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miércoles, 29 de febrero de 2012
Pequeña semilla, enormes frutos
“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” Mateo 19:21-22
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 5:1-12
No se puede vivir una vida de resultados totales sin dedicar tiempo a orar insistentemente.
No se puede vivir una vida rica de oración dedicando escasos y apresurados momentos para orar; se necesita persistencia, insistencia y anhelo. Sí, anhelo; aquél que experimentaba el rey David por la presencia de Dios y que provenía del profundo amor y gratitud que este hombre tenía para con su Señor: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová...” (Salmo 84:1-2).
La vida de David se caracterizaba por un incansable deseo de buscar a Dios, descansar en su Presencia y aprender de él. Descubrió así, que su seguridad más grande estaba en su comunión con Dios y aprendió el secreto de esperar que Dios se ocupara de sus asuntos. También en la Biblia encontramos ejemplos de otros hombres y mujeres que, con su oración, lograron cambiar gran cantidad de situaciones difíciles y adversas, hasta transformar la situación de un país. Estos ejemplos deben motivarnos para buscar el cambio que nuestra patria necesita a través de la oración y el compromiso.
Toda conquista es posible, puesto que el poder de Dios sólo espera ser usado, y la oración de fe es la herramienta diseñada para poner en acción ese poder. Nunca pongamos obstáculos a la oración, ni siquiera por nuestro trabajo; por el contrario, con la oración se adquiere y aumenta la energía para trabajar, somos libres del temor y hallamos salida al conflicto. Oraciones escasas, a la ligera y débiles, corresponden a una condición espiritual pobre. Su vida puede ser tan prominente como tan intensa sea su vida de oración. «En lo secreto me has hecho entender sabiduría» (Salmo 51:6b).
Quien practica el secreto de la oración se hace sabio, importante, infatigable, adquiere paciencia, tolerancia y equilibrio. Quien aprende a desarrollar su vida en la oración, logra alcanzar los objetivos que nunca antes imaginó alcanzar. En la oración el débil se hace fuerte, el temeroso se hace valiente y osado, la amargura se transforma en alegría, confianza y paz; quien ora aprende a escuchar la voz de Dios, conoce la verdad que le hace libre y definitivamente se convierte en un hombre o mujer que vive para alegrar el corazón de Dios.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre eterno, cuánto te necesito. Tú eres mi tesoro, mi mayor riqueza, mi felicidad. Dame hambre y sed de ti, para que nunca deje de buscarte, para que nunca tenga que desfallecer de sed en medio de la vida, sino que vea todos los días tu brazo de poder accionarse a nuestro favor y el cielo inclinarse en nuestro auxilio. Amén”
martes, 28 de febrero de 2012
¿Que escogería Usted?
¿Que escogería Usted?
“La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos” (Proverbios 14:11)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 15:1-5; Proverbios 3:31-35
Son muchos los caminos que buscan la mayoría de las personas para alcanzar la felicidad y la prosperidad en sus vidas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que el único método para alcanzar la victoria en todas las áreas, es ajustar nuestra vida a los parámetros de Dios. He aquí la verdadera rectitud delante de Dios, la integridad en la que Él desea que vivamos permanentemente, con el único propósito de bendecirnos y prosperarnos.
Dios ama la rectitud del corazón, y todo aquel que en ella permanece, asegura para su vida y su familia la bendición divina. Ahora bien, no es imposible mantenerse íntegros todo el tiempo delante de Dios. Sólo hay que entregar momento a momento el control de nuestra vida al Espíritu Santo, experimentar su plenitud ocupando todo nuestro ser, su llenura supliendo toda escasez y faltante en nuestra vida, iluminando cada rincón de nuestra alma que aún se encuentra en oscuridad y trayendo orden en medio del caos en que aún se encuentran muchos aspectos de nuestra vida.
Esta entrega es momento a momento, rindiéndonos por completo para hacer la voluntad de Dios que asegura en cada uno de nosotros, la experiencia de la vida de Cristo. Ya no somos nosotros, sino Cristo actuando, amando, perdonando, sanando, teniendo compasión; y como consecuencia, recibiendo todo el respaldo incondicional del Padre: Todo el amor y el poder del Padre a su disposición, tal como lo expresa en esta maravillosa declaración: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).
Según todo lo anterior, podemos decir a ciencia cierta, que la prosperidad para nuestra vida y nuestra familia, el florecimiento y fructificación de nuestra casa, dependerá única y exclusivamente de cada uno de nosotros; de la decisión que cada uno tome de amar a Dios y obedecer su Palabra, de ser lleno del Espíritu Santo para lograrlo. Permitamos que esta solemne aseveración hecha por Dios mismo, nos permita tomar una decisión radical de cambio, entrega y compromiso para Él: “…os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días” (Deuteronomio 30:19-20)
HABLEMOS CON DIOS
“Padre Santo, hoy me has hablado algo trascendental y definitivo. No quiero esperar un día más para que Cristo tome el control de mi vida. Sujeto bajo tu señorío todas las áreas de mi vida y pido la llenura de tu Santo Espíritu, quien me ayudará a vivir la vida de fe y obediencia a tu Palabra, para ver mi casa florecer como es el deseo de tu corazón”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos” (Proverbios 14:11)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 15:1-5; Proverbios 3:31-35
Son muchos los caminos que buscan la mayoría de las personas para alcanzar la felicidad y la prosperidad en sus vidas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que el único método para alcanzar la victoria en todas las áreas, es ajustar nuestra vida a los parámetros de Dios. He aquí la verdadera rectitud delante de Dios, la integridad en la que Él desea que vivamos permanentemente, con el único propósito de bendecirnos y prosperarnos.
Dios ama la rectitud del corazón, y todo aquel que en ella permanece, asegura para su vida y su familia la bendición divina. Ahora bien, no es imposible mantenerse íntegros todo el tiempo delante de Dios. Sólo hay que entregar momento a momento el control de nuestra vida al Espíritu Santo, experimentar su plenitud ocupando todo nuestro ser, su llenura supliendo toda escasez y faltante en nuestra vida, iluminando cada rincón de nuestra alma que aún se encuentra en oscuridad y trayendo orden en medio del caos en que aún se encuentran muchos aspectos de nuestra vida.
Esta entrega es momento a momento, rindiéndonos por completo para hacer la voluntad de Dios que asegura en cada uno de nosotros, la experiencia de la vida de Cristo. Ya no somos nosotros, sino Cristo actuando, amando, perdonando, sanando, teniendo compasión; y como consecuencia, recibiendo todo el respaldo incondicional del Padre: Todo el amor y el poder del Padre a su disposición, tal como lo expresa en esta maravillosa declaración: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).
Según todo lo anterior, podemos decir a ciencia cierta, que la prosperidad para nuestra vida y nuestra familia, el florecimiento y fructificación de nuestra casa, dependerá única y exclusivamente de cada uno de nosotros; de la decisión que cada uno tome de amar a Dios y obedecer su Palabra, de ser lleno del Espíritu Santo para lograrlo. Permitamos que esta solemne aseveración hecha por Dios mismo, nos permita tomar una decisión radical de cambio, entrega y compromiso para Él: “…os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días” (Deuteronomio 30:19-20)
HABLEMOS CON DIOS
“Padre Santo, hoy me has hablado algo trascendental y definitivo. No quiero esperar un día más para que Cristo tome el control de mi vida. Sujeto bajo tu señorío todas las áreas de mi vida y pido la llenura de tu Santo Espíritu, quien me ayudará a vivir la vida de fe y obediencia a tu Palabra, para ver mi casa florecer como es el deseo de tu corazón”.
Lolita Cruz de Chamorro.
lunes, 27 de febrero de 2012
Hacer el bien sin mirar a quien....!
Como contribuir para el bien
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 10:21; Colosenses 3:12-17
La comunicación es un aspecto esencial de todo ser humano, un privilegio que Dios le ha dado, del que depende en gran medida, el éxito en las relaciones interpersonales. Es el diálogo lo que fortalece y aviva el amor y lo que sostiene la unidad en un grupo humano, de cualquier índole, pero de manera especial, la familia. La Biblia nos insta a fomentar el amor y la paz entre los seres humanos, y nos enseña que uno de los caminos más efectivos es el uso de palabras que edifiquen, esto quiere decir, que es necesario hacer un aporte a la vida del que nos escucha, que genere alegría y que produzca esperanza.
