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viernes, 27 de abril de 2012

Solo a ti escuchamos

La voz que debemos escuchar
“El que menosprecia el precepto perecerá por ello; mas el que teme el mandamiento será recompensado” (Proverbios 13:13) PASAJE COMPLEMENTARIO: Éxodo 15:22-27; 1 Corintios 15:33 Dios nos creó, nos conoce y nos ama. No puede haber alguien más confiable que Él. Entonces, sólo tiene sentido escuchar sus instrucciones y hacer lo que Él dice. La Biblia es la Palabra infalible para nosotros y nos da las claves de cómo caminar tomados de su mano y bajo su protección; Él nos da una bitácora de vuelo para que no nos estrellemos sino que, por el contrario, lleguemos sin percances a nuestro destino, ya definido por Dios, como una vida abundante. Los mandamientos estipulados por Dios en la Biblia no son otra cosa distinta que la manifestación de su amor para con nosotros. El plan de Dios desde la misma creación del mundo fue el de darnos una vida plena y realizada. La única condición era que le obedeciéramos, pero lamentablemente nuestro corazón se endureció a tal punto que nos resultó imposible discernir la voz de Dios, y terminamos menospreciando nuestra propia bendición. Cuando tomamos decisiones en nuestra propia alma (intelecto, emociones y voluntad), y no por las instrucciones dadas por Dios en su Palabra, nuestra vida pierde el rumbo y definitivamente iremos directo al fracaso. Pero, si no escuchamos la voz de Dios, ¿Qué otra voz podemos estar escuchando? Por un lado, podemos escuchar nuestra propia voz, la cual resalta siempre nuestra propia importancia y nos hace creer que siempre tenemos la verdad, haciéndonos sordos a la voz de Dios. Esto nos impide reconocer que no lo sabemos todo y nos inhabilita para seguir instrucciones. Pero también hay voces externas, del mundo, que nos separan diametralmente de Dios, que seducen nuestra mente con ideas aparentemente inofensivas, donde todo está permitido, llevándonos al relajamiento de las buenas costumbres y a la búsqueda de lo temporal. Querido amigo, reciba este consejo y nunca lo olvide: Sólo hay una voz confiable y es la de Dios. ¡Escúchela! HABLEMOS CON DIOS “Padre santo, ayúdame a convertirme en el hijo(a) obediente a tu voz, entendiendo que tu principal interés es el de bendecirme. Renuncio en este día a la terquedad y al razonamiento que me han impedido disfrutar de la plenitud de tus bendiciones. No quiero caminar más guiado por mis propios criterios, pues siempre termino equivocándome. Sé que me amas, con amor incondicional, y por eso, hoy me comprometo a convertir tus mandamientos en mi estilo de vida, para disfrutar la prosperidad que Tú me ofreces”. Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 25 de abril de 2012

El Ser Pacificador

La bendición de ser un pacificador
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9) PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 5:21-23; 2 Timoteo 2:14-26 Una de las características más hermosas de aquellos que han tenido un encuentro personal con Jesucristo, y le temen, le respetan, le aman y le sirven, es que desarrollan un espíritu perdonador. La experiencia de recibir a Jesucristo nos transforma en nuevas personas, hijos de Dios. Él nos comunica su Espíritu y, por tanto, es renovado dentro de nosotros un espíritu recto capaz de amar a pesar de los errores y las equivocaciones, y capaz de perdonar, pues cree siempre y da una nueva oportunidad. Pero, ¿Cuántas veces hemos hecho la oración del Padre nuestro, repitiendo en múltiples oportunidades la frase: “y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, sin asegurarnos de haber sido inundados con el único amor capaz de perdonar y olvidar la ofensa, como lo es el amor de Jesús? Recordemos la extraordinaria declaración que pronunció frente a sus verdugos: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Él es el mayor ejemplo de amor, de perdón y de reconciliación y, por eso, el primer paso para volvernos pacificadores y ser llamados hijos de Dios, es volvernos a Jesucristo, reconociéndolo y recibiéndolo en nuestro corazón como Señor y Salvador personal. La presencia de Jesucristo en nuestro corazón nos permite desarrollar un espíritu perdonador que nos lleva a asumir un estilo de vida que se caracteriza por: • Libertad del resentimiento. Dios quiere que seamos libres de odios, amarguras y resentimientos que contaminan nuestra vida e impiden nuestra comunión con Él. Así que siempre nos pide reconciliarnos con el prójimo antes de presentarnos ante Él, como una condición imprescindible para escucharnos • Colaboración con los propósitos de Dios. Entendamos que la ofensa del otro me revela su necesidad. Estamos llamados a amar aun a los que nos ofenden, y con la ayuda de Dios, ayudarles a suplir esa necesidad. Dios ya nos perdonó. Si Él lo ha hecho, ¿Cómo no hacerlo nosotros? HABLEMOS CON DIOS “Amado Padre, gracias por hacerme entender el daño que me causa el no perdonar. Reconozco que he guardado resentimiento y amargura contra algunas personas, limpia mi corazón y lléname de tu amor. Y ahora Señor dame la oportunidad de acercarme a los que me han herido, y perdonarles también como Tú lo haces conmigo”. Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 24 de abril de 2012

