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miércoles, 13 de junio de 2012

Dios la fuente de todo


Dependiendo de la fuente
“Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. (Isaías 26:9)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 4:10-14

Aprendamos hoy el secreto de los vencedores; de aquéllos que saben acudir cada mañana a la Fuente que les da vida y paz, sabiduría y poder: Es pagar un pequeño precio (madrugar) para un enorme beneficio: para encontrarnos con Dios, y conocer sus caminos de justicia y verdad.

Cuando reconocemos que nuestra vida la debemos a Dios, que minuto a minuto él mantiene la unción de Su Santo Espíritu en nosotros, entonces, declararemos como el profeta Isaías: «Madrugaré a buscarte», porque seremos conscientes de que nos debemos a Él, que nuestra vida es suya, que nada somos y nada podemos hacer sin su ayuda.

También el rey David expresa: «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré...» (Salmo 145:1-2). Este poderoso rey fue consciente de que su vida dependía del Señor, y que a él debía el esplendor de su reino. Por esto, se dispuso a buscar a Dios cada día de su vida.

Como hijos de Dios, debemos estar plenamente conscientes de la gran necesidad, que es estar conectados a la Fuente; cada día hallaremos más deleite y complacencia en Dios, porque en él encontramos vida, paz, gozo, abundancia, bienestar, felicidad, seguridad y verdad.

Los tiempos a solas con Dios son efectivos cuando nos disponemos a hablarle por medio de la oración y a que Él nos hable a través de su palabra. A lo largo de más de 40 años de vida cristiana, he descubierto por mi propia experiencia, y también lo he enseñado a otros, que estar en la presencia de Dios es la verdadera fuente de fortaleza para enfrentar la vida.

En este día, lleguemos a Él con actitud de agradecimiento por mantener el alimento de vida en nosotros. Deleitémonos en Dios y alegrémonos en su presencia. Al recordar la exclamación del Salmista, digámosle que cada día de nuestra vida deseamos estar a su lado, para bendecirlo y experimentar que Él es suficiente para nosotros.

HABLEMOS CON DIOS

“Mi amado Señor, reconozco que he buscado otras fuentes para saciar la sed de mi alma, hoy decido buscar la única fuente de agua de vida “tu Santo Espíritu”. Ayúdame cada mañana muy temprano a darte mi mejor tiempo. Te pido que cada día me lleves a experimentar tu amor, cuidado y protección, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.

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