Recordemos que edificar significa construir, hacer, erigir, levantar, fundar, crear. Y todo eso puede producir usted, en el corazón de una persona cuando le habla con palabras cargadas de amor, fe y esperanza. Con esta manera de expresarse, usted puede hacer un importante aporte a la paz y al progreso de su familia y de su nación, porque… ¿Cuántas guerras se han iniciado en un malentendido, en un juego de palabras inadecuadas e inoportunas? ¿Cuánto daño es capaz de hacer la lengua; que la Biblia la compara con un pequeño fuego capaz de destruir un bosque entero? Permítame compartirle algunos consejos que le ayudarán a mejorar la comunicación:
• No presuma que usted lo sabe todo. Pregunte de vez en cuando
• Provea una atmósfera abierta, de aceptación y libertad
• Elija el momento apropiado para hablar. Seleccione las palabras
• No hable sin haber orado. Adquiera el hábito de orar también junto a la persona con la que necesita ponerse de acuerdo o arreglar un asunto. Donde está el Espíritu de Dios reinando, hay armonía y paz
• Concéntrese en ser un buen escucha
• Esté dispuesto a expresar con honestidad su punto de vista. Si no está de acuerdo, manifiéstelo pero con gentileza y amabilidad
• Busque más comprender que ser comprendido
• Admita su equivocación y pida perdón. Es más valiente y genera admiración, además que mejora la disposición para llegar a un acuerdo
• Una buena comunicación incluye también el saber cuándo hay que callar
• Es más importante amar que tener la razón
HABLEMOS CON DIOS
“Padre amado, gracias por enseñarme cómo debo expresarme de tal forma que edifique y aporte a la vida de los que amo y de todos los que pasan a mi lado. Ahora entiendo que la comunicación es el resultado de vivir en comunión con tu Santo Espíritu, quien nos da el poder para amar y aceptar a los demás, disolviendo toda barrera emocional y estableciendo fuertes vínculos de amor”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 10:21; Colosenses 3:12-17
La comunicación es un aspecto esencial de todo ser humano, un privilegio que Dios le ha dado, del que depende en gran medida, el éxito en las relaciones interpersonales. Es el diálogo lo que fortalece y aviva el amor y lo que sostiene la unidad en un grupo humano, de cualquier índole, pero de manera especial, la familia. La Biblia nos insta a fomentar el amor y la paz entre los seres humanos, y nos enseña que uno de los caminos más efectivos es el uso de palabras que edifiquen, esto quiere decir, que es necesario hacer un aporte a la vida del que nos escucha, que genere alegría y que produzca esperanza.
Recordemos que edificar significa construir, hacer, erigir, levantar, fundar, crear. Y todo eso puede producir usted, en el corazón de una persona cuando le habla con palabras cargadas de amor, fe y esperanza. Con esta manera de expresarse, usted puede hacer un importante aporte a la paz y al progreso de su familia y de su nación, porque… ¿Cuántas guerras se han iniciado en un malentendido, en un juego de palabras inadecuadas e inoportunas? ¿Cuánto daño es capaz de hacer la lengua; que la Biblia la compara con un pequeño fuego capaz de destruir un bosque entero? Permítame compartirle algunos consejos que le ayudarán a mejorar la comunicación:
• No presuma que usted lo sabe todo. Pregunte de vez en cuando
• Provea una atmósfera abierta, de aceptación y libertad
• Elija el momento apropiado para hablar. Seleccione las palabras
• No hable sin haber orado. Adquiera el hábito de orar también junto a la persona con la que necesita ponerse de acuerdo o arreglar un asunto. Donde está el Espíritu de Dios reinando, hay armonía y paz
• Concéntrese en ser un buen escucha
• Esté dispuesto a expresar con honestidad su punto de vista. Si no está de acuerdo, manifiéstelo pero con gentileza y amabilidad
• Busque más comprender que ser comprendido
• Admita su equivocación y pida perdón. Es más valiente y genera admiración, además que mejora la disposición para llegar a un acuerdo
• Una buena comunicación incluye también el saber cuándo hay que callar
• Es más importante amar que tener la razón
HABLEMOS CON DIOS
“Padre amado, gracias por enseñarme cómo debo expresarme de tal forma que edifique y aporte a la vida de los que amo y de todos los que pasan a mi lado. Ahora entiendo que la comunicación es el resultado de vivir en comunión con tu Santo Espíritu, quien nos da el poder para amar y aceptar a los demás, disolviendo toda barrera emocional y estableciendo fuertes vínculos de amor”.
Lolita Cruz de Chamorro.
viernes, 24 de febrero de 2012
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Consejo de Dios
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón” (Job 22:21-22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 4:1-8
Uno de los males que con más frecuencia agobian a los seres humanos en este afanado siglo XXI, es ese disturbio interior, esa tensión gigantesca, llamado “estrés”. Es común oír decir por doquier: “Me siento muy nervioso, agotado, no puedo dormir”. Y es igualmente frecuente que las personas acudan a su médico o al psicólogo y recibir respuestas como: “Lo que usted necesita es un descanso”, “Olvídese de sus problemas”, “Pida unas vacaciones y relájese”. Lo cierto es que inútilmente los seres humanos en estas condiciones recurrimos a un sinnúmero de soluciones que si bien algunas de ellas nos traen algún bienestar pasajero, no pueden tratar la verdadera causa de la angustia y la ansiedad que acompañan la vida del ser humano. Hoy tenemos que recordar las sabias palabras de un gran líder religioso que nos aclara cuál es el verdadero descanso que todos necesitamos experimentar permanentemente: “Nos creaste para ti, oh Dios, y nuestro corazón andará en desasosiego hasta que no repose en Ti”.
A lo largo de todos estos años de continuo aprendizaje acerca de las enseñanzas plasmadas en la Palabra de Dios, me he dado cuenta que el descanso no se halla en un lugar, en hacer o dejar de hacer cosas; el verdadero descanso se centra en una persona: Jesucristo. Él es el Príncipe de paz, es el que nos ofrece una paz que sobrepasa el entendimiento humano, una paz sobrenatural, que el mundo no puede dar. Es también quien hace la invitación a todo aquel que, en cualquier época o circunstancia, se sienta cansado, exhausto a causa del trabajo o agobiado por las cargas de la vida, que experimente verdadera paz y el verdadero descanso en su presencia.
La manera como opera este descanso que Dios da a través de Jesucristo, es colocándonos en contacto con su presencia, donde nuestra atención se concentra en la voz divina. Escuchamos su verdad liberadora que nos proporciona paz, alegría y esperanza. Disponemos el corazón para seguir la instrucción y el consejo recibido. Experimentamos el poder de lo alto para ejecutar lo bueno y lo justo a los ojos de Dios y luego, al cerrar los ojos en la noche, nada nos puede robar la paz que sentimos cuando hemos obrado en obediencia e integridad delante de nuestro Creador y Dios.
HABLEMOS CON DIOS
“Mi buen Padre, hoy comprendo que mi más grande reposo eres Tú. Conocerte y hacer tu voluntad me proporciona la seguridad de tu respaldo y de tu incondicional ayuda. Te pido que conserves mi corazón recto y obediente a ti, y con un ferviente deseo de buscarte cada día. Entonces diré como el salmista: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1).
Lolita Cruz de Chamorro.
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón” (Job 22:21-22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 4:1-8
Uno de los males que con más frecuencia agobian a los seres humanos en este afanado siglo XXI, es ese disturbio interior, esa tensión gigantesca, llamado “estrés”. Es común oír decir por doquier: “Me siento muy nervioso, agotado, no puedo dormir”. Y es igualmente frecuente que las personas acudan a su médico o al psicólogo y recibir respuestas como: “Lo que usted necesita es un descanso”, “Olvídese de sus problemas”, “Pida unas vacaciones y relájese”. Lo cierto es que inútilmente los seres humanos en estas condiciones recurrimos a un sinnúmero de soluciones que si bien algunas de ellas nos traen algún bienestar pasajero, no pueden tratar la verdadera causa de la angustia y la ansiedad que acompañan la vida del ser humano. Hoy tenemos que recordar las sabias palabras de un gran líder religioso que nos aclara cuál es el verdadero descanso que todos necesitamos experimentar permanentemente: “Nos creaste para ti, oh Dios, y nuestro corazón andará en desasosiego hasta que no repose en Ti”.
A lo largo de todos estos años de continuo aprendizaje acerca de las enseñanzas plasmadas en la Palabra de Dios, me he dado cuenta que el descanso no se halla en un lugar, en hacer o dejar de hacer cosas; el verdadero descanso se centra en una persona: Jesucristo. Él es el Príncipe de paz, es el que nos ofrece una paz que sobrepasa el entendimiento humano, una paz sobrenatural, que el mundo no puede dar. Es también quien hace la invitación a todo aquel que, en cualquier época o circunstancia, se sienta cansado, exhausto a causa del trabajo o agobiado por las cargas de la vida, que experimente verdadera paz y el verdadero descanso en su presencia.
