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viernes, 1 de junio de 2012

El Único Padre


Un verdadero Padre


“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49:15)


PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 1:9-13


Entender la profundidad de esta afirmación ha transformado radicalmente mi vida y la de miles y millones de personas. Podemos saber mucho de la grandeza de Dios, de su poder, de su misericordia, de su omnisciencia, de su soberanía o de cualquier otro atributo que posee, pero si no comprendemos que Dios es nuestro Papá, estamos perdiendo la oportunidad de tener la más extraordinaria experiencia de salud, bienestar y victoria posible para el ser humano.


Conocer a Dios como Padre es encontrar el principio de la salud integral, el comienzo de una nueva vida enmarcada en el amor, es recibir en sus brazos la provisión de aceptación, seguridad y amor que todos los seres humanos necesitamos para disfrutar de una vida de éxito y felicidad. Sin duda alguna, lo que hace la diferencia entre aquellos que vencen, que salen adelante ante las adversidades y las limitaciones, y los que se quedan en ellas quejándose y sintiéndose derrotados, es la forma cómo reaccionan y miran la vida y, lógicamente, la forma como ven a Dios.


Todos pasamos por situaciones difíciles y en algún momento podemos experimentar el abandono, aun de quienes más amamos. Sin embargo, Dios nos hace una promesa maravillosa que nos abre el camino para que nos acerquemos a su presencia, nos sentemos en su regazo, y recostados en su pecho y entre sus brazos paternales, recibamos la sanidad de todas nuestras heridas, la libertad de toda cadena que nos ata y la facultad para disfrutar las riquezas de la vida abundante que nos ha preparado, al escuchar sus palabras: “Yo nunca me olvidaré de ti”.


HABLEMOS CON DIOS


“Amado Padre, gracias por permitirme descubrir y experimentar personalmente este amor que restaura mi autoestima y me llena de seguridad. Ya no me siento huérfano, ya no estoy solo. Ahora puedo perdonar a quienes me han causado dolor con su abandono. Siento el fluir de salud total en mí ser y me siento verdadero hijo. Soy una persona realizada y feliz, y contigo llevaré bendición por dondequiera que vaya”.


Lolita Cruz de Chamorro.

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