El impacto de la Palabra de Dios
“El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia”. (1 Samuel 3:1)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 119:9-16
Los hijos de Dios debemos descubrir y aprovechar ese tesoro que es la Palabra de Dios, bien llamado el Manual de la vida, para cultivar vidas desafiantes y exitosas. Ir a la Biblia es mucho más que hacer una simple e inspiradora lectura. Las Escrituras contienen los más profundos secretos capaces de trasformar al mundo entero. En ella se encuentra plasmada la más pura expresión del amor, sus más hermosos propósitos y las instrucciones precisas para que nos vaya bien.
Si en nuestro diario vivir no cultivamos el hábito de experimentar la Palabra de Dios a plenitud, podemos estar cayendo en el mismo problema que vivió el pueblo de Israel en los tiempos del sacerdote Elí: «...la palabra de Dios escaseaba y no había visión». Los propios hijos de Elí, a pesar de vivir en la casa de Dios y tener por padre al mismo sacerdote, no desarrollaron una comunión íntima con él; desaprovecharon la oportunidad de llegar a ser grandes siervos de Dios, bendecidos y prosperados, y llevando su Palabra de sanidad y restauración a un pueblo necesitado de escuchar su Voz.
Muchos de nosotros podemos declararnos cristianos, ir con frecuencia a la casa de Dios, alabarlo y cantar para él, aprender de memoria capítulos enteros, y aun enseñarlos, pero mientras la Palabra de Dios no sea una verdad absoluta en nuestro corazón, mientras no la creamos y la obedezcamos, escasearán las visiones de lo que Dios quiere hacer a través de nuestra vida, y las bendiciones se detendrán.
¿Cómo saber si la Palabra de Dios escasea en nuestra vida? Cuando en los momentos de dificultad, de dolor o de aflicción, salimos apresuradamente a buscar socorro y ayuda en otro lugar, con otras personas, diferentes a él. Olvidamos sus promesas y nos invade el desaliento y el temor. No podemos recordar sus hermosas palabras cargadas de esperanza: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:31-32).
Otro aspecto que nos permitirá conocer si en nuestra vida escasea la Palabra de Dios, es cuando no se evidencia en nosotros el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). La vida sin Palabra de Dios es una vida estéril, árida, carente de visión y de entusiasmo. Decidamos hoy volvernos ‘hacedores de su Palabra’ y no solamente oidores. Hoy es el día para revisar nuestro corazón y ver si estamos guardando su Palabra para no pecar contra él. Preguntémonos ¿cómo fue nuestra reacción ante alguna circunstancia adversa ocurrida en este tiempo? ¿Se manifiesta en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo?
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Padre celestial, quiero postrarme en tu presencia reconociendo tu gran amor al darme tu palabra que me da vida, sanidad y dirección. Enséñame Espíritu Santo a conocer esa verdad y ponerla por obra en mi vida para mostrarle al mundo tu obra maravillosa, Amén”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 119:9-16
Los hijos de Dios debemos descubrir y aprovechar ese tesoro que es la Palabra de Dios, bien llamado el Manual de la vida, para cultivar vidas desafiantes y exitosas. Ir a la Biblia es mucho más que hacer una simple e inspiradora lectura. Las Escrituras contienen los más profundos secretos capaces de trasformar al mundo entero. En ella se encuentra plasmada la más pura expresión del amor, sus más hermosos propósitos y las instrucciones precisas para que nos vaya bien.
Si en nuestro diario vivir no cultivamos el hábito de experimentar la Palabra de Dios a plenitud, podemos estar cayendo en el mismo problema que vivió el pueblo de Israel en los tiempos del sacerdote Elí: «...la palabra de Dios escaseaba y no había visión». Los propios hijos de Elí, a pesar de vivir en la casa de Dios y tener por padre al mismo sacerdote, no desarrollaron una comunión íntima con él; desaprovecharon la oportunidad de llegar a ser grandes siervos de Dios, bendecidos y prosperados, y llevando su Palabra de sanidad y restauración a un pueblo necesitado de escuchar su Voz.
Muchos de nosotros podemos declararnos cristianos, ir con frecuencia a la casa de Dios, alabarlo y cantar para él, aprender de memoria capítulos enteros, y aun enseñarlos, pero mientras la Palabra de Dios no sea una verdad absoluta en nuestro corazón, mientras no la creamos y la obedezcamos, escasearán las visiones de lo que Dios quiere hacer a través de nuestra vida, y las bendiciones se detendrán.
¿Cómo saber si la Palabra de Dios escasea en nuestra vida? Cuando en los momentos de dificultad, de dolor o de aflicción, salimos apresuradamente a buscar socorro y ayuda en otro lugar, con otras personas, diferentes a él. Olvidamos sus promesas y nos invade el desaliento y el temor. No podemos recordar sus hermosas palabras cargadas de esperanza: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:31-32).
Otro aspecto que nos permitirá conocer si en nuestra vida escasea la Palabra de Dios, es cuando no se evidencia en nosotros el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). La vida sin Palabra de Dios es una vida estéril, árida, carente de visión y de entusiasmo. Decidamos hoy volvernos ‘hacedores de su Palabra’ y no solamente oidores. Hoy es el día para revisar nuestro corazón y ver si estamos guardando su Palabra para no pecar contra él. Preguntémonos ¿cómo fue nuestra reacción ante alguna circunstancia adversa ocurrida en este tiempo? ¿Se manifiesta en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo?
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Padre celestial, quiero postrarme en tu presencia reconociendo tu gran amor al darme tu palabra que me da vida, sanidad y dirección. Enséñame Espíritu Santo a conocer esa verdad y ponerla por obra en mi vida para mostrarle al mundo tu obra maravillosa, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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