El Consejo y sabiduría del adulto mayor.

Edad de Oro
“En los ancianos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia. Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia” (Job 12:12-13) PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 92: 1-15 Para el común de la gente llegar a la etapa de la vejez resulta algo desesperanzador, pero no tanto porque teman enfrentar los cambios biológicos de sus células, sino por la influencia de una cultura que rinde culto a la belleza física, a la juventud, a lo material y pasajero de la vida, pero que no reconoce la importancia de los valores espirituales, la sabiduría y la riqueza integral que las personas adquieren con los años. ¡Qué interesante conocer lo que opina el Autor de la Vida! Dejemos que el eco de la dulce voz de Jesús nos recuerde una de sus más preciosas enseñanzas: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27). Cuando un hombre o una mujer hacen de Dios el centro de su vida, pueden resistir con altura y dignidad cualquier circunstancia, por difícil que sea; esto les permite vivir con excelencia, trabajando con ahínco y tesón, y esforzándose, con las fuerzas de Dios, por la misma solicitud hasta el final. No temen al paso del tiempo, no se sienten inseguros ni se desaniman ante los surcos de su cara o los hilos de plata en su cabello. Esto les llevará a disfrutar esta etapa a plenitud, considerándola una hermosa oportunidad para afianzar su relación con Dios, profundizar en el conocimiento y la obediencia a su Palabra, mientras Él les va transformando cada día más. De esta manera se convierten en esas personas virtuosas que ganan el amor, aprecio, confianza y reconocimiento de la familia y de la sociedad, pues se convierten en sabios consejeros, verdaderos líderes que conducirán a otros a la felicidad, la armonía y la paz, tal como lo declaró desde hace mucho tiempo el sabio Salomón “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez.” (Proverbios 20:29) HABLEMOS CON DIOS “Amado Padre, gracias porque siempre me ves valioso(a) y útil. Siempre seré tu hijo(a) amado(a) e independientemente de mi edad o condición, Tú me has llamado a resplandecer en el mundo, a mostrar tu gloria, a convertirme en un instrumento de tu bendición. Ahora sé que la edad nunca será excusa para dejar de ver tu gloria. Te amo con todo mi corazón. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 23 de abril de 2012

Solo tu eres mi consejo Señor...!

El oportuno consejo de Dios
“Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido” (Salmo 16:7-8) PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 73:1-28 ¿Se imagina usted cómo puede vivir un ser humano cuando tiene la profunda convicción de que Dios camina a su lado, le cuida en todo momento, le llena con su sabiduría y poder, le muestra el camino correcto para no fallar, y aun, le enseña mientras duerme? El rey David disfrutaba de esta envidiable confianza porque había cultivado una íntima relación con Dios, en la que él participaba como hijo amoroso y obediente. El resultado era que no había nada verdaderamente que pudiera perturbar, inquietar o mucho menos abatir su corazón. Aunque no tuviera el ejército más numeroso y bien dotado, el Dios que caminaba con él a su mano derecha, era más fuerte y poderoso que todos. Aunque no conociera los motivos o las intenciones de sus colaboradores o los planes de sus enemigos, el Dios que estaba a su diestra sabía todas las cosas, hasta lo profundo del corazón del hombre y aun, lo que está por venir. Aunque no fuera perfecto, si permanecía al lado de su Papá Dios, Él lo guardaría hasta de sí mismo, hasta de su propio corazón cuando tratara de engañarle. Todos tenemos el privilegio de acudir a Dios, a través de la fe en Jesucristo, en calidad de hijos suyos, y recibir la dirección que nos conduce a la conquista de nuestra vida, de nuestra familia y aun, de la sociedad. Él nos da todas las estrategias para una vida próspera y feliz. Sin embargo, es necesario aclarar que se requiere un corazón lleno de fe, una actitud humilde y el deseo ferviente de seguir su consejo, pues de lo contrario, sus sabias enseñanzas pierden su efectividad en la aplicación personal. HABLEMOS CON DIOS “Padre Santo, con todo mi corazón te pido que me enseñes a amar tu Palabra, de tal forma que ella me dirija hacia la paz y la seguridad que gozaba el rey David, para que pueda exclamar como él: Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado. Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 20 de abril de 2012