La manera como opera este descanso que Dios da a través de Jesucristo, es colocándonos en contacto con su presencia, donde nuestra atención se concentra en la voz divina. Escuchamos su verdad liberadora que nos proporciona paz, alegría y esperanza. Disponemos el corazón para seguir la instrucción y el consejo recibido. Experimentamos el poder de lo alto para ejecutar lo bueno y lo justo a los ojos de Dios y luego, al cerrar los ojos en la noche, nada nos puede robar la paz que sentimos cuando hemos obrado en obediencia e integridad delante de nuestro Creador y Dios.
HABLEMOS CON DIOS
“Mi buen Padre, hoy comprendo que mi más grande reposo eres Tú. Conocerte y hacer tu voluntad me proporciona la seguridad de tu respaldo y de tu incondicional ayuda. Te pido que conserves mi corazón recto y obediente a ti, y con un ferviente deseo de buscarte cada día. Entonces diré como el salmista: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1).
Lolita Cruz de Chamorro.
jueves, 23 de febrero de 2012
¿Desea usted que sus hijos se conviertan en una hermosa bendición para su familia, para la sociedad y para el mundo?
Restaurando la relación Padres e Hijos
“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra…” (Malaquías 4:6)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 6:4; Salmo127: 1-5
Hoy el mundo mira con gran preocupación lo que está pasando con nuestros jóvenes, cómo los estamos perdiendo, cómo se alejan cada día más de aquellos valores trascendentales y eternos que dan solidez y estabilidad a la vida y a todo tipo de institución establecida por el ser humano. No logramos explicarnos en qué momento nuestros niños y jóvenes están optando por el pandillaje y el crimen, la drogadicción, el homosexualismo y la prostitución, los negocios peligrosos, los juegos violentos, los deportes extremos, y todo aquello que los llene de “emoción”, así sea por un instante, no importando que el precio a pagar sea su vida o la de los demás. Pero lo más grave, es quizá, la impotencia, el desánimo y hasta la indiferencia por la que muchos padres están optando al no tener idea de como hacer frente a la apremiante necesidad que los jóvenes están demandando de una respuesta efectiva a sus grandes interrogantes y a sus insaciables demandas.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, les dio el precioso privilegio de ser padres, como una de sus funciones en esta tierra. Como Creador del hombre proyecta sobre él su propia imagen, y parte de ésta es que el hombre comparta su maravilloso atributo de la Paternidad. Dios es Padre perfecto, así que también es el único que puede enseñarnos a ciencia cierta, cómo ejercer esta solemne responsabilidad con el fin de conquistar el corazón de nuestros hijos. Si disponemos nuestro corazón para ser enseñados por Dios, para cambiar actitudes y motivaciones equivocadas hacia nuestros hijos, para buscar con todas las fuerzas que el Señor nos da, la reconciliación, el amor y la unidad al interior de nuestros hogares, evitaremos grandes calamidades y profundos dolores y, por el contrario, disfrutaremos de la bendición permanente de salud, prosperidad y paz que Dios ha dispuesto para cada familia sobre la tierra.
¿Desea usted que sus hijos se conviertan en una hermosa bendición para su familia, para la sociedad y para el mundo? ¿Qué se transformen en un instrumento para glorificar a Dios? Le invito a que vuelva su corazón a su Padre Dios, en un amor ferviente y en una obediencia y sujeción incondicional.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre Santo, hoy comprendo la enorme responsabilidad que tengo como padre (madre) de restaurar en el corazón de mis hijos, la correcta imagen de la paternidad, lastimada y distorsionada a causa del pecado que nos volvió egoístas e insensibles. Hoy vuelvo mi corazón a ti y te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, que me des la sabiduría, el discernimiento, la fortaleza, la paciencia y el amor necesario para guiar, orientar, corregir, edificar y formar a mis hijos como tú me indicas, convirtiéndolos en verdaderos olivos de paz y fuente de bendición para el mundo”
“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra…” (Malaquías 4:6)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 6:4; Salmo127: 1-5
Hoy el mundo mira con gran preocupación lo que está pasando con nuestros jóvenes, cómo los estamos perdiendo, cómo se alejan cada día más de aquellos valores trascendentales y eternos que dan solidez y estabilidad a la vida y a todo tipo de institución establecida por el ser humano. No logramos explicarnos en qué momento nuestros niños y jóvenes están optando por el pandillaje y el crimen, la drogadicción, el homosexualismo y la prostitución, los negocios peligrosos, los juegos violentos, los deportes extremos, y todo aquello que los llene de “emoción”, así sea por un instante, no importando que el precio a pagar sea su vida o la de los demás. Pero lo más grave, es quizá, la impotencia, el desánimo y hasta la indiferencia por la que muchos padres están optando al no tener idea de como hacer frente a la apremiante necesidad que los jóvenes están demandando de una respuesta efectiva a sus grandes interrogantes y a sus insaciables demandas.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, les dio el precioso privilegio de ser padres, como una de sus funciones en esta tierra. Como Creador del hombre proyecta sobre él su propia imagen, y parte de ésta es que el hombre comparta su maravilloso atributo de la Paternidad. Dios es Padre perfecto, así que también es el único que puede enseñarnos a ciencia cierta, cómo ejercer esta solemne responsabilidad con el fin de conquistar el corazón de nuestros hijos. Si disponemos nuestro corazón para ser enseñados por Dios, para cambiar actitudes y motivaciones equivocadas hacia nuestros hijos, para buscar con todas las fuerzas que el Señor nos da, la reconciliación, el amor y la unidad al interior de nuestros hogares, evitaremos grandes calamidades y profundos dolores y, por el contrario, disfrutaremos de la bendición permanente de salud, prosperidad y paz que Dios ha dispuesto para cada familia sobre la tierra.
¿Desea usted que sus hijos se conviertan en una hermosa bendición para su familia, para la sociedad y para el mundo? ¿Qué se transformen en un instrumento para glorificar a Dios? Le invito a que vuelva su corazón a su Padre Dios, en un amor ferviente y en una obediencia y sujeción incondicional.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre Santo, hoy comprendo la enorme responsabilidad que tengo como padre (madre) de restaurar en el corazón de mis hijos, la correcta imagen de la paternidad, lastimada y distorsionada a causa del pecado que nos volvió egoístas e insensibles. Hoy vuelvo mi corazón a ti y te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, que me des la sabiduría, el discernimiento, la fortaleza, la paciencia y el amor necesario para guiar, orientar, corregir, edificar y formar a mis hijos como tú me indicas, convirtiéndolos en verdaderos olivos de paz y fuente de bendición para el mundo”
miércoles, 22 de febrero de 2012
las promesas de Dios
Lo que nunca falla
“Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:20-22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 24:36-49, Hechos 1 y 2
La gran mayoría de los seres humanos desconocen en Dios al Padre cercano y verdadero que nos ofrece una vida con sentido y felicidad, nos reviste de un linaje especial, nos hace poseedores de magníficas promesas de bendición y provee para cada uno de nosotros, un extraordinario propósito para vivir. Esto hace que muchas personas lleven vidas intrascendentes y sin propósito, desconociendo lo que realmente son, “viviendo para sobrevivir”, pudiendo ser, por el contrario, realmente felices, proporcionando felicidad a otros.
Pero es extraordinario saber que hoy tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo, de volver a creer, de ser poseedores por la fe en Jesucristo de toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Efesios 1:3). Dios ha provisto para cada creyente la más grande herencia, el mayor tesoro: Su Santo Espíritu. Él representa el cumplimiento de todas las promesas juntas dispuestas para el cristiano, y que se reciben única y exclusivamente cuando creemos en Jesucristo, a través de la Palabra de Verdad, del evangelio de nuestra salvación. Él constituye las arras de nuestra herencia, el anticipo de la vida eterna, la garantía de la posesión adquirida. Él es todo lo que nuestro buen Padre quiere darnos, todo lo que un hijo de Dios necesita para sobrellevar las exigencias cotidianas y ser feliz. Él es el manantial de agua viva que quita toda la sed y renueva nuestras fuerzas.
