Creyendo en la respuesta de Dios
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;” (Colosenses 4:2)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 18:1-8
La oración en la vida de un cristiano, representa lo que para las plantas es un fertilizante; un medio a través del cual ven favorecido su desarrollo y crecimiento. La vida espiritual es como una planta que necesita cuidados, riego y podas que permitan al final del proceso obtener un hermoso fruto.
Muchas veces los hijos de Dios elevamos oraciones al Todopoderoso y ponemos en su altar alguna necesidad o petición especial, la cual, si no es respondida en el tiempo que nosotros creemos oportuno, con frecuencia nos desanimamos y desistimos; pero de acuerdo con lo que nos dice San Pablo en este pasaje, la actitud que debemos asumir es la de perseverar y dar gracias a Dios incluso por la aparente dificultad que estamos atravesando. La oración es el privilegio que tenemos los hijos de Dios de acercarnos a Él confiadamente. El sólo hecho de estar en su Presencia, es el mejor consuelo y la mayor respuesta que podamos tener.
La oración, como bien lo sabemos es hablar con Dios, y es la actividad más importante del cristiano: Buscarle para estar con Él, hablar con Él, descansar en Él; es decir, poner en práctica nuestra fe. Dios solamente busca el corazón de hombres y mujeres que estén dispuestos a creer en Él y a ejercitarse en la oración, la fe, y la perseverancia; actitudes que se logran solamente estando en la presencia del Señor, anhelando fervientemente sus atrios, hasta hallar su maravilloso consuelo, como el mismo rey David lo expresa: “En Dios solamente está acallada mi alma, de él viene mi salvación… alma mía en Dios solamente reposa”
Hoy podemos iniciar el camino de la perseverancia, el cual nos conduce a ver cumplidos todos nuestros anhelos. Pero, es necesario primero establecer en oración y con la dirección sabia de quienes cuidan nuestra vida espiritual, cuáles son aquellos objetivos que nos llevarán a la vida abundante y feliz que Dios quiere. Una vez definidas nuestras metas, lancémonos sin temor a la acción, con la seguridad de que la poderosa mano de Dios actuando en el fértil terreno de nuestra fe, dará los más extraordinarios frutos. Recuerde que la fe no puede menguarse si las respuestas de Dios tardan en llegar; la demora puede tener como objetivo formar el carácter de Cristo en nosotros. Si se cansa de orar tenga presente que Dios está ahí, siempre escucha, y lo mejor, siempre actúa; tal vez no como queremos, pero si como Él considera que es mejor.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre eterno, hoy puedo descansar en tus promesas porque soy heredero de ellas, gracias por enseñarme que dependo de ti y que en ti todo lo tengo. Enséñame a esperar confiado, a disfrutar de tu amor y tu cuidado, haciendo tu voluntad, mientras Tú trabajas en aquello que me vas a responder. Regálame el don de perseverar, así veré siempre tus respuestas, a tu modo y en tu tiempo, que es el perfecto, el preciso, el mejor”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 18:1-8
La oración en la vida de un cristiano, representa lo que para las plantas es un fertilizante; un medio a través del cual ven favorecido su desarrollo y crecimiento. La vida espiritual es como una planta que necesita cuidados, riego y podas que permitan al final del proceso obtener un hermoso fruto.
Muchas veces los hijos de Dios elevamos oraciones al Todopoderoso y ponemos en su altar alguna necesidad o petición especial, la cual, si no es respondida en el tiempo que nosotros creemos oportuno, con frecuencia nos desanimamos y desistimos; pero de acuerdo con lo que nos dice San Pablo en este pasaje, la actitud que debemos asumir es la de perseverar y dar gracias a Dios incluso por la aparente dificultad que estamos atravesando. La oración es el privilegio que tenemos los hijos de Dios de acercarnos a Él confiadamente. El sólo hecho de estar en su Presencia, es el mejor consuelo y la mayor respuesta que podamos tener.
La oración, como bien lo sabemos es hablar con Dios, y es la actividad más importante del cristiano: Buscarle para estar con Él, hablar con Él, descansar en Él; es decir, poner en práctica nuestra fe. Dios solamente busca el corazón de hombres y mujeres que estén dispuestos a creer en Él y a ejercitarse en la oración, la fe, y la perseverancia; actitudes que se logran solamente estando en la presencia del Señor, anhelando fervientemente sus atrios, hasta hallar su maravilloso consuelo, como el mismo rey David lo expresa: “En Dios solamente está acallada mi alma, de él viene mi salvación… alma mía en Dios solamente reposa”
Hoy podemos iniciar el camino de la perseverancia, el cual nos conduce a ver cumplidos todos nuestros anhelos. Pero, es necesario primero establecer en oración y con la dirección sabia de quienes cuidan nuestra vida espiritual, cuáles son aquellos objetivos que nos llevarán a la vida abundante y feliz que Dios quiere. Una vez definidas nuestras metas, lancémonos sin temor a la acción, con la seguridad de que la poderosa mano de Dios actuando en el fértil terreno de nuestra fe, dará los más extraordinarios frutos. Recuerde que la fe no puede menguarse si las respuestas de Dios tardan en llegar; la demora puede tener como objetivo formar el carácter de Cristo en nosotros. Si se cansa de orar tenga presente que Dios está ahí, siempre escucha, y lo mejor, siempre actúa; tal vez no como queremos, pero si como Él considera que es mejor.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre eterno, hoy puedo descansar en tus promesas porque soy heredero de ellas, gracias por enseñarme que dependo de ti y que en ti todo lo tengo. Enséñame a esperar confiado, a disfrutar de tu amor y tu cuidado, haciendo tu voluntad, mientras Tú trabajas en aquello que me vas a responder. Regálame el don de perseverar, así veré siempre tus respuestas, a tu modo y en tu tiempo, que es el perfecto, el preciso, el mejor”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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