Perseverando en oir y obedecer
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25) PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Timoteo 1:3-14 Dios ha dispuesto que a través del ejercicio orientado y juicioso de la voluntad, el hombre pueda alcanzar absolutamente todo lo mejor y más excelente que Él ha puesto a su disposición. Él nunca nos dará nada fácil, pues es un Padre y también nos forma como a hijos. Todos sabemos que a un hijo al que se le da todo y de una manera fácil, se le malcría y se le echa a perder. Se vuelve orgulloso, insensible y caprichoso. No es capaz de valorar las riquezas que posee y con mucha frecuencia desperdicia las múltiples oportunidades que le dan. Cosecha grandes frustraciones y fracasos y termina echándole la culpa de sus desaciertos, a todos los demás. Por el contrario, cuando el hombre tiene que luchar y sacrificarse por algo, dando lo mejor de sí mismo y entregando su mejor esfuerzo, es capaz de valorar, apreciar y cuidar aquello que ha conseguido. El ejercicio de la perseverancia levanta hombres y mujeres victoriosos, con un carácter firme, maduro y responsable. Sin embargo, es necesario aclarar que una persona puede insistir en algo inconveniente para sí mismo o para los demás, y en este caso, ya no estaríamos hablando de un triunfador sino de un necio. Es necesario que reconozcamos nuestra incapacidad para identificar lo que nos conviene o no, y que sin importar nuestra edad, estemos dispuestos a reconocer que el precepto que viene de Dios es bueno, es puro, es perfecto; sus mandamientos limpian nuestro camino, su ley nos conduce a toda libertad. Debemos insistir entonces y ser absolutamente perseverantes en oír atentamente la palabra de Dios. Busquémosla como al oro, anhelémosla como a la plata, procurémosla como a las piedras preciosas. ¿Y luego? Hagamos tal como hemos escuchado, al pie de la letra y con prontitud. El resultado será magnífico, pues la promesa dice que seremos bienaventurados, veremos a Dios actuando por nosotros, dándonos lo excelente. HABLEMOS CON DIOS “Padre amado, te doy gracias por tus sabios consejos que me guardan de tristeza y frustración. Renuncio a tomar mis propias decisiones y pido la llenura de tu Santo Espíritu para que derrame en mí la sabiduría para conocer tu ley y la paciencia, la fe y el dominio propio que se necesitan para perseverar en obediencia. Que no sea yo un oidor olvidadizo, sino un hacedor fiel y de esta manera reciba tu bendición y tu favor”. Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 19 de abril de 2012