Si hasta este momento albergaba usted alguna duda respecto al cumplimiento de las promesas de Dios, hoy nos queda absolutamente claro que Él ya cumplió. Hoy tenemos una razón más para creer en la veracidad de sus palabras, para comprender que ni una de ellas dejará de cumplirse. Hoy sólo podemos volver nuestro corazón totalmente confiado a nuestro Amado Padre, entregarle nuestra vida y agradecidos, estar dispuestos a seguirle de todo corazón, mientras nos dejamos cautivar de su hermosa aseveración: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13)
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, hoy entiendo que la más grande manifestación de tu amor paternal es el regalo de tu Santo Espíritu. A través de Él, se cumplen todas las promesas divinas para mí vida. Así que humildemente reconozco a Cristo como mi Salvador y le entrego mi vida como Señor. Que tu Santo Espíritu tome el control de mi ser y me guíe al cumplimiento de tu perfecta voluntad. Gracias Padre, porque ahora tengo todo lo que necesito para ser feliz”
“Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:20-22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 24:36-49, Hechos 1 y 2
La gran mayoría de los seres humanos desconocen en Dios al Padre cercano y verdadero que nos ofrece una vida con sentido y felicidad, nos reviste de un linaje especial, nos hace poseedores de magníficas promesas de bendición y provee para cada uno de nosotros, un extraordinario propósito para vivir. Esto hace que muchas personas lleven vidas intrascendentes y sin propósito, desconociendo lo que realmente son, “viviendo para sobrevivir”, pudiendo ser, por el contrario, realmente felices, proporcionando felicidad a otros.
Pero es extraordinario saber que hoy tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo, de volver a creer, de ser poseedores por la fe en Jesucristo de toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Efesios 1:3). Dios ha provisto para cada creyente la más grande herencia, el mayor tesoro: Su Santo Espíritu. Él representa el cumplimiento de todas las promesas juntas dispuestas para el cristiano, y que se reciben única y exclusivamente cuando creemos en Jesucristo, a través de la Palabra de Verdad, del evangelio de nuestra salvación. Él constituye las arras de nuestra herencia, el anticipo de la vida eterna, la garantía de la posesión adquirida. Él es todo lo que nuestro buen Padre quiere darnos, todo lo que un hijo de Dios necesita para sobrellevar las exigencias cotidianas y ser feliz. Él es el manantial de agua viva que quita toda la sed y renueva nuestras fuerzas.
Si hasta este momento albergaba usted alguna duda respecto al cumplimiento de las promesas de Dios, hoy nos queda absolutamente claro que Él ya cumplió. Hoy tenemos una razón más para creer en la veracidad de sus palabras, para comprender que ni una de ellas dejará de cumplirse. Hoy sólo podemos volver nuestro corazón totalmente confiado a nuestro Amado Padre, entregarle nuestra vida y agradecidos, estar dispuestos a seguirle de todo corazón, mientras nos dejamos cautivar de su hermosa aseveración: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13)
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, hoy entiendo que la más grande manifestación de tu amor paternal es el regalo de tu Santo Espíritu. A través de Él, se cumplen todas las promesas divinas para mí vida. Así que humildemente reconozco a Cristo como mi Salvador y le entrego mi vida como Señor. Que tu Santo Espíritu tome el control de mi ser y me guíe al cumplimiento de tu perfecta voluntad. Gracias Padre, porque ahora tengo todo lo que necesito para ser feliz”
martes, 21 de febrero de 2012
¿Dios restaura individuos y naciones?
Dios restaura individuos y naciones
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.” (Isaías 44:3)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Crónicas 7:14, Jeremías 31:17
Que fácil es experimentar desánimo y preocupación ante el panorama del mundo actual, y plantearse miles de inquietudes y preguntas acerca del rumbo de las cosas y del futuro, muchas de las cuales quedarán sin respuestas. Sin embargo, hoy podemos contar con una extraordinaria seguridad, la que nos es proporcionada por la fe en las inquebrantables promesas de Dios, llenando de alegría y esperanza al corazón de aquellos que le creen. Él es el único, el Omnipotente Dios, capaz de derramar aguas sobre el sequedal en que se ha convertido nuestra vida y ríos en medio de la aridez que existe en el corazón de muchos seres humanos.
Él es el único capaz de brindar esperanza a nuestros renuevos, que son nuestros hijos, en medio de un mundo al que hemos llenado de tristeza, de injusticia y de dolor.
Buscar a Dios, conocerlo, escudriñar su Palabra, estar dispuestos a obedecerle, constituye la más alta garantía de que Él estará con nosotros, que no nos dejará, que saldrá por nosotros cada día. Esta fue la enseñanza que David, un rey muy famoso y próspero, daba a su hijo, como la más grande herencia que podía dejarle antes de partir; por encima del oro, la plata, la fama y el poder: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” (1 Crónicas 28:9).
El que se acerca para conocer a Dios, descubrirá la paz que sobrepasa el entendimiento humano, pues entenderá que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta; que sus pensamientos son de bien y de paz, y que Él no desea que ninguno de sus hijos sufra, que ninguno de sus hijos se pierda. Descubrirá que Dios planea bendecir a los pueblos y naciones que a Él se acojan, pues tiene el poder necesario para transformar todas las cosas, por imposibles que parezcan, aún los viejos sistemas que oprimen, engañan y esclavizan.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, hoy comprendo que lo que tú necesitas para transformar un país, es hombres y mujeres que te busquen, que te crean, que te amen y que estén dispuestos a servirte como instrumentos de bendición, de paz y reconciliación. Hoy quiero unirme a tu deseo de bendecir nuestra tierra, me coloco de parte tuya, Señor, en la tarea de restaurar mi país. Hoy dispongo mi vida para recorrer el camino que tú me señalas, el de la entrega y el compromiso por mi país”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.” (Isaías 44:3)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 2 Crónicas 7:14, Jeremías 31:17
Que fácil es experimentar desánimo y preocupación ante el panorama del mundo actual, y plantearse miles de inquietudes y preguntas acerca del rumbo de las cosas y del futuro, muchas de las cuales quedarán sin respuestas. Sin embargo, hoy podemos contar con una extraordinaria seguridad, la que nos es proporcionada por la fe en las inquebrantables promesas de Dios, llenando de alegría y esperanza al corazón de aquellos que le creen. Él es el único, el Omnipotente Dios, capaz de derramar aguas sobre el sequedal en que se ha convertido nuestra vida y ríos en medio de la aridez que existe en el corazón de muchos seres humanos.
Él es el único capaz de brindar esperanza a nuestros renuevos, que son nuestros hijos, en medio de un mundo al que hemos llenado de tristeza, de injusticia y de dolor.
Buscar a Dios, conocerlo, escudriñar su Palabra, estar dispuestos a obedecerle, constituye la más alta garantía de que Él estará con nosotros, que no nos dejará, que saldrá por nosotros cada día. Esta fue la enseñanza que David, un rey muy famoso y próspero, daba a su hijo, como la más grande herencia que podía dejarle antes de partir; por encima del oro, la plata, la fama y el poder: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” (1 Crónicas 28:9).
El que se acerca para conocer a Dios, descubrirá la paz que sobrepasa el entendimiento humano, pues entenderá que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta; que sus pensamientos son de bien y de paz, y que Él no desea que ninguno de sus hijos sufra, que ninguno de sus hijos se pierda. Descubrirá que Dios planea bendecir a los pueblos y naciones que a Él se acojan, pues tiene el poder necesario para transformar todas las cosas, por imposibles que parezcan, aún los viejos sistemas que oprimen, engañan y esclavizan.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, hoy comprendo que lo que tú necesitas para transformar un país, es hombres y mujeres que te busquen, que te crean, que te amen y que estén dispuestos a servirte como instrumentos de bendición, de paz y reconciliación. Hoy quiero unirme a tu deseo de bendecir nuestra tierra, me coloco de parte tuya, Señor, en la tarea de restaurar mi país. Hoy dispongo mi vida para recorrer el camino que tú me señalas, el de la entrega y el compromiso por mi país”.
Lolita Cruz de Chamorro.
miércoles, 15 de febrero de 2012
Solo Dios da la Sabiduria
La sabiduria la da Dios
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 2:1-15, Proverbios 9:7-12
La oración es la herramienta más valiosa del cristiano, y la sabiduría, el don más necesario ¡Qué extraordinaria bondad la que Dios tiene al permitirnos acceder a tan excelsa virtud, con tan sólo pedirla!
