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viernes, 13 de abril de 2012

Madre y mujer viruosa

Una Madre admirable


“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas… Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba” (Proverbios 31:10, 28)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 14:1, Lucas 1:39-55

Qué hermoso y admirable es el papel de la madre: formar hijos. Dios mismo le ha conferido especiales facultades con las que Él mismo la ha dotado: Amor, paciencia, perseverancia, sabiduría, sensibilidad, diligencia, ternura y firmeza a la vez. Por estar muy cerca de ellos, incluso físicamente a través del proceso de gestación, y luego durante la infancia y juventud, la madre ejerce naturalmente una poderosa influencia sobre sus hijos, que debe ser aprovechada para esculpir valores y cualidades de manera indeleble en el carácter de sus hijos, que la llevarán a ser grandemente recompensada con una profunda estima, valoración y admiración por parte de su familia.

Pero esto sólo es posible cuando la mujer renuncia a sus esquemas mentales y paradigmas, a sus pensamientos y experiencias, a sus métodos tradicionales aprendidos culturalmente, y permite que Dios le enseñe a ser la madre que Él desea, buscando como a joya preciosa, su gracia y su sabiduría, tal y como dice la palabra de Dios: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará” (Proverbios 4: 7-9)

Si así lo hace, también su influencia dejará una huella eterna como lo hicieron muchas madres a las que la palabra de Dios exalta por su labor:

• Ana, la madre del profeta Samuel: Quien al entregar su corazón a Dios para que Él ocupara el primer lugar, estuvo dispuesta a vaciarse de su amargura, tristeza y resentimiento, para que Dios la llenara de amor, paz y poder. Fue ungida por el Espíritu Santo, tuvo la fe y el valor para dedicar su hijo a Dios, llegando a ser uno de los profetas más amados de Israel

• Elizabeth, la madre de Juan el Bautista: Al ser sensible a la voz de Dios y creer en sus promesas, comprende que su hijo es apartado como siervo de Dios y ella misma experimenta la unción del Espíritu Santo para formarlo.

• Y la misma María, la madre de Jesús, quién formó a su Hijo para que Dios cumpliera a través suyo su propósito de salvar a la humanidad.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre amado, hoy vuelvo mi corazón agradecido a ti, por el privilegio de ser mujer y por la maravillosa influencia que puedo ejercer sobre todos aquellos que me rodean. Hazme sabia para buscarte con anhelo ferviente cada día, rendir al control de tu Espíritu todas las áreas de mi ser y así te puedas valer de mí para levantar hombres y mujeres de valor, que te amen, te reconozcan y te sirvan”.

Lolita Cruz de Chamorro.

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