La Oración.
“De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.” (Salmo 119:90-92)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Hebreos 12:1-14
Todos pasamos por algún tiempo de nuestra vida por dificultades o adversidades, estas situaciones tienen que ver con tiempo de aflicción, angustia, preocupación, calamidad, dolor, etc. En esos momentos cuando se precisa poner en práctica nuestra fe, orando sin cesar y dejando que Dios nos de su fortaleza; la fe y la oración nos dan la capacidad de ver oportunidades en medio de los problemas y avanzar. De modo que cuando vengan esos tiempos inesperados, no se resienta, sino tenga en cuenta lo que dice el Manual de Vida “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Los problemas que nos rodean son reales, pero Dios es más real y más poderoso que todos los problemas juntos. La aflicción es un problema devastador. ¿Qué hacer? Basta con levantar la mirada hacia las alturas desde donde Dios mira y quiere cambiar las cosas (Isaías 43:19). Uno de los beneficios más grandes de la oración es aprender a usarla como el mejor instrumento para enfrentar las dificultades que a veces amenazan con destruirnos. Tal vez la situación difícil que estemos atravesando nos lleva a creer que no hay salida, ni respuesta; que ya no tenemos esperanza, razón por la cual nos sentimos tan afligidos. Es entonces cuando necesitamos tener una relación íntima con el Padre, y clamarle. En mi vida he aprendido estos dos aspectos claves para enfrentar victoriosos los momentos de aflicción:
* Dejemos de mirar el problema y concentrémonos en buscar la solución de Dios. Quitemos los ojos de la dificultad y levantemos la mirada a él. Nos encontraremos con su sonrisa que comunica paz; su mirada nos da la seguridad que no estamos solos; con su mano extendida, da respuesta oportuna a nuestra necesidad
* Apartemos diariamente un tiempo de reposo con Dios. Un tiempo que nos permita buscar sin interrupciones la dirección de él, conocer sus pensamientos y tomar nuevas fuerzas para lo que falta del camino
HABLEMOS CON DIOS
“Padre bueno, me acerco a ti con un corazón humilde que reconoce la necesidad de tu amor y dirección. No permitas que dude de tu amor en ninguna circunstancia por mas difícil que parezca, ayúdame a entender el propósito en cada situación, Amén”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: Hebreos 12:1-14
Todos pasamos por algún tiempo de nuestra vida por dificultades o adversidades, estas situaciones tienen que ver con tiempo de aflicción, angustia, preocupación, calamidad, dolor, etc. En esos momentos cuando se precisa poner en práctica nuestra fe, orando sin cesar y dejando que Dios nos de su fortaleza; la fe y la oración nos dan la capacidad de ver oportunidades en medio de los problemas y avanzar. De modo que cuando vengan esos tiempos inesperados, no se resienta, sino tenga en cuenta lo que dice el Manual de Vida “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Los problemas que nos rodean son reales, pero Dios es más real y más poderoso que todos los problemas juntos. La aflicción es un problema devastador. ¿Qué hacer? Basta con levantar la mirada hacia las alturas desde donde Dios mira y quiere cambiar las cosas (Isaías 43:19). Uno de los beneficios más grandes de la oración es aprender a usarla como el mejor instrumento para enfrentar las dificultades que a veces amenazan con destruirnos. Tal vez la situación difícil que estemos atravesando nos lleva a creer que no hay salida, ni respuesta; que ya no tenemos esperanza, razón por la cual nos sentimos tan afligidos. Es entonces cuando necesitamos tener una relación íntima con el Padre, y clamarle. En mi vida he aprendido estos dos aspectos claves para enfrentar victoriosos los momentos de aflicción:
* Dejemos de mirar el problema y concentrémonos en buscar la solución de Dios. Quitemos los ojos de la dificultad y levantemos la mirada a él. Nos encontraremos con su sonrisa que comunica paz; su mirada nos da la seguridad que no estamos solos; con su mano extendida, da respuesta oportuna a nuestra necesidad
* Apartemos diariamente un tiempo de reposo con Dios. Un tiempo que nos permita buscar sin interrupciones la dirección de él, conocer sus pensamientos y tomar nuevas fuerzas para lo que falta del camino
HABLEMOS CON DIOS
“Padre bueno, me acerco a ti con un corazón humilde que reconoce la necesidad de tu amor y dirección. No permitas que dude de tu amor en ninguna circunstancia por mas difícil que parezca, ayúdame a entender el propósito en cada situación, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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