Papá Dios ya preparó para nosotros una vida de éxito y victoria. Él está interesado en bendecirnos y darnos todo lo que necesitamos para ser felices y vivir con sentido y realización. Él desea que todos disfrutemos de ser más que vencedores en Cristo, en todas las circunstancias por las que tengamos que atravesar y en todos los roles que tengamos que desempeñar. Pero, lamentablemente, como dice el Dr. Néstor Chamorro P. en su libro La Teoterapia y la Unción del Espíritu Santo, “miles de hombres y mujeres hijos de Dios, teniéndolo todo para ser grandes, siguen siendo “del montón”, viven una vida llena de altibajos, inundada de buenas intenciones y un sinnúmero de promesas de cambiar y ser mejores, las cuales quedan formando parte de efímeros momentos de comunión con el Espíritu Santo, pero se ahogan en un mar de mediocridades, oraciones devaluadas y vidas sin trascendencia ni poder”.
A pesar de haber sido dotado de una inteligencia superior a la de cualquier criatura sobre el planeta, el ser humano necesita un conocimiento supremo, un entendimiento sobrenatural, un discernimiento divino, que le lleve a vivir prudente y sabiamente, a tomar decisiones acertadas que produzcan bien y prosperidad a su propia vida, a su familia y al medio que lo rodea. Se requiere sabiduría de lo alto para comprender y amar permanentemente al cónyuge, para entender y guiar correctamente a los hijos, para enfrentar victoriosos los problemas y presiones de la vida, para aprovechar los vientos de adversidad para elevarnos y remontarnos a un nivel de vida cada vez más excelente.
Necesitamos el mismo espíritu de sabiduría que estuvo en Jesucristo, la vida más próspera, desafiante, excelente y fructífera que haya existido y existirá jamás. Usted también puede recibir la sabiduría que necesita, si tan sólo inclina su rostro reverentemente y reconociendo su necesidad delante del Padre Dios, le pide con humildad y fe.
HABLEMOS CON DIOS
“Papá Dios, hoy vengo a ti confiado en tus muchas misericordias. Mi mayor necesidad es que me hagas sabio(a) para hacer tu voluntad, para vivir conforme a tus mandamientos, para actuar ya no en mis propias fuerzas sino en las tuyas, para menguar y que tú crezcas en mí, y guiar a otros al camino que lleva a ti. Sólo así podré disfrutar de una vida equilibrada, feliz y llena de bendiciones”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Proverbios 2:1-15, Proverbios 9:7-12
La oración es la herramienta más valiosa del cristiano, y la sabiduría, el don más necesario ¡Qué extraordinaria bondad la que Dios tiene al permitirnos acceder a tan excelsa virtud, con tan sólo pedirla!
Papá Dios ya preparó para nosotros una vida de éxito y victoria. Él está interesado en bendecirnos y darnos todo lo que necesitamos para ser felices y vivir con sentido y realización. Él desea que todos disfrutemos de ser más que vencedores en Cristo, en todas las circunstancias por las que tengamos que atravesar y en todos los roles que tengamos que desempeñar. Pero, lamentablemente, como dice el Dr. Néstor Chamorro P. en su libro La Teoterapia y la Unción del Espíritu Santo, “miles de hombres y mujeres hijos de Dios, teniéndolo todo para ser grandes, siguen siendo “del montón”, viven una vida llena de altibajos, inundada de buenas intenciones y un sinnúmero de promesas de cambiar y ser mejores, las cuales quedan formando parte de efímeros momentos de comunión con el Espíritu Santo, pero se ahogan en un mar de mediocridades, oraciones devaluadas y vidas sin trascendencia ni poder”.
A pesar de haber sido dotado de una inteligencia superior a la de cualquier criatura sobre el planeta, el ser humano necesita un conocimiento supremo, un entendimiento sobrenatural, un discernimiento divino, que le lleve a vivir prudente y sabiamente, a tomar decisiones acertadas que produzcan bien y prosperidad a su propia vida, a su familia y al medio que lo rodea. Se requiere sabiduría de lo alto para comprender y amar permanentemente al cónyuge, para entender y guiar correctamente a los hijos, para enfrentar victoriosos los problemas y presiones de la vida, para aprovechar los vientos de adversidad para elevarnos y remontarnos a un nivel de vida cada vez más excelente.
Necesitamos el mismo espíritu de sabiduría que estuvo en Jesucristo, la vida más próspera, desafiante, excelente y fructífera que haya existido y existirá jamás. Usted también puede recibir la sabiduría que necesita, si tan sólo inclina su rostro reverentemente y reconociendo su necesidad delante del Padre Dios, le pide con humildad y fe.
HABLEMOS CON DIOS
“Papá Dios, hoy vengo a ti confiado en tus muchas misericordias. Mi mayor necesidad es que me hagas sabio(a) para hacer tu voluntad, para vivir conforme a tus mandamientos, para actuar ya no en mis propias fuerzas sino en las tuyas, para menguar y que tú crezcas en mí, y guiar a otros al camino que lleva a ti. Sólo así podré disfrutar de una vida equilibrada, feliz y llena de bendiciones”.
Lolita Cruz de Chamorro.
martes, 14 de febrero de 2012
¿Queremos alcanzar el verdadero fruto de la integridad?
El fruto de la integridad
“Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía.” (Salmo 84:11-12)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 24:1-6; Salmo 73:1-28
Si alguna vez querido amigo, ha pensado que no vale la pena buscar la integridad y la santidad en su vida, porque ve que los malos no reciben su merecido, sino que andan muchas veces en la desfachatez de la impunidad, quiero recordarle que en el Manual de Vida, la Biblia, Dios mismo nos ratifica que hay enormes recompensas para el hombre de bien. Aquel que confía plenamente en Dios, y busca agradarlo, se guarda del mal, retiene su integridad, se mantiene intachable e irreprensible delante de los hombres, y delante de Dios, podrá disfrutar de estas extraordinarias bendiciones:
• Protección: Dios mismo le brindará su protección y su ayuda. Le defenderá y le mantendrá seguro, a salvo de cualquier cosa que pueda dañarle. Su presencia le guiará, le dará calor y le iluminará. No se perderá, no temerá, estará seguro
• Gracia y gloria: Lo pondrá en alto para que sea luz en medio de la oscuridad, para que glorifique a Dios con sus acciones. Le convertirá en un instrumento útil en sus manos para llevar bendición a vidas, familias y naciones enteras
• Bendición integral: No faltará la bendición de Dios que enriquece, prospera y multiplica todo lo que toca. Esta se refiere no sólo a bienes de tipo material, sino a riquezas de carácter integral: Vida espiritual, salud psicológica y emocional, unidad y armonía familiar, respaldo laboral, fortaleza física, correcta y benéfica interacción con el entorno (las personas y el ambiente físico)
• Gozo: Su corazón experimentará la paz al estar en armonía con la perfecta voluntad de Dios. Un regocijo profundo y sobrenatural inundará su ser. A pesar de las circunstancias, tendrá la capacidad de ser feliz
Por el contrario, el Señor advierte a todos aquellos que desviando su camino, pretendan prosperar a través de la violencia, el soborno, la corrupción, o tantas de las actividades ilícitas que hoy conocemos. Aunque por un tiempo las cosas les resulten bien, tarde o temprano caen, son despojados de todo, tienen que huir de sus tierras y dejar a sus familias, y lo que es peor aún, se convierten en vidas sin trascendencia eterna, de repente desaparecen y nadie desea acordarse de ellos.
HABLEMOS CON DIOS
“Oh, Padre maravilloso y fiel, que has dispuesto felicidad y prosperidad para mí, gozo y alegría eterna. Enséñame, por tu Santo Espíritu, a ser sabio(a), a confiar en ti, a guardarme en integridad, comunicando un testimonio vivo y real, que cautive muchos corazones para que se acerquen a ti”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía.” (Salmo 84:11-12)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 24:1-6; Salmo 73:1-28
Si alguna vez querido amigo, ha pensado que no vale la pena buscar la integridad y la santidad en su vida, porque ve que los malos no reciben su merecido, sino que andan muchas veces en la desfachatez de la impunidad, quiero recordarle que en el Manual de Vida, la Biblia, Dios mismo nos ratifica que hay enormes recompensas para el hombre de bien. Aquel que confía plenamente en Dios, y busca agradarlo, se guarda del mal, retiene su integridad, se mantiene intachable e irreprensible delante de los hombres, y delante de Dios, podrá disfrutar de estas extraordinarias bendiciones:
• Protección: Dios mismo le brindará su protección y su ayuda. Le defenderá y le mantendrá seguro, a salvo de cualquier cosa que pueda dañarle. Su presencia le guiará, le dará calor y le iluminará. No se perderá, no temerá, estará seguro
• Gracia y gloria: Lo pondrá en alto para que sea luz en medio de la oscuridad, para que glorifique a Dios con sus acciones. Le convertirá en un instrumento útil en sus manos para llevar bendición a vidas, familias y naciones enteras
• Bendición integral: No faltará la bendición de Dios que enriquece, prospera y multiplica todo lo que toca. Esta se refiere no sólo a bienes de tipo material, sino a riquezas de carácter integral: Vida espiritual, salud psicológica y emocional, unidad y armonía familiar, respaldo laboral, fortaleza física, correcta y benéfica interacción con el entorno (las personas y el ambiente físico)
• Gozo: Su corazón experimentará la paz al estar en armonía con la perfecta voluntad de Dios. Un regocijo profundo y sobrenatural inundará su ser. A pesar de las circunstancias, tendrá la capacidad de ser feliz
Por el contrario, el Señor advierte a todos aquellos que desviando su camino, pretendan prosperar a través de la violencia, el soborno, la corrupción, o tantas de las actividades ilícitas que hoy conocemos. Aunque por un tiempo las cosas les resulten bien, tarde o temprano caen, son despojados de todo, tienen que huir de sus tierras y dejar a sus familias, y lo que es peor aún, se convierten en vidas sin trascendencia eterna, de repente desaparecen y nadie desea acordarse de ellos.
