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miércoles, 20 de febrero de 2013

El poder de la enseñanza


“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:3)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 4:23-25; Mateo 5: 1-12

En la Biblia, la palabra de Dios, siempre se ha dado una importancia preponderante a la enseñanza, como la base no sólo de la cultura y el desarrollo de los pueblos, sino más allá de eso y en el sentido más profundo, como la base de la libertad individual y social. Es por eso, que gran parte del ministerio del Señor Jesucristo, así como el de sus discípulos, fue dedicado a la enseñanza.

Es la falta del conocimiento supremo, de las verdades divinas que sanan y hacen libres a los hombres, la causa por la cual el ser humano vive sin trascendencia ni propósito. Es la ausencia de la sabiduría “que viene de lo alto”, la causa por la que el hombre, a pesar del notable desarrollo de la ciencia y la tecnología, no pueda vivir mejor, sino por el contrario, tienda a autodestruirse, atente contra las instituciones más sagradas que dan permanencia y estabilidad a la sociedad como es la familia, y, en fin, no haya podido preservar ni mejorar la creación que le fue entregada. Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”

Sin embargo, los hijos de Dios estamos llamados a seguir el ejemplo del Señor Jesús, haciendo de la enseñanza nuestro modo de vida. Si entendemos que es el conocimiento de las verdades y principios universales y eternos, plasmados en la palabra de Dios, los que pueden cambiar al ser humano, al brindarle una nueva identidad en Cristo Jesús, que le hace verdaderamente libre, transformándole desde su ser interior; y si comprendemos que es también esa enseñanza la que puede cambiar las costumbres de un pueblo y hacerlo libre de los regímenes manipuladores que se establecen con base en el miedo y la ignorancia de las gentes, entonces estaremos haciendo un invaluable aporte para que los hombres y los pueblos disfruten del precioso don de la libertad que sólo Dios nos puede dar.

Viva para aprender, aplicar y enseñar las verdades transformadoras de Jesús. Entonces, su influencia nunca terminará, su memoria jamás se olvidará, por el contrario, su resplandor brillará a perpetua eternidad.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, hoy entiendo que tengo una enorme responsabilidad de capacitarme e involucrarme en un proceso de continuo aprendizaje, estudiando tu Palabra, conociendo tu verdad. Sé que esto implica paciencia, perseverancia y disciplina. Hoy te pido, que por tu Santo Espíritu, me des la fortaleza y sabiduría necesaria para aprender tus palabras, ponerlas por obra, y enseñarlas con denuedo y poder”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 8 de febrero de 2013

Recompensa a la fidelidad



“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 19:11-27; 1 Corintios 4:1-2

¡Qué sorprendente saber que lo encomendado por este hombre noble a sus siervos equivalía al salario de un obrero por casi cien años de trabajo! Esto nos muestra la confianza que Dios tiene en cada uno de sus hijos al darnos multiplicidad de talentos y esperar de nosotros los mejores resultados. Así mismo, esta conocida enseñanza de Jesús nos revela también el profundo interés del Señor en recompensar toda buena obra, toda actitud de fidelidad y persistencia, todo trabajo dedicado, diligente y efectivo.

El llamado del Señor es a que seamos sabios en el manejo de cada uno de esos talentos que Él mismo nos ha entregado. Lo que Dios espera de nosotros como administradores suyos, es que en el momento de rendir cuentas seamos hallados fieles en todo. Esto se logra cuando reconocemos que la vida puede ser una experiencia donde sólo busquemos nuestro propio bien, o puede ser la oportunidad para que, libres de todo egoísmo, decidamos servirle a Dios

Lo que hacemos dice mucho de lo que somos. Cada trabajo es como un autorretrato de la persona que lo realiza y la verdadera excelencia está en la manera como cumplimos las pequeñas delegaciones y realizamos las tareas más sencillas. Dios nos pide que hagamos las cosas con excelencia y que seamos honestos aún en los más pequeños detalles.

