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viernes, 27 de enero de 2012

¿Somos intercesores de la humanidad?

El privilegio de interceder




“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia” Habacuc 3:2

PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 18:16-33

Hoy en día los hijos de Dios tenemos la gran responsabilidad de ser intercesores y ser verdaderos adoradores, ser intercesores significa tomar las necesidades espirituales de una nación en crisis y presentarlas ante el Señor; y fruto de esa intercesión tomar el firme compromiso de llevar el mensaje del Señor a toda persona.

Sabemos que Dios es amor, y que su misericordia es para siempre, pero esto no quiere decir que el Señor no haga cumplir su juicio sobre la tierra; saber esto nos tiene que llevar a temer al Señor y a su palabra, pero también a confiar en Él. Una persona que aprende a interceder lo hace tomando el ejemplo del profeta Habacuc. Su intercesión fue oportuna, él conocía el poder de Dios, conocía muy de cerca su inmensa bondad, y por eso se atrevió a orar y esperar que Él hiciera según sus designios.

Conocer la justicia del Señor no debe producirnos miedo o inseguridad, pues con Él estamos seguros; el miedo no puede ser un pretexto para volvernos intercesores, pues basta observar a nuestro alrededor y ver cuánta necesidad hay en la gente del conocimiento del Señor. La condición de un pueblo que no teme a Dios es fatal, pero basta hacer memoria de las misericordias del Señor para seguir creyendo que podemos hacer algo, que mientras nosotros los hijos de Dios nos preocupemos sinceramente por ser luz en medio de las tinieblas y ser anunciadores de buenas nuevas, nuestro Padre celestial será propicio a ese clamor.

Debemos estar plenamente convencidos que la bondad del Señor siempre nos alcanzará y que en su poder está nuestra fortaleza y nuestro alto refugio.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre Celestial hoy en tu presencia hago memoria de tus maravillas las cuales no puedo contar, pero también en este día imploro por la necesidad espiritual de este país, porque veo que no te conocen y no te temen; enséñame a interceder cada día, creyendo firmemente que aunque hagas cumplir tus juicios, nosotros tus hijos estaremos amparados en tu bondad. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

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