Toda la sabiduría es tuya señor

Busca la sabiduria
“Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.” (Proverbios 4:1-2) PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 4:1-27; Efesios 4:22-24 Es dramático observar muchas personas que podrían ser influyentes en la vida, pero que desafortunadamente el conformismo, la falta de empeño, la falta de fe, les impiden alcanzar esos propósitos excelentes para los que fueron creados. Lograr destacarnos e influir en otros con nuestro ejemplo requiere que nos comprometamos totalmente. El camino que el Señor nos indica para distinguirnos en nuestro diario vivir, es volvernos a Él y aprender a poner por obra sus instrucciones, reconociéndolo en todos nuestros caminos, esto es, en nuestra manera de pensar, de sentir, de actuar y de decidir. Muchas personas se afanan por brillar con luz propia, por destacarse en sus actividades, se esfuerzan para formar la familia modelo, hijos ejemplares; también por ser profesionales, empleados, empresarios, maestros virtuosos, etc. Pero quiero decirles que aunque todos estos esfuerzos son buenos, no son los correctos ni suficientes; cualquier empeño que hagamos según nuestro propio criterio sin tener en cuenta los principios divinos, nos llevarán al fracaso seguro. Por el contrario, ¿Qué ganancia obtenemos adquiriendo sabiduría? -La sabiduría nos protegerá de tomar decisiones equivocadas, llevándonos a vivir más tranquilos, seguros y felices -Nos cuidará y guardará de muchos peligros y fracasos, pues Dios será nuestro ayudador y amigo -La sabiduría nos colocará en honra, pues nos conducirá por el camino de la verdad y la honestidad, en el cual Dios se agrada y recompensa -La sabiduría nos da brillo, nos hace resplandecer y ser especiales -La sabiduría nos guardará de poner en juego nuestros principios, nos guardará de ir por el camino de los perversos -La sabiduría nos capacita para vivir una vida santa, justa, con sentido y felicidad -Nuestros caminos serán iluminados por la luz perfecta de Cristo, así que ya no andaremos en tinieblas Cualquier actividad, trabajo o profesión que tengamos y anhelemos realizar con excelencia, merece que busquemos primero la sabiduría y la inteligencia que Dios da. Entonces, tendremos lucidez en nuestra mente y nuestros pensamientos serán edificantes, positivos, creativos, progresistas. También tendremos equilibrio emocional lo cual nos llevará a actuar no basado en nuestras emociones fluctuantes ni según nos dicta el “corazón”, sino según la infalible guía divina. Y como si fuera poco, la sabiduría nos proporcionará empuje volitivo, que quiere decir, la capacidad para determinar algo y llevarlo a feliz término, empleando con efectividad todo el potencial que Dios nos ha dado. Le invito a recibir esta buena enseñanza y a ponerla en práctica para que todo le salga bien, o mejor aún, excelentemente. HABLEMOS CON DIOS “Bendito y amado Padre hoy te ruego que dispongas mi corazón para buscar la sabiduría que viene de lo alto; te pido que guardes mi corazón y me enseñes a hacerlo todo para glorificarte a ti, Amén”. Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 18 de abril de 2012

Contigo siempre seguros señor

La seguridad del amor de Dios


“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmo 91: 14-16)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Romanos 8:35-39

Cuando Dios nos describe en su Palabra cuál es la relación que desea y espera que los seres humanos establezcamos con Él, nos damos cuenta que es la misma que un niño establece con su padre. Y si vamos aún más allá, podemos compararla, sin exagerar, al estrecho, íntimo e indisoluble vínculo que un bebé tiene con su madre, antes de nacer.

Hoy la ciencia nos confirma que lo que sostiene al bebé no es tanto la fortaleza física de la madre ni la condición de salud de ella o del bebé, sino el amor. Si no hay este preciosísimo y vital elemento, la existencia termina y la vida no tiene lugar.

Así mismo, cada uno de nosotros ha sido producto del amor. El amor de un Padre que lo ha dado todo de sí para que tengamos vida y no cualquier vida, sino la más maravillosa y excelsa, la de Él, tal como lo dice su Palabra: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

Ahora bien, como el amor genera amor, la respuesta natural de un hijo al cuidado y entrega de sus padres, no es otra distinta que el amor. Este sigue siendo el vínculo perfecto, el que sigue manteniendo el buen hijo con su padre, toda la vida, a pesar de que crezca y se convierta en un adulto. Bueno, es también el amor lo único que nos mantiene unidos a nuestro Padre celestial y nos permite disfrutar de su presencia, de su compañía, de su sabiduría y de su poder.

Es el amor lo que nos permite creerle a Dios y creer en la provisión de salud, libertad y bendición total que nos ha dado en su Hijo Jesucristo. Él es el cumplimiento de todas las promesas de Dios para la humanidad. Cuando creemos en el amor de Dios, y ponemos nuestro amor en Él, entonces podemos disfrutar de los beneficios de la obra de la cruz: “Yo también los libraré, les pondré en alto, les responderé, los libraré, les glorificaré, los saciaré de larga vida y les mostraré mi salvación”.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre bueno, a pesar de mis errores, mi indiferencia, y mi frialdad… ¡Cuánta misericordia, cuánta fidelidad, cuánto amor me has tenido! Tú me has amado como nadie jamás lo ha hecho ni lo hará. Ningún amor se puede comparar con el tuyo, ni el de una esposa(o), ni el de unos hijos. Así que, ya no me resisto más. ¡Te entrego mi vida, me rindo a tu amor, me abrazo a tu cruz, amado Señor!”.

Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 17 de abril de 2012

Solo tu nos diriges Señor

Buscando la dirección de Dios


“Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás” (Proverbios 4:10- 12)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Levítico 26:3-13

Podemos encontrarnos con sendas desconocidas e innumerables atajos que nos conducen a parajes sin salida, pero si en cada paso que damos contamos con la sabia dirección de nuestro Padre Dios, caminaremos seguros, y nada nos hará caer. Él, a través de tres maneras, nos indica el camino a seguir, de tal forma que podemos ir cantando alegremente, libres del temor y de la angustia que muchas veces nos asalta, haciendo lento y torpe nuestro caminar, al punto de paralizarnos e impedirnos avanzar.

El camino diáfano y seguro para nuestra vida, la única senda recta en la que podemos andar para que sean multiplicados nuestros años en bendición y en prosperidad, es la voluntad perfecta de Dios. Pero… ¿Cómo conocerla?

En primer lugar, a través del Espíritu Santo. Él conoce lo profundo del corazón de Dios y tiene como propósito glorificar a Jesucristo. Él nos revelará la voluntad perfecta del Padre y nos dará la obediencia del Hijo, para que podamos tener una vida tan fructífera y benéfica como la suya. Él nos recordará todo el tiempo las enseñanzas de Jesús y nos conducirá siempre a toda verdad, y aún nos revelará lo que habrá de venir, cosas que ni aún nos imaginamos que Dios haya preparado para cada uno de nosotros.

En segundo lugar tenemos la misma Palabra de Dios, la Biblia, la cual contiene todo lo que debemos conocer para que nos vaya bien en todo momento y circunstancia de nuestra vida. Es nuestro verdadero Manual de Vida, nuestra carta de navegación y nuestra brújula, la cual debemos consultar diariamente y en cada situación. Por último, Dios nos ha dado el precioso regalo de contar con personas a las que Él ha colocado una capacidad especial para servir y entregar su vida en calidad de pastores. Estas asumen la responsabilidad de ser padres o madres espirituales, y están dispuestas a brindar ayuda a cada discípulo, como se le presta a una ovejita en el redil: La cuida, la ama, la protege, la orienta, va delante de ella dándole ejemplo, la ayuda a crecer y a desarrollarse, le enseña a vivir. “Oye, hijo mío, y recibe mis razones,” Nuestro amado Papá Dios solo quiere ver que nosotros sus hijos vayamos firmes y seguros, amparados bajo la sombra de sus alas y que absolutamente, nada nos haga falta.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre bueno y compasivo ¡Qué dulce es tu amor al disponer para mí una luz permanente que me muestra el camino a seguir! No importa que no lo sepa todo ni lo haya vivido todo. Tú lo conoces todo y me das sabiduría para llevar mi vida por veredas rectas. Te amo, y te pido que me des un corazón fiel para no apartarme nunca de ti. Amén”

lunes, 16 de abril de 2012

El Servir...!

Mucho mas que servir


“Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor” (Efesios 6:7-8)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 13:1-17; Colosenses 3:23-24

No existe nada que realice y dignifique tanto al ser humano como la hermosa experiencia del servicio. Es una manifestación del amor, que recibimos de nuestro Padre Dios, la cual nos permite tener siempre para dar a otros una sonrisa, una palabra de aliento, un abrazo reconfortante o una mano de apoyo en el momento de la necesidad.

Hay mucha gente que sirve por distintas razones y motivaciones. Muchos lo hacen por necesidad, como un trabajo, y, en este caso, una justa remuneración es el pago por su servicio. Pero hay promesa de Dios para aquellos que sirven de buena voluntad por amor, porque experimentan que todo lo que Dios les ha dado, es para compartirlo con los demás. Estos sirven de corazón y con alegría. Lo hacen no como para el hombre, pues en ese caso esperarían recompensa. Lo hacen sin esperar recibir nada a cambio, y entonces, es cuando reciben la recompensa de parte de Dios.

¡Qué maravilloso es ser recompensado por Dios! ¿Imagina usted cómo son las recompensas que da el Todopoderoso, el Padre bueno, cuya medida para dar es siempre generosa, apretada y rebosante?

Nunca repare en la cantidad del servicio ni calcule su costo. Entre más pueda servir, mucho mejor. Recuerde que la promesa incluye que del bien que cada uno hiciere, así recibirá del Señor.