Las riquezas en el cielo son mucho más valiosas que las terrenales y es por esto, que si no somos confiables con éstas (dinero, salud, talentos), sin importar lo mucho o lo poco que tengamos, no estamos en condiciones de encargarnos de las grandes riquezas del Reino de Dios. Valoremos todas aquellas cosas que Dios nos ha dado, seamos agradecidos, fieles y confiables, para que Él nos pueda delegar aún más. Nuestro anhelo y decisión debe ser la actitud que tuvieron los dos hombres que multiplicaron lo recibido: fe, tenacidad, valentía, trabajo, esfuerzo. Si esto hacemos al colocar nuestros talentos al servicio de Dios, también de su mano recibiremos maravillosas y eternas recompensas.

HABLEMOS CON DIOS

“Amado Señor, te doy gracias por confiar en mí al darme tantos dones y talentos, demostrándome una vez más la grandeza de tu amor y tus muchas misericordias. Te pido me enseñes a ser fiel, a ser diligente y esforzado(a) para administrar con sabiduría lo que me has encomendado: Mi salud, mi familia, mi profesión, mi país, mi vida”.

Lolita Cruz de Chamorro.

miércoles, 6 de febrero de 2013

La permanente provisión de Dios


Ha dado alimento a los que le temen; para siempre se acordará de su pacto” (Salmo 111:5)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Éxodo 16:1-21; Salmo 37:23-26

Cuenta una historia que una mujer muy humilde era frecuentemente atormentada por un vecino rico y cruel que la menospreciaba por carecer de posesiones y riquezas. Un día, el hombre pasaba cerca a la ventana de la pobre mujer, cuando escuchó una plegaria que ella elevaba a Dios pidiendo tan sólo un pedazo de pan. Al principio trató de conmoverse, pero en seguida, pensó en hacerle una de las tantas burlas que acostumbraba. Fue a su casa y tomando un gran pan duro, se lo lanzó por la ventana, echándose a reír a carcajadas y gritando: “¡Mira que no es Dios, soy yo el que te da el pan!”.

La mujer lo tomó en sus manos y comenzó a darle gracias a Dios en alta voz, por la manera tan rápida como había contestado su oración y sobre todo cómo se le había ocurrido enviar justamente a su verdugo para que se lo entregara. El hombre aburrido, regresó a su casa pensando si realmente Él había sido el instrumento que Dios había usado para suplir la necesidad de la mujer.

Qué hermosa esperanza la que Dios nos da acerca de su provisión siempre dispuesta para todos aquellos que le temen y le buscan, que le reconocen como Padre y como Rey. Sea un individuo, o una familia, o incluso, una nación que busque la bendición de parte de Dios, nada le hará falta.

El problema de muchas personas es que a causa de la dureza del corazón se apartan del Señor y ya no le honran ni le respetan. Prefieren andar en sus propios caminos, en la obstinación de su corazón antes que arrepentirse y volver a la fuente de su provisión. Qué importante y necesario es reconocer que muchas veces nos equivocamos y nos alejamos de Dios, fuente de amor, cuando Él siempre ha estado dispuesto a llevarnos de su mano sobre todo en los momentos difíciles; la felicidad de Él como Padre es que estemos bien (Mateo 7:11).

HABLEMOS CON DIOS

“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia, cuán infinita es tu bondad! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Los que te temen serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida, en tu luz veremos la luz”.
Lolita Cruz de Chamorro.

martes, 5 de febrero de 2013

El secreto de madrugar


“Si tu de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande” (Job 8:5-7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Marcos 1:35; Salmo 143:1-12

Dios como Padre desea que todos sus hijos sean grandes y lleguen lejos. La mayor dicha para un padre es que su hijo le imite e incluso le supere. Así lo expresó el Señor Jesús a sus discípulos cuando les dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). El Señor estaba seguro de que sus discípulos tendrían extraordinarios logros, pues fruto de aprender como Él, a buscar a su Padre cada día, muy temprano en la mañana, y decidir obedecerle en todo, sus vidas serían llenas de su Espíritu, el cual les capacitaría para hacer milagros, prodigios y señales.

Cuando nos acercamos a Dios, vemos que Él tiene principios muy simples para nuestra vida. Lo único que pide nuestro buen Dios es que le busquemos de mañana, que coloquemos nuestra vida en sus manos y que le obedezcamos, andando en rectitud e integridad; entonces Él luchará por nosotros, nos dará prosperidad, nos guardará en justicia y nos engrandecerá, dándonos una vida con propósito que trasciende hasta la eternidad.

El punto de partida de todo estado de prosperidad y de bendición para el hombre, está en buscar a Dios desde la mañana. Aunque muchos argumentan que al Señor se le puede encontrar en cualquier momento, y eso es absolutamente cierto, hay un amor, una gracia, algo que conmueve el corazón de Dios cuando venciendo nuestra comodidad, hacemos esfuerzos sinceros por encontrarle.

El rey David había aprendido a darle lo mejor a Dios, y esto incluía su tiempo. Su máxima era: “No ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que nada me cuesten”. Por algo Dios lo había traído de una condición tan pequeña, de ser pastor de ovejas, a la más grande, ser el rey de su pueblo Israel. ¿Quiere usted llegar muy alto? Haga de la búsqueda de Dios su máxima prioridad cada día.

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, hoy me presento delante de ti para pedirte que limpies mi vida de todo aquello que estorba mi comunión contigo, de todo aquello que en mí te desagrada. Decido vivir en rectitud e integridad, haciendo sólo tu voluntad. Comienzo hoy decidiendo darte lo mejor de mi tiempo, lo mejor de mi vida, buscarte muy temprano cada día”.

Lolita Cruz de Chamorro.

viernes, 1 de febrero de 2013

El código divino del trabajo



“Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 25:14-30; 1 Tesalonicenses 4:11-12

Si observamos las cosas que suceden en el mundo, nos damos cuenta que cada vez son más las personas que sufren víctimas del desempleo, la falta de oportunidades, la discriminación y la pobreza. Esta realidad obliga a aquellos que verdaderamente desean triunfar, a esforzarse cada día más, a capacitarse, especializarse y a buscar la excelencia. Sin embargo, desafortunadamente, en muchos países se ha generalizado, casi como una cultura, la ley del menor esfuerzo.

Pero, ¿Qué piensa Dios de esto? La parábola de los talentos, es quizá el parámetro más claro de cómo Dios evalúa nuestro desempeño. Nos cuenta el relato bíblico que un hombre llamó a sus empleados antes de partir a un viaje muy largo, y a cada uno entregó cierta cantidad de dinero para que la invirtieran en un negocio rentable. Al cabo de mucho tiempo regresa a pedir cuentas, encontrando que dos de sus empleados habían negociado, con tal éxito, que habían ganado una utilidad del ciento por ciento.

Por el contrario, el tercero de ellos había escondido el dinero por temor, produciendo gran contrariedad a su jefe, puesto que esos recursos habían quedado un tiempo considerable sin producir ninguna ganancia. Las consecuencias no se hicieron esperar.

A los dos primeros se les condecoró como empleados buenos y fieles, siendo promovidos a cargos de mayor honra y responsabilidad, permitiéndoles continuar administrando aquellos dineros ahora multiplicados. Mientras que el tercero fue echado por negligente; su trabajo fue calificado como malo e inútil, y perdió toda oportunidad de seguir administrando los recursos de este importante empresario. Esto es justicia para Dios. Él no patrocina la mediocridad, sino que está de lado de aquellos que ven el trabajo como una bendición de Dios y están dispuestos a dar lo mejor de sí. La constante demanda del Señor es a esforzarnos en lo que depende de nosotros, para que, en lo que no depende, podamos ver su acción sobrenatural, lo imposible haciéndose realidad.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre justo, ayúdame a imitarte en todo y a ser excelente como lo eres Tú. Que cada responsabilidad que me has delegado, una familia, una carrera, un trabajo, una empresa, un cargo público, lo haga excelentemente, contando con tu ayuda, y que te lo pueda entregar enriquecido y multiplicado. Amén”


Lolita Cruz de Chamorro.