Orando por el pueblo de Dios
«Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre» Juan 17:11b
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Samuel 12:22-25; Hechos 12:1-11
Traigamos hoy a los pies del Señor las cargas de su pueblo. Oremos unos por otros para que rompamos todo yugo que impide ver la victoria que Jesús ganó para nosotros en la cruz, haciéndonos libres del pecado, de la enfermedad y de la muerte.
Nuestra labor como intercesores tiene que llevarnos a ver señales, prodigios y milagros que el Señor anhela manifestar para la gloria suya, para que el mundo crea en Él y sea salvo. Hoy nuestras rodillas se doblarán para tocar con nuestra oración el corazón de Dios, para que «avive su obra en medio de los tiempos» (Habacuc 3:2).
Hoy le invito a formar parte de aquellos que tienen una profunda convicción de la misericordia de Dios y un genuino interés en ver su gloria, de aquellos que han aprendido a dejar todo egoísmo y a llenarse de un amor compasivo y generoso que busca el bien de los demás. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros» (Juan 13:35).
El pueblo de Dios necesita intercesores, quienes se preocupen por el bienestar y la paz del mundo, que estén dispuestos a entregar su vida, tiempo y esfuerzo, presentándose como ofrenda por ellos, delante de Dios
Ore por los líderes espirituales que Dios le ha dado, ellos también tienen sus mismas necesidades. Clame a Dios para que despierte un deseo grande en el corazón de cada hijo de Dios, para orar por las necesidades de su nación y para que el mundo entero venga a conocerle (Efesios 6:18- 20; Colosenses 4:2-4)
Oremos para que todo el pueblo de Dios sea cubierto con la sangre de Cristo y sea guardado del mal. Su oración cambiará vidas y será de consuelo para muchos.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, permíteme convertirme en un verdadero intercesor (a). Como miembro de tu cuerpo, que entienda la necesidad de orar los unos por los otros recordando que los mismos padecimientos sufrimos todos. Gracias porque eres Tú quien le das el sentido a mi existir, quien me ha hecho miembro de una linda familia espiritual en donde puedo experimentar tu amor y misericordia, llévame a dar ese amor a mis semejantes y así cada día ser un digno representante tuyo en la tierra. Bendice a tu pueblo y en especial a los líderes que son los llamados a ministrar tu pueblo. Amén”
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