HABLEMOS CON DIOS
“Oh, Padre maravilloso y fiel, que has dispuesto felicidad y prosperidad para mí, gozo y alegría eterna. Enséñame, por tu Santo Espíritu, a ser sabio(a), a confiar en ti, a guardarme en integridad, comunicando un testimonio vivo y real, que cautive muchos corazones para que se acerquen a ti”.
Lolita Cruz de Chamorro.
lunes, 13 de febrero de 2012
¿Desea usted sentirse libre, sano y con un nuevo corazón capaz de perdonar, de recibir y prodigar amor?
La mas grande salvación
“Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían” (Salmo 34:22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 2:1-22
Hay hermosas historias de valor y de encomiable nobleza, en las que algunos hombres se han comprometido con la vida de otros que no tenían ninguna oportunidad. Parejas que han brindado todo su amor a un niño enfermo o limitado, adoptándolo como hijo; padrinos que han invertido todo lo que tienen para apoyar a un joven científico o artista, o personas que han entregado posesiones por liberar a otros que se encontraban presos o en cadenas de esclavitud.
Pero la más grande redención, entendiendo ésta como el pago de un precio por la libertad, fue aquella en la cual Jesucristo entregó su vida y derramó su preciosa sangre por nosotros, cuando, según la misma palabra de Dios, éramos sus enemigos y vivíamos ajenos a sus enseñanzas y a su amor. Nos encontró aunque no le buscábamos, nos sanó aunque no se lo pedimos, nos salvó aunque no lo merecíamos. Quitó el pecado que nos esclavizaba para poder presentarnos libres al Padre, y ya limpios, sanarnos, restaurarnos y transformarnos en hombres y mujeres nuevas. Además, su propósito es capacitarnos y habilitarnos sobrenaturalmente a través de su Santo Espíritu, para ser sus siervos, sus ministros, sus representantes ante el mundo.
Todo esto sucede a partir de una respuesta del hombre al amor de Dios. Cuando el ser humano se acerca a Dios, conoce y recibe su maravilloso e incomparable amor manifestado en la redención que le trae perdón y libertad, entonces su corazón puede confiar firmemente en sus promesas de bendición y comienza a actuar en obediencia a sus instrucciones, sin apartarse de ellas ni a derecha ni a izquierda. He aquí, la verdadera confianza que Dios premia.
¿Desea usted sentirse libre, sano y con un nuevo corazón capaz de perdonar, de recibir y prodigar amor?
Entonces acérquese con libertad a su Papá Dios, reciba el regalo de su amor y confíe plenamente en sus promesas de bendición.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor Jesús, hoy comprendo que Tú pagaste por mi rescate y lo único que debo hacer es apropiarme de la salvación que ganaste para mí en la cruz. Declaro que en tu nombre Jesús y en el poder del Espíritu Santo, ahora soy libre de toda esclavitud, sano de toda herida del pasado, y dispuesto a disfrutar de tu compañía, pues puedo acercarme con confianza cada día a tu regazo de Papá. Amén”
“Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían” (Salmo 34:22)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 2:1-22
Hay hermosas historias de valor y de encomiable nobleza, en las que algunos hombres se han comprometido con la vida de otros que no tenían ninguna oportunidad. Parejas que han brindado todo su amor a un niño enfermo o limitado, adoptándolo como hijo; padrinos que han invertido todo lo que tienen para apoyar a un joven científico o artista, o personas que han entregado posesiones por liberar a otros que se encontraban presos o en cadenas de esclavitud.
Pero la más grande redención, entendiendo ésta como el pago de un precio por la libertad, fue aquella en la cual Jesucristo entregó su vida y derramó su preciosa sangre por nosotros, cuando, según la misma palabra de Dios, éramos sus enemigos y vivíamos ajenos a sus enseñanzas y a su amor. Nos encontró aunque no le buscábamos, nos sanó aunque no se lo pedimos, nos salvó aunque no lo merecíamos. Quitó el pecado que nos esclavizaba para poder presentarnos libres al Padre, y ya limpios, sanarnos, restaurarnos y transformarnos en hombres y mujeres nuevas. Además, su propósito es capacitarnos y habilitarnos sobrenaturalmente a través de su Santo Espíritu, para ser sus siervos, sus ministros, sus representantes ante el mundo.
Todo esto sucede a partir de una respuesta del hombre al amor de Dios. Cuando el ser humano se acerca a Dios, conoce y recibe su maravilloso e incomparable amor manifestado en la redención que le trae perdón y libertad, entonces su corazón puede confiar firmemente en sus promesas de bendición y comienza a actuar en obediencia a sus instrucciones, sin apartarse de ellas ni a derecha ni a izquierda. He aquí, la verdadera confianza que Dios premia.
¿Desea usted sentirse libre, sano y con un nuevo corazón capaz de perdonar, de recibir y prodigar amor?
Entonces acérquese con libertad a su Papá Dios, reciba el regalo de su amor y confíe plenamente en sus promesas de bendición.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor Jesús, hoy comprendo que Tú pagaste por mi rescate y lo único que debo hacer es apropiarme de la salvación que ganaste para mí en la cruz. Declaro que en tu nombre Jesús y en el poder del Espíritu Santo, ahora soy libre de toda esclavitud, sano de toda herida del pasado, y dispuesto a disfrutar de tu compañía, pues puedo acercarme con confianza cada día a tu regazo de Papá. Amén”
viernes, 10 de febrero de 2012
¿Disfruta usted ser amigo(a) de Dios?
El verdadero amigo
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 15:1-17
En una ocasión, un pequeño niño que lustraba zapatos en el centro de la ciudad conversaba con un cliente muy elegante e influyente, quien le preguntó con quién vivía. El niño le respondió que con un amigo lisiado a quien él sostenía con su trabajo. “Debe darte mucho trabajo, ese amigo”- le dijo el hombre-. “¿No sería mejor que estuvieras solo?”. “¡Oh, no!”, le contestó el niño categóricamente. “No tendría a nadie que me esperara en casa al regresar cada día”.
En nuestra época, es común observar cómo la amistad se mide y se calcula, se condiciona muchas veces a un beneficio que se espera obtener o se limita a una conveniencia. Pero la amistad que Dios nos ofrece está muy lejos de ser lo que nosotros conocemos hasta ahora. El manual de vida por excelencia, la Biblia, nos enseña que la verdadera amistad es la que lleva a alguien a poner su vida por otro. Como en la ilustración, este tipo de sacrificio es inconcebible para muchos, pero no para quienes entienden el verdadero significado del amor. Existe alguien que ofrece convertirse en nuestro mejor amigo, un verdadero amigo: Es el señor Jesucristo. Él nos ha demostrado su amor como nadie más lo ha podido ni lo podrá hacer. Él dio su vida por la nuestra, murió en nuestro lugar, pagó en su propio cuerpo el precio por nuestra salud y nuestra paz. Siendo Jesucristo Señor y Creador, debería llamarnos siervos, pero nos llama amigos.