Esté dispuesto a servir antes que a ser servido, aunque esto implique en muchas ocasiones someter el ego, la comodidad y aún dejar a un lado sus necesidades para atender las de otros. Esto no es nada fácil, pero el que acepta y adopta el servicio como un modo de vida, descubre la vida con sentido y realización, felicidad y fruto. Descubre la vida de Cristo, quien fue exaltado hasta lo sumo por el Padre, luego de la más abnegada entrega y del más loable servicio: dar su vida por nosotros (Marcos 10:45)

HABLEMOS CON DIOS

“Padre bueno, hoy me sigues enseñando el camino de la felicidad y de la bendición. Que a la luz de tu Santo Espíritu pueda hoy ser sabio para entender ese maravilloso intercambio, benéfico y favorable: Que mientras yo me ocupo de servir a otros, tú te encargas de mis asuntos, de mi vida, de mis necesidades y de mis anhelos. Gracias por enseñarme a ser como Tú”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 13 de abril de 2012

Madre y mujer viruosa

Una Madre admirable


“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas… Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba” (Proverbios 31:10, 28)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 14:1, Lucas 1:39-55

Qué hermoso y admirable es el papel de la madre: formar hijos. Dios mismo le ha conferido especiales facultades con las que Él mismo la ha dotado: Amor, paciencia, perseverancia, sabiduría, sensibilidad, diligencia, ternura y firmeza a la vez. Por estar muy cerca de ellos, incluso físicamente a través del proceso de gestación, y luego durante la infancia y juventud, la madre ejerce naturalmente una poderosa influencia sobre sus hijos, que debe ser aprovechada para esculpir valores y cualidades de manera indeleble en el carácter de sus hijos, que la llevarán a ser grandemente recompensada con una profunda estima, valoración y admiración por parte de su familia.

Pero esto sólo es posible cuando la mujer renuncia a sus esquemas mentales y paradigmas, a sus pensamientos y experiencias, a sus métodos tradicionales aprendidos culturalmente, y permite que Dios le enseñe a ser la madre que Él desea, buscando como a joya preciosa, su gracia y su sabiduría, tal y como dice la palabra de Dios: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará” (Proverbios 4: 7-9)

Si así lo hace, también su influencia dejará una huella eterna como lo hicieron muchas madres a las que la palabra de Dios exalta por su labor:

• Ana, la madre del profeta Samuel: Quien al entregar su corazón a Dios para que Él ocupara el primer lugar, estuvo dispuesta a vaciarse de su amargura, tristeza y resentimiento, para que Dios la llenara de amor, paz y poder. Fue ungida por el Espíritu Santo, tuvo la fe y el valor para dedicar su hijo a Dios, llegando a ser uno de los profetas más amados de Israel

• Elizabeth, la madre de Juan el Bautista: Al ser sensible a la voz de Dios y creer en sus promesas, comprende que su hijo es apartado como siervo de Dios y ella misma experimenta la unción del Espíritu Santo para formarlo.

• Y la misma María, la madre de Jesús, quién formó a su Hijo para que Dios cumpliera a través suyo su propósito de salvar a la humanidad.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre amado, hoy vuelvo mi corazón agradecido a ti, por el privilegio de ser mujer y por la maravillosa influencia que puedo ejercer sobre todos aquellos que me rodean. Hazme sabia para buscarte con anhelo ferviente cada día, rendir al control de tu Espíritu todas las áreas de mi ser y así te puedas valer de mí para levantar hombres y mujeres de valor, que te amen, te reconozcan y te sirvan”.

Lolita Cruz de Chamorro.

jueves, 12 de abril de 2012

Salvación para las Familias

Salvación para la familia

“Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:31)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Deuteronomio 12:7; Génesis 7:1


Nunca es demasiado tratar el tema de la familia, siendo que es la institución más importante que tiene la sociedad; donde nace, crece y se proyecta al individuo como persona. Es donde se forma el carácter de las personas, donde se construyen los valores, se adquieren los principios.

Debería ser el objeto de planes específicos y de muchos esfuerzos que tiendan a salvarle y a restaurarle. Al contrario de esto, la familia se está quedando sola con sus innumerables problemas y factores debilitantes, y los gobiernos de las naciones están siendo impotentes para preservarla. Es más, hoy se ven más leyes que favorecen la desintegración familiar; que leyes que la protejan y promuevan. Sin embargo, para Dios la familia es el objeto de su amor y de su cuidado protector. Él tiene un plan para cada familia sobre la tierra, un plan de bendición, de prosperidad, de felicidad, que se comienza a disfrutar cuando dejamos que el Autor de la familia tenga un lugar de gobierno y autoridad.

Es por eso, que la promesa dada a Abraham involucraba ser bendición a las familias de la tierra. También es la razón por la que Jesús siempre bendijo y prosperó las familias que tuvieron el acierto de invitarlo a vivir con ella.

