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martes, 29 de noviembre de 2011

¿Consideras que la oración puede cambiar tu vida?

Orar, un secreto maravilloso
«Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» Marcos 11:24

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 18:1, 6-7

Aquí tenemos una enseñanza más de nuestro Señor Jesucristo sobre la oración. Poco antes de partir Jesús para los cielos, les dijo a sus discípulos: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo». (Juan 16:33b).

Cuando de una manera sincera nos aferramos a nuestro amado Señor y reflexionamos en lo que es la oración y lo que ella produce, la cultivaremos como un estilo de vida.

Cuando nuestro pensamiento capte esta verdad y se sienta libre para creerlo, las palabras y enseñanzas de Jesús serán semillas vivas que estarán germinando, dando fruto en nuestra vida diaria. Entonces muchos lo verán y anhelarán poseer esa riqueza. Tenemos que mostrar al mundo que la verdad de Dios, es la única que satisface la necesidad del ser humano.

Cuántos piden y piden pero no reciben. ¿La razón? No saben cómo pedir. El secreto de recibir lo que se quiere, es orar y creer.

Cuando usted entra en esta sintonía con la oración, va a descubrir que nuestro Padre Dios, goza y se deleita bendiciéndonos, concediéndonos lo que pidamos de acuerdo con su voluntad.

No piense: “algún día Dios me dará lo que necesito”; crea que hoy mismo Él puede hacerlo. Él está interesado aún en el detalle más mínimo de su vida; estoy segura que Dios quiere que todos sus hijos reciban respuesta a sus pedidos. Tenga fe para creer que Papá Dios oirá sus oraciones, serán realizados los deseos de su corazón, y mucho más, siempre y cuando lo que pidamos sea su voluntad.

Seamos sinceros con el Señor, diciéndole nuestros pensamientos reales, nuestras aspiraciones, metas, etc. Pero eso sí, búsquelo con todo su corazón porque lo necesita, pero ante todo, porque lo AMA.

HABLEMOS CON DIOS:

“Papito Dios, ¡Qué hermosa enseñanza acerca de la oración! Llévame a experimentar esa confianza que tenía el Señor Jesús al hablar contigo, que para mí la oración se convierta en esa necesidad diaria, que a través de ella yo pueda abrirte mi corazón y confiarte las cosas más íntimas, porque entiendo que sólo Tú darás respuesta a mi vida, Amén”.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Sabes como empezar a conocer a Dios?

Conociendo al verdadero Dios
«Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos». (Rut 1:17)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Rut 1; Lamentaciones 3:22-26

Rut, una joven mujer de un pueblo llamado Moab, casada con un joven judío hijo de Noemí, se convierte en una mujer famosa para el pueblo, por su entrega y amor hacia su suegra. Al enfrentar ahora su condición de viuda, ella toma la decisión de acompañar a su suegra en el regreso hacia su tierra, Israel.

Nos preguntamos ¿Cómo pudo Rut llegar a tomar esta decisión tan importante y trascendental para su vida, sin ni siquiera pensarlo dos veces, o llegar a consultarlo con terceros?

Durante el tiempo que ella vivió junto a Noemí, había conocido al Dios de Israel. Diez años habían sido suficientes para conocerlo y llegar a consolidar una intensa comunión con Él. Por eso, tomó la mejor decisión; «tu Dios, será mi Dios» (Rut 1:16). El haber conocido al Dios de Israel, le había llevado a confiar plenamente en Él.

Solo cuando Papá Dios ha logrado cautivar nuestro corazón, en la medida que le conocemos y nos comunicamos con Él, podemos descansar en sus planes maravillosos y soberanos, y descubriremos que nuestro bienestar está en sus manos.

Rut llegó a ser de ayuda y alivio para su suegra, y muy útil en los planes de Dios, pues ella se casó nuevamente y su nombre figura en la ascendencia del Señor Jesucristo. ¡Piense cuánta bendición personal recibimos y cuánto bien podemos llevar a otros cuando damos a Dios el primer lugar en nuestra vida!.

HABLEMOS CON DIOS:

“Padre eterno, quiero darte gracias porque me enseñas acerca de lo importante que es la fidelidad, a través de la vida de una mujer como Rut. Hoy te pido que me enseñes a ser fiel contigo, que por encima de todas las cosas, yo decida buscarte, amarte y darte el primer lugar en mi corazón, Amén”

sábado, 26 de noviembre de 2011

DEVOCIONAL 26/11/2011


Jesús nuestro sanador
«¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados» (Santiago 5:14-15)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Isaías 53:4-6; Hechos 3:1-10

La Biblia enfatiza que Jesús llevó nuestras enfermedades y que por su llaga fuimos curados. Partiendo de esta alentadora verdad, debemos tener en cuenta que Dios aplica esta sanidad por amor; infinito y lleno de gracia, independiente de lo que haga el hombre.

Mediante el poder espiritual de la oración y en la dimensión del Espíritu, podemos dar órdenes, sanar enfermos y declarar victoria sobre toda enfermedad. En otras palabras; ver la gloria de Dios. Recordemos que orar es hablar con Dios y que las palabras tienen poder. Debemos entonces, aprender a orar bajo la unción del Espíritu Santo, permitiendo que la Presencia de Jesús y su autoridad en nosotros, actúe libremente para producir sanidades, señales y prodigios.

Para impartir sanidad a través de la oración, es importante crear un clima de amor y confianza hacia el Señor, además, reconocer su soberanía; Él sana como quiere, a su tiempo y de acuerdo a sus propósitos.