¡Cuánto consuelo y seguridad nos da el Señor al escogernos como sus amigos personales! Cuando descubrí esta verdad me conmoví tanto que las lágrimas rodaron por mis mejillas. Sin embargo, pronto comprendí que si Él era mi mejor amigo, yo también debía ser una verdadera amiga. Descubrí que la inmensa generosidad recibida de parte de Dios sólo puede generar en mí una respuesta que va más allá de cualquier sentimiento o emoción: Amor y gratitud, y que la obediencia es la más grande demostración de nuestro amor y gratitud a Dios. ¿Disfruta usted ser amigo(a) de Dios? El verdadero amigo siempre desea lo mejor para el otro. Lo mejor que el Señor quiere para nosotros es que siempre disfrutemos de tenerlo a nuestro lado, y para ello nos pide fidelidad y obediencia.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor gracias por el privilegio maravilloso que me das al llamarme tu amigo(a) y ser el objeto de un amor infinitamente generoso e incondicional. Permíteme responder a este hermoso regalo que me das, obedeciéndote en todo, siguiendo tu ejemplo y permaneciendo fiel a ti. Tu presencia me llena de seguridad porque no me siento solo(a), gracias por tu incomparable amor. Amén”.
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 15:1-17
En una ocasión, un pequeño niño que lustraba zapatos en el centro de la ciudad conversaba con un cliente muy elegante e influyente, quien le preguntó con quién vivía. El niño le respondió que con un amigo lisiado a quien él sostenía con su trabajo. “Debe darte mucho trabajo, ese amigo”- le dijo el hombre-. “¿No sería mejor que estuvieras solo?”. “¡Oh, no!”, le contestó el niño categóricamente. “No tendría a nadie que me esperara en casa al regresar cada día”.
En nuestra época, es común observar cómo la amistad se mide y se calcula, se condiciona muchas veces a un beneficio que se espera obtener o se limita a una conveniencia. Pero la amistad que Dios nos ofrece está muy lejos de ser lo que nosotros conocemos hasta ahora. El manual de vida por excelencia, la Biblia, nos enseña que la verdadera amistad es la que lleva a alguien a poner su vida por otro. Como en la ilustración, este tipo de sacrificio es inconcebible para muchos, pero no para quienes entienden el verdadero significado del amor. Existe alguien que ofrece convertirse en nuestro mejor amigo, un verdadero amigo: Es el señor Jesucristo. Él nos ha demostrado su amor como nadie más lo ha podido ni lo podrá hacer. Él dio su vida por la nuestra, murió en nuestro lugar, pagó en su propio cuerpo el precio por nuestra salud y nuestra paz. Siendo Jesucristo Señor y Creador, debería llamarnos siervos, pero nos llama amigos.
¡Cuánto consuelo y seguridad nos da el Señor al escogernos como sus amigos personales! Cuando descubrí esta verdad me conmoví tanto que las lágrimas rodaron por mis mejillas. Sin embargo, pronto comprendí que si Él era mi mejor amigo, yo también debía ser una verdadera amiga. Descubrí que la inmensa generosidad recibida de parte de Dios sólo puede generar en mí una respuesta que va más allá de cualquier sentimiento o emoción: Amor y gratitud, y que la obediencia es la más grande demostración de nuestro amor y gratitud a Dios. ¿Disfruta usted ser amigo(a) de Dios? El verdadero amigo siempre desea lo mejor para el otro. Lo mejor que el Señor quiere para nosotros es que siempre disfrutemos de tenerlo a nuestro lado, y para ello nos pide fidelidad y obediencia.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor gracias por el privilegio maravilloso que me das al llamarme tu amigo(a) y ser el objeto de un amor infinitamente generoso e incondicional. Permíteme responder a este hermoso regalo que me das, obedeciéndote en todo, siguiendo tu ejemplo y permaneciendo fiel a ti. Tu presencia me llena de seguridad porque no me siento solo(a), gracias por tu incomparable amor. Amén”.
jueves, 9 de febrero de 2012
¿Amando los mandamientos de Dios manifestamos nuestro amor a el?
El secreto de la paz
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Salmo 119:165)
PASAJE COMPLEMENTARIO Juan 14:15-31
En nuestro diario caminar, por lo general, siempre tendremos motivos para experimentar diferentes estados de ánimo, muchos de los cuales se convierten en verdaderos conflictos que nos abaten y nos quitan la tranquilidad. Pero la promesa del Señor es que en medio de cualquier circunstancia adversa, podemos tener paz en nuestro espíritu, sosiego y equilibrio en nuestra alma y aún, bienestar, fuerza y vigor en nuestro cuerpo; esto es posible porque la presencia de Dios, la cual es la fuente inagotable de todo bien y de todo poder, es una promesa inquebrantable que Jesús nos hizo, con tan sólo creer en Él y amarlo a través de nuestra obediencia a sus principios.
Esta fue la preciosa enseñanza que Jesús dejó a sus discípulos, la cual les llenó de consuelo y esperanza. Si amaban a Jesús realmente, vivirían como Él les enseñó, guardarían sus mandamientos y los pondrían por obra, así reproducirían la vida de Cristo por todas partes. Entonces, fruto de este amor verdadero, el Espíritu Santo haría morada en sus corazones y nunca más se sentirían solos; por el contrario, disfrutarían de una paz indescriptible y sobrenatural que quitaría para siempre su temor y su confusión.
Muchas veces nos preguntamos cómo hacer para no equivocarnos, para no tropezar tanto en la vida; o qué tenemos que hacer para poder experimentar a diario esa paz que intuimos, el mundo no nos puede dar. Esta porción de la Biblia es muy clara: La única manera de vivir y disfrutar esa paz completa y verdadera, es amando, meditando y obedeciendo la ley de nuestro Padre Dios.
Es necesario aprender que los mandamientos de Dios no son un código rígido, sino la voz de un Padre que nos ama. Sus leyes nos guardan de hacer y hacernos daño, nos permiten andar en rectitud e integridad delante de Dios y de los seres humanos, nos dan sabiduría para vivir. Por eso el salmista escribe con tanta gratitud, pues en la palabra de Dios él encuentra más que dirección: Halla a Dios mismo y, donde está Dios no falta nada. Donde está Dios, está la paz que tanto anhelamos. A lo largo de mi vida he encontrado que este es el camino más sencillo para ser feliz, vivir en paz y tenerlo todo, ¿y usted?
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Padre, hoy te digo como el salmista: Enséñame tus estatutos. Anhelo mucha paz, pero hoy entiendo que para tenerla debo aprender a amar tus mandamientos y tus preceptos, porque ellos son vida para mí, me llevan por el camino del bien, me guardan de peligros y males, de tropiezos y aflicciones. Ellos me conducen por sendas de excelencia. Hoy decido buscar tu ley, decido buscarte a ti, porque así encontraré tu paz. Amén”.
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Salmo 119:165)
PASAJE COMPLEMENTARIO Juan 14:15-31
En nuestro diario caminar, por lo general, siempre tendremos motivos para experimentar diferentes estados de ánimo, muchos de los cuales se convierten en verdaderos conflictos que nos abaten y nos quitan la tranquilidad. Pero la promesa del Señor es que en medio de cualquier circunstancia adversa, podemos tener paz en nuestro espíritu, sosiego y equilibrio en nuestra alma y aún, bienestar, fuerza y vigor en nuestro cuerpo; esto es posible porque la presencia de Dios, la cual es la fuente inagotable de todo bien y de todo poder, es una promesa inquebrantable que Jesús nos hizo, con tan sólo creer en Él y amarlo a través de nuestra obediencia a sus principios.
Esta fue la preciosa enseñanza que Jesús dejó a sus discípulos, la cual les llenó de consuelo y esperanza. Si amaban a Jesús realmente, vivirían como Él les enseñó, guardarían sus mandamientos y los pondrían por obra, así reproducirían la vida de Cristo por todas partes. Entonces, fruto de este amor verdadero, el Espíritu Santo haría morada en sus corazones y nunca más se sentirían solos; por el contrario, disfrutarían de una paz indescriptible y sobrenatural que quitaría para siempre su temor y su confusión.
Muchas veces nos preguntamos cómo hacer para no equivocarnos, para no tropezar tanto en la vida; o qué tenemos que hacer para poder experimentar a diario esa paz que intuimos, el mundo no nos puede dar. Esta porción de la Biblia es muy clara: La única manera de vivir y disfrutar esa paz completa y verdadera, es amando, meditando y obedeciendo la ley de nuestro Padre Dios.
Es necesario aprender que los mandamientos de Dios no son un código rígido, sino la voz de un Padre que nos ama. Sus leyes nos guardan de hacer y hacernos daño, nos permiten andar en rectitud e integridad delante de Dios y de los seres humanos, nos dan sabiduría para vivir. Por eso el salmista escribe con tanta gratitud, pues en la palabra de Dios él encuentra más que dirección: Halla a Dios mismo y, donde está Dios no falta nada. Donde está Dios, está la paz que tanto anhelamos. A lo largo de mi vida he encontrado que este es el camino más sencillo para ser feliz, vivir en paz y tenerlo todo, ¿y usted?