Este fue el caso de la familia de Marta y María, a quienes bendijo con el incomparable regalo de la vida, resucitando a Lázaro, su hermano, luego de cuatro días de haber enfermado y fallecido.

También su presencia implicó la más grande de las alegrías para la familia de Jairo, un principal de la sinagoga, a quien su hijita de tan sólo doce años, se le estaba muriendo (Marcos 5:22). Cuando este hombre se postró ante Jesús, no le pidió que sanara a su hija. Le rogó que entrara en su casa. ¿Acaso estaba perdiendo tiempo precioso, cuando había podido pedirle en primer lugar que sanara a su hija, teniendo en cuenta que estaba agonizando? ¡No! La presencia de Jesús es suficiente.

¡Si Él está presente, hay sanidad, hay restauración, hay resurrección, hay vida! Porque donde está la presencia de Cristo hay todo. ¡Si crees, también Jesús salvará tu casa! ¡Invítalo ahora mismo! Haz junto con tu familia la siguiente oración.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor Jesucristo, mi familia y yo te necesitamos. Entra al seno de nuestro hogar. No como un invitado simplemente, sino como el Señor y Rey. Reconocemos que por tu muerte en la cruz, hay perdón para nosotros de todos nuestros pecados y equivocaciones. Hoy nos das una nueva oportunidad, y no la vamos a desperdiciar. Haz de cada uno de nosotros la persona sana y feliz que tú quieres que seamos. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 11 de abril de 2012

Gracias Señor, mi Dios por protegerme

La presencia de Dios, es protección


“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas” (Salmo 31:19-20)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Zacarías 1:3, Salmo 5:11

¡Qué bueno saber que todas las circunstancias de nuestra vida están bajo el control de nuestro amado Dios! Saber que nos ama y tiene cuidado de nosotros, nos permite mantenernos firmes en nuestra fe, sin importar lo que pueda acontecer a nuestro alrededor. Dios es bueno para con todos, pero en este pasaje bíblico son descritos como objeto especial de su bondad, de su cuidado y de su protección, los que le temen y los que esperan en Él. En tiempos de persecución, la Providencia de Dios les esconde, como en pabellón sagrado, guardándolos a salvo de sus enemigos.

Hay hermosas historias que nos ilustran esta promesa, pero una de las que más me conmueven, es la de Nehemías. En la época del exilio de Israel en Babilonia, por los años 450- 440 a.C, se levantó este líder espiritual y cívico, que aunque servía de copero al rey Artajerjes I, sintió una profunda necesidad de regresar a su destruida Jerusalén, para ayudar a iniciar su reconstrucción, y preparar así el retorno del pueblo judío a su tierra.

Era una tarea imposible de realizar, por la rapidez con la que había que llevarse a cabo, por el desánimo generalizado entre los pobres habitantes que habían quedado en la ciudad, y por la presencia de unos incisivos enemigos que constantemente desanimaban al pueblo para que abandonara la obra y los muros de la ciudad no fueran reconstruidos. Sorprende la valentía de este hombre para humillarse constantemente delante de Dios, ante cada dificultad, entrando al templo, postrándose y clamando la protección y el respaldo de Dios.

Ante cada ataque, él y su pueblo oraban fervientemente y reforzaban el trabajo, haciendo turnos de obra y de guardia, día y noche. De esta manera, el pueblo se mantuvo motivado, sin que las burlas y calumnias de sus enemigos los debilitaran. ¿El resultado? El muro fue terminado en 52 días. Pero lo más importante, es que se había comenzado la reconstrucción de la vida espiritual del pueblo, dando el primer paso para la reconstrucción social, política y económica de una nación.

Si nos mantenemos files a Dios, esperando en su presencia, Él hará lo mejor por nosotros. Nos guardará y nunca tendremos que ser avergonzados.

HABLEMOS CON DIOS

“Dios, qué bueno es esperar en ti, sabiendo que tienes lo mejor para mí. Quiero conocerte más, para descubrir, en lo secreto de tu presencia, esas maravillosas promesas de salvación y vida abundante.”

martes, 10 de abril de 2012

Dios es mi paz verdadera

La fuente de la verdadera paz

“Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:18)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 34:14, Lucas 24:36


Dios es justo y todas sus obras son justas. Es por eso que existe una ley espiritual que se cumple en todo lugar, momento y circunstancia: “Todo lo que el hombre siembre eso también segará”. Si el hombre siembra amor, recogerá amor. Si el hombre siembra bondad, recogerá bondad. Si el hombre siembra paz, recogerá paz. En esto consiste la perfecta justicia de Dios.

