Amén”. Primero pasará el cielo y la tierra, antes que sus palabras, hasta que todo se haya cumplido. Esta promesa está dada para todos aquellos mártires que por amor a Jesús mostraron valentía y arrojo, a tal punto que estuvieron dispuestos a morir antes que negar su fe o vituperar el nombre de Cristo. Sin embargo, esta corona también será dada a todos aquellos que salen victoriosos de las diversas pruebas que los hijos de Dios tendremos que pasar. Estas pruebas son absolutamente necesarias y útiles para enraizarnos en nuestra fe, para vivir en la dimensión de los milagros y desarrollar el carácter de Cristo. Además, la Biblia nos da la seguridad que Dios no va a permitir que seamos probados más allá de lo que podamos resistir (1 Corintios 10:13). Ahora bien, si cultivamos una permanente comunión con Dios y su Palabra, estaremos plenamente capacitados para enfrentar las diversas pruebas con gozo, confiados en la victoria, sabiendo que aunque en el mundo hay aflicción, Cristo ha vencido el mundo. Lamentablemente son muchos los cristianos que pierden el examen y se debilitan y desaniman. Ante cualquier problema, aflicción o amenaza, comienzan a razonar: “¿Si soy tu hijo, por qué me pasa esto?” Vale la pena aclarar en este punto, que las pruebas a las que se refiere este pasaje, son las que vienen a causa de nuestro amor a Dios, por asumir una posición radical respecto a sus verdades y principios, y por causa de la Gran Comisión, por llevar su mensaje hasta lo último de la tierra. De ninguna manera se refiere a las pruebas que vienen a la vida del cristiano a causa de su desobediencia, por su pecado, pues estas solamente se superan a través de un sincero arrepentimiento y un cambio genuino en nuestras actitudes y conductas. Nunca debemos pensar que las pruebas sean castigo, sino más bien experiencias formativas de gran provecho para crecer y madurar. HABLEMOS CON DIOS “Señor, gracias por tus hermosas enseñanzas. Quiero vivir arraigado en ti tan fuertemente que nada ni nadie me pueda separar. Ayúdame a ser un hijo valiente y definido, que sepa soportar las pruebas de fe y salir victorioso siempre, para recibir la corona de vida”. Lolita Cruz de Chamorro.