La Paz de Cristo.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Reyes 19:9-18
Muchas personas creen que “paz” significa ausencia de dificultades, o no tener problemas. Esto no es así, más bien es la certeza de la dulce y amorosa presencia de Cristo en aquellos que viven junto a Él. Y precisamente, esto fue lo que les dijo a sus apóstoles antes de irse al cielo: Si ellos permanecían unidos a Él, podrían vivir felices y seguros en todo momento y circunstancia. Allí está el valor que necesitamos para adquirir fe en el espíritu, tranquilidad en el alma y por supuesto, fortaleza y salud en el cuerpo.
Queridos amigos, esa es la verdadera paz. No la que se consigue aislándose del mundo, ensimismándose o cerrando los ojos a la realidad. Tampoco se encuentra en ninguna circunstancia externa. La verdadera paz es Jesús, quien con su amor conquista nuestra vida, nos sana, nos transforma, nos enseña a perdonar, a creer, a confiar, a esperar, a disfrutar, a amar.
Es inevitable pasar por experiencias difíciles, sufrir adversidades o tener aflicciones. La vida en el mundo está sujeta a todas estas cosas. Sin embargo, el propósito de nuestro Padre Dios es que seamos felices, así que nos ha dado una vida que no es de este mundo. Una vida divina, su vida. Al recibir a Cristo, ya no pertenecemos a este mundo aunque estamos en el mundo.
Así que, aunque vivamos todas estas circunstancias, ellas ya no pueden destruirnos ni desanimarnos. Permanecer en Jesús, conociéndolo, oyendo su Palabra, confiando en sus promesas y haciendo como Él nos dice, nos asegura una paz que sobrepasa todo entendimiento, que permanecerá aún en medio de las más terribles tormentas. Así que la invitación en este día es a confiar, sabiendo que ningún problema en nuestra vida será más fuerte que el Señor.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, gracias por asegurarme una paz verdadera, que el mundo no puede entender. Una paz que surge desde el interior, desde mi corazón, cuando aprendo a confiar en ti. No importa lo que suceda a mi alrededor, Tú me das la capacidad de estar en pie, victorioso, aún en medio de la adversidad”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Reyes 19:9-18
Muchas personas creen que “paz” significa ausencia de dificultades, o no tener problemas. Esto no es así, más bien es la certeza de la dulce y amorosa presencia de Cristo en aquellos que viven junto a Él. Y precisamente, esto fue lo que les dijo a sus apóstoles antes de irse al cielo: Si ellos permanecían unidos a Él, podrían vivir felices y seguros en todo momento y circunstancia. Allí está el valor que necesitamos para adquirir fe en el espíritu, tranquilidad en el alma y por supuesto, fortaleza y salud en el cuerpo.
Queridos amigos, esa es la verdadera paz. No la que se consigue aislándose del mundo, ensimismándose o cerrando los ojos a la realidad. Tampoco se encuentra en ninguna circunstancia externa. La verdadera paz es Jesús, quien con su amor conquista nuestra vida, nos sana, nos transforma, nos enseña a perdonar, a creer, a confiar, a esperar, a disfrutar, a amar.
Es inevitable pasar por experiencias difíciles, sufrir adversidades o tener aflicciones. La vida en el mundo está sujeta a todas estas cosas. Sin embargo, el propósito de nuestro Padre Dios es que seamos felices, así que nos ha dado una vida que no es de este mundo. Una vida divina, su vida. Al recibir a Cristo, ya no pertenecemos a este mundo aunque estamos en el mundo.
Así que, aunque vivamos todas estas circunstancias, ellas ya no pueden destruirnos ni desanimarnos. Permanecer en Jesús, conociéndolo, oyendo su Palabra, confiando en sus promesas y haciendo como Él nos dice, nos asegura una paz que sobrepasa todo entendimiento, que permanecerá aún en medio de las más terribles tormentas. Así que la invitación en este día es a confiar, sabiendo que ningún problema en nuestra vida será más fuerte que el Señor.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, gracias por asegurarme una paz verdadera, que el mundo no puede entender. Una paz que surge desde el interior, desde mi corazón, cuando aprendo a confiar en ti. No importa lo que suceda a mi alrededor, Tú me das la capacidad de estar en pie, victorioso, aún en medio de la adversidad”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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