La paz, es uno de los dones más preciados que existen. Absolutamente todos los seres humanos buscan con ahínco aquello que podría proporcionarles un poco de paz, pero casi nunca lo encuentran. Piensan que la paz la brinda una persona, un trabajo, una estabilidad económica, un mejor gobierno, etc. Hacen muchas cosas para conseguirla pero desconocen el único camino señalado por Dios para encontrarla: Sembrarla permanentemente por dondequiera que vayamos.

Ahora bien, la paz comienza en un corazón lleno de amor, con una permanente actitud de perdón y de reconciliación y una constante disposición de hacer bien a los demás. Es más que aprender a llevarse bien con los otros, es aprender a amarlos, a aceptarlos como son, procurando siempre el bien para ellos, practicando en todo momento la regla de oro del Señor Jesús: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).

La paz implica comprender que cada persona es única e irrepetible, que tiene derecho a sus propios criterios, juicios y decisiones; que los intereses, deseos y necesidades son particulares; que las metas, propósitos e ideales ajenos no tienen que coincidir necesariamente con los propios.

Buscar la paz implica aceptar la posibilidad de los errores personales y de los otros, de las equivocaciones propias y de los demás. Es comprender que convivir es difícil, pero el amor de Dios en medio de nosotros lo hace posible. ¡La paz es un ideal imposible según los métodos de los hombres, pero posible según los métodos de Dios!

HABLEMOS CON DIOS

“Padre amado, hoy entiendo que no hay nada que llene más al ser humano de alegría y bienestar como el saberse en paz con todos los hombres. Enséñame a disfrutar la paz que sólo Tú me puedes dar, para disfrutar la paz con todos los demás. Que a partir de hoy, cada vez que me enfrente a una contrariedad, elija el camino sabio de la paciencia y no de la irritación, la perturbación, los gritos o los insultos. Que pueda ver y tratar a los demás como Tú mismo lo harías. Lléname de tu Santo Espíritu para que derrame en mí, amor, fe y dominio propio”.

Lolita Cruz de Chamorro.

lunes, 9 de abril de 2012

Señor siempre clamare a ti..............!

Cuan importante es clamar a Dios


“En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Salmo 55:16-17)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 143:8-10, Salmo 42:1

El rey David había descubierto que la oración producía un cambio benéfico y productivo en aquel que la practica. Entendía que nada le hacía tanto bien a su vida como la oración. La encontraba de provecho para su espíritu, su mente y su cuerpo. Era la mejor defensa contra sus enemigos. Mientras ellos acudían a alianzas ante las cuales muchas veces terminaban siendo los grandes perdedores y los tontos útiles, él perseveraba en la búsqueda de Dios, pues estaba seguro que ésta era su victoria. Su ruta, su camino, su descanso espiritual, su estrategia militar era la oración. A través de ella siempre encontraba todo lo que podía necesitar. De allí que exprese palabras tan contundentes y hermosas como:

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras” (Salmo 73:25-28)

Es fácil comprender entonces, por qué el rey David había adquirido el hábito de orar y clamar tres veces al día. Sus grandes necesidades, los innumerables peligros que tenía que enfrentar, las decisiones sabias que tenía que tomar y que afectarían a toda una nación, así lo requería. Pero, él no consideraba un precio alto, porque disfrutaba grandemente de esta renovadora y refrescante experiencia. Además, lo hacía con la absoluta confianza de obtener aquello que tanto necesitaba, pues estaba seguro en el amor y respaldo de su Papá Dios. ¡Era toda una aventura, salir a la acción, pero con Dios delante y a su retaguardia!

También usted, querido amigo, puede orar y clamar. Recuerde que clamar implica vehemencia, ahínco, grito de urgente necesidad. Es llamar la atención y requerir la ayuda del único que nos la puede brindar. Invoque al Señor en cada circunstancia de su vida, antes que hacer cualquier otra cosa. ¡Hágalo mañana, tarde y noche, y se sorprenderá!

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, enséñame a buscarte cada día, a hacer de la oración mi deleite, y del clamor, mi gran necesidad. Delante de ti tengo toda libertad para confesar mis temores, mis dudas y mi debilidad. Puedo clamar por tu ayuda todas las veces que necesite y disfrutar de tu segura respuesta. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.