Muchos hombres y mujeres que experimentaron el impacto sobrenatural del amor de Dios, fueron sanados de enfermedades y dolencias, Dios ha dispuesto para nosotros este gran recurso de bendición, usted puede hacerlo suyo.

Permitamos con nuestra oración que el Espíritu Santo, ponga orden donde hay desorden, genere equilibrio, cree y restaure cada parte del cuerpo que esté deteriorada. Hoy mismo usted puede ver el milagro, disfrutando del gozo que produce la salud, tanto en su vida como en otras personas. ¡Hoy puede ser sano!

HABLEMOS CON DIOS:

“Señor, quiero darte gracias porque hoy entiendo el poder sanador, a través de tu Santo Espíritu, te pido en este día, sanes mis dolencias en las tres áreas de mi vida (espíritu, alma y cuerpo) permitiéndome así, disfrutar del gozo que produce la salud. Permite convertirme así en un instrumento de bendición a través del cual tu sanidad llegue a todo el que la necesita. Amén”

viernes, 25 de noviembre de 2011

DEVOCIONAL 25/11/2011

Orando por el pueblo de Dios
«Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre» Juan 17:11b

PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Samuel 12:22-25; Hechos 12:1-11

Traigamos hoy a los pies del Señor las cargas de su pueblo. Oremos unos por otros para que rompamos todo yugo que impide ver la victoria que Jesús ganó para nosotros en la cruz, haciéndonos libres del pecado, de la enfermedad y de la muerte.

Nuestra labor como intercesores tiene que llevarnos a ver señales, prodigios y milagros que el Señor anhela manifestar para la gloria suya, para que el mundo crea en Él y sea salvo. Hoy nuestras rodillas se doblarán para tocar con nuestra oración el corazón de Dios, para que «avive su obra en medio de los tiempos» (Habacuc 3:2).

Hoy le invito a formar parte de aquellos que tienen una profunda convicción de la misericordia de Dios y un genuino interés en ver su gloria, de aquellos que han aprendido a dejar todo egoísmo y a llenarse de un amor compasivo y generoso que busca el bien de los demás. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros» (Juan 13:35).

El pueblo de Dios necesita intercesores, quienes se preocupen por el bienestar y la paz del mundo, que estén dispuestos a entregar su vida, tiempo y esfuerzo, presentándose como ofrenda por ellos, delante de Dios

Ore por los líderes espirituales que Dios le ha dado, ellos también tienen sus mismas necesidades. Clame a Dios para que despierte un deseo grande en el corazón de cada hijo de Dios, para orar por las necesidades de su nación y para que el mundo entero venga a conocerle (Efesios 6:18- 20; Colosenses 4:2-4)

Oremos para que todo el pueblo de Dios sea cubierto con la sangre de Cristo y sea guardado del mal. Su oración cambiará vidas y será de consuelo para muchos.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, permíteme convertirme en un verdadero intercesor (a). Como miembro de tu cuerpo, que entienda la necesidad de orar los unos por los otros recordando que los mismos padecimientos sufrimos todos. Gracias porque eres Tú quien le das el sentido a mi existir, quien me ha hecho miembro de una linda familia espiritual en donde puedo experimentar tu amor y misericordia, llévame a dar ese amor a mis semejantes y así cada día ser un digno representante tuyo en la tierra. Bendice a tu pueblo y en especial a los líderes que son los llamados a ministrar tu pueblo. Amén”

jueves, 24 de noviembre de 2011

DEVOCIONAL 24/11/2011


Dios cuida a los suyos
“Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” Salmo 37:25

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 27:4-6

Cuando entregamos nuestra vida a Dios, lo primero que obtenemos es la vida eterna. Empezamos a vivir una vida nueva; nueva manera de vivir, de pensar, de enfrentarnos a la vida; en fin, como la misma palabra de Dios lo dice: Todo es hecho nuevo.

En los días de David y Moisés, cuando los hijos de Israel fueron fieles obedeciendo sus leyes (La Palabra de Dios), vivieron en total prosperidad. Cuando se encontraban en peligro, Dios fue su ayudador, cuando fueron perseguidos, Dios derrotó a sus enemigos, en el desierto les dio agua y alimento suficiente. Así mismo, cuando se olvidaban de Él, y lo cambiaban para adorar ídolos, y buscar otro camino, quedaban a merced de sus acciones.

En este Salmo, David habla con autoridad, porque su fidelidad a Dios nada ni nadie, la debilitó. Vivió cualquier clase de dificultades, pero su confianza en Dios, fue la bandera de su vida, por tanto, el bien y la misericordia de Dios, nunca le faltaron a él y a su familia, así lo manifiesta el Salmo 23 «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida».

Para disfrutar del bien y la misericordia de Dios, toda nuestra vida, incluso en la vejez, debemos buscarle en todo tiempo, en escasez, en abundancia, en enfermedad o en salud. La recompensa vendrá tal como lo promete: «Dios es galardonador de los que le buscan» (Hebreos. 11:6)

Como sus hijos amados, Él quiere tener con nosotros una relación personal y dinámica, profunda y verdadera, a tal punto que podamos ver sus milagros en nuestra vida.

HABLEMOS CON DIOS:

“Amado señor, qué hermoso es saber que en Ti puedo depositar toda mi confianza. Que desde que entraste a mi corazón he recibido lo mejor, comenzando por la vida nueva que Tú me das, con sentido y felicidad. Gracias porque a partir de allí, nada me falta. Puedo cultivar tu amistad y vivir bajo las alas de tu amor, experimentando verdaderos milagros en mi vida”