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Padre, hoy te digo como el salmista: Enséñame tus estatutos. Anhelo mucha paz, pero hoy entiendo que para tenerla debo aprender a amar tus mandamientos y tus preceptos, porque ellos son vida para mí, me llevan por el camino del bien, me guardan de peligros y males, de tropiezos y aflicciones. Ellos me conducen por sendas de excelencia. Hoy decido buscar tu ley, decido buscarte a ti, porque así encontraré tu paz. Amén”.
miércoles, 8 de febrero de 2012
¿Dios recompensa la fidelidad del hombre?
Recompensa a la fidelidad
“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 19:11-27; 1 Corintios 4:1-2
¡Qué sorprendente saber que lo encomendado por este hombre noble a sus siervos equivalía al salario de un obrero por casi cien años de trabajo! Esto nos muestra la confianza que Dios tiene en cada uno de sus hijos al darnos multiplicidad de talentos y esperar de nosotros los mejores resultados. Así mismo, esta conocida enseñanza de Jesús nos revela también el profundo interés del Señor en recompensar toda buena obra, toda actitud de fidelidad y persistencia, todo trabajo dedicado, diligente y efectivo.
El llamado del Señor es a que seamos sabios en el manejo de cada uno de esos talentos que Él mismo nos ha entregado. Lo que Dios espera de nosotros como administradores suyos, es que en el momento de rendir cuentas seamos hallados fieles en todo. Esto se logra cuando reconocemos que la vida puede ser una experiencia donde sólo busquemos nuestro propio bien, o puede ser la oportunidad para que, libres de todo egoísmo, decidamos servirle a Dios
Lo que hacemos dice mucho de lo que somos. Cada trabajo es como un autorretrato de la persona que lo realiza y la verdadera excelencia está en la manera como cumplimos las pequeñas delegaciones y realizamos las tareas más sencillas. Dios nos pide que hagamos las cosas con excelencia y que seamos honestos aún en los más pequeños detalles.
Las riquezas en el cielo son mucho más valiosas que las terrenales y es por esto, que si no somos confiables con éstas (dinero, salud, talentos), sin importar lo mucho o lo poco que tengamos, no estamos en condiciones de encargarnos de las grandes riquezas del Reino de Dios. Valoremos todas aquellas cosas que Dios nos ha dado, seamos agradecidos, fieles y confiables, para que Él nos pueda delegar aún más. Nuestro anhelo y decisión debe ser la actitud que tuvieron los dos hombres que multiplicaron lo recibido: fe, tenacidad, valentía, trabajo, esfuerzo. Si esto hacemos al colocar nuestros talentos al servicio de Dios, también de su mano recibiremos maravillosas y eternas recompensas.
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Señor, te doy gracias por confiar en mí al darme tantos dones y talentos, demostrándome una vez más la grandeza de tu amor y tus muchas misericordias. Te pido me enseñes a ser fiel, a ser diligente y esforzado(a) para administrar con sabiduría lo que me has encomendado: Mi salud, mi familia, mi profesión, mi país, mi vida”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 19:11-27; 1 Corintios 4:1-2
¡Qué sorprendente saber que lo encomendado por este hombre noble a sus siervos equivalía al salario de un obrero por casi cien años de trabajo! Esto nos muestra la confianza que Dios tiene en cada uno de sus hijos al darnos multiplicidad de talentos y esperar de nosotros los mejores resultados. Así mismo, esta conocida enseñanza de Jesús nos revela también el profundo interés del Señor en recompensar toda buena obra, toda actitud de fidelidad y persistencia, todo trabajo dedicado, diligente y efectivo.
El llamado del Señor es a que seamos sabios en el manejo de cada uno de esos talentos que Él mismo nos ha entregado. Lo que Dios espera de nosotros como administradores suyos, es que en el momento de rendir cuentas seamos hallados fieles en todo. Esto se logra cuando reconocemos que la vida puede ser una experiencia donde sólo busquemos nuestro propio bien, o puede ser la oportunidad para que, libres de todo egoísmo, decidamos servirle a Dios
Lo que hacemos dice mucho de lo que somos. Cada trabajo es como un autorretrato de la persona que lo realiza y la verdadera excelencia está en la manera como cumplimos las pequeñas delegaciones y realizamos las tareas más sencillas. Dios nos pide que hagamos las cosas con excelencia y que seamos honestos aún en los más pequeños detalles.
Las riquezas en el cielo son mucho más valiosas que las terrenales y es por esto, que si no somos confiables con éstas (dinero, salud, talentos), sin importar lo mucho o lo poco que tengamos, no estamos en condiciones de encargarnos de las grandes riquezas del Reino de Dios. Valoremos todas aquellas cosas que Dios nos ha dado, seamos agradecidos, fieles y confiables, para que Él nos pueda delegar aún más. Nuestro anhelo y decisión debe ser la actitud que tuvieron los dos hombres que multiplicaron lo recibido: fe, tenacidad, valentía, trabajo, esfuerzo. Si esto hacemos al colocar nuestros talentos al servicio de Dios, también de su mano recibiremos maravillosas y eternas recompensas.
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Señor, te doy gracias por confiar en mí al darme tantos dones y talentos, demostrándome una vez más la grandeza de tu amor y tus muchas misericordias. Te pido me enseñes a ser fiel, a ser diligente y esforzado(a) para administrar con sabiduría lo que me has encomendado: Mi salud, mi familia, mi profesión, mi país, mi vida”.
Lolita Cruz de Chamorro.
viernes, 3 de febrero de 2012
Jesucristo nuestro mayor regalo...!
Regalo incomparable
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 3:1-21
Cuando leemos el Manual de la Vida, la Biblia, que Dios nos dio un regalo que no tiene precio, como es la vida de su Hijo Jesucristo, necesariamente tenemos que pensar en el amor incomparable de Papá Dios, que entregó lo más precioso y amado, con el único fin de rescatarnos de la muerte eterna.
La vida eterna es una dádiva, un regalo el cual Dios espera que disfrutemos a plenitud. Se aplica a aquellos que creen en Jesucristo y lo reciben en su corazón como Señor y Salvador. A partir de ese instante, todo lo que es verdad acerca de Cristo, el Padre reconoce que es verdad acerca de nosotros. Debido a que Jesucristo satisfizo la demanda de justicia del Padre, el hombre, en el momento en que cree, es justificado. Esto quiere decir que somos redimidos de nuestros pecados y hechos justos delante de Dios. Recibimos el perdón y comenzamos a disfrutar de la libertad que nos da la seguridad en el amor de Dios y que nada nos puede separar de Él. Se produce la regeneración o nuevo nacimiento, que es una identificación total con Jesucristo, en unión perfecta con Él a través del Espíritu Santo, de tal forma que el creyente ahora es carne de su carne y hueso de sus huesos.
Algo extraordinario sucede respecto a la vida eterna: Cuando la persona cree en Jesucristo, queda incondicionalmente aceptado por Dios, y su salvación no está en peligro. Se produce entonces una vida, no de esfuerzo para ser aceptados por Él, sino de un constante reconocimiento y gratitud por esa aceptación divina.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre amado, hoy comprendo que mi llamado es a disfrutar de tan grandioso regalo, recibiendo a Cristo en mi corazón, cediéndole el trono de mi vida y pidiéndole que haga de mí la persona que Él quiere que sea. Hoy me acerco a ti para pedirte que hagas esta hermosa obra en mí, que Cristo viva plenamente en y a través de mí para poder disfrutar así de la maravillosa vida eterna que es desde ahora y para siempre”
Lolita Cruz de Chamorro.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 3:1-21
Cuando leemos el Manual de la Vida, la Biblia, que Dios nos dio un regalo que no tiene precio, como es la vida de su Hijo Jesucristo, necesariamente tenemos que pensar en el amor incomparable de Papá Dios, que entregó lo más precioso y amado, con el único fin de rescatarnos de la muerte eterna.
La vida eterna es una dádiva, un regalo el cual Dios espera que disfrutemos a plenitud. Se aplica a aquellos que creen en Jesucristo y lo reciben en su corazón como Señor y Salvador. A partir de ese instante, todo lo que es verdad acerca de Cristo, el Padre reconoce que es verdad acerca de nosotros. Debido a que Jesucristo satisfizo la demanda de justicia del Padre, el hombre