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viernes, 1 de febrero de 2013

El código divino del trabajo



“Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 25:14-30; 1 Tesalonicenses 4:11-12

Si observamos las cosas que suceden en el mundo, nos damos cuenta que cada vez son más las personas que sufren víctimas del desempleo, la falta de oportunidades, la discriminación y la pobreza. Esta realidad obliga a aquellos que verdaderamente desean triunfar, a esforzarse cada día más, a capacitarse, especializarse y a buscar la excelencia. Sin embargo, desafortunadamente, en muchos países se ha generalizado, casi como una cultura, la ley del menor esfuerzo.

Pero, ¿Qué piensa Dios de esto? La parábola de los talentos, es quizá el parámetro más claro de cómo Dios evalúa nuestro desempeño. Nos cuenta el relato bíblico que un hombre llamó a sus empleados antes de partir a un viaje muy largo, y a cada uno entregó cierta cantidad de dinero para que la invirtieran en un negocio rentable. Al cabo de mucho tiempo regresa a pedir cuentas, encontrando que dos de sus empleados habían negociado, con tal éxito, que habían ganado una utilidad del ciento por ciento.

Por el contrario, el tercero de ellos había escondido el dinero por temor, produciendo gran contrariedad a su jefe, puesto que esos recursos habían quedado un tiempo considerable sin producir ninguna ganancia. Las consecuencias no se hicieron esperar.

A los dos primeros se les condecoró como empleados buenos y fieles, siendo promovidos a cargos de mayor honra y responsabilidad, permitiéndoles continuar administrando aquellos dineros ahora multiplicados. Mientras que el tercero fue echado por negligente; su trabajo fue calificado como malo e inútil, y perdió toda oportunidad de seguir administrando los recursos de este importante empresario. Esto es justicia para Dios. Él no patrocina la mediocridad, sino que está de lado de aquellos que ven el trabajo como una bendición de Dios y están dispuestos a dar lo mejor de sí. La constante demanda del Señor es a esforzarnos en lo que depende de nosotros, para que, en lo que no depende, podamos ver su acción sobrenatural, lo imposible haciéndose realidad.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre justo, ayúdame a imitarte en todo y a ser excelente como lo eres Tú. Que cada responsabilidad que me has delegado, una familia, una carrera, un trabajo, una empresa, un cargo público, lo haga excelentemente, contando con tu ayuda, y que te lo pueda entregar enriquecido y multiplicado. Amén”


Lolita Cruz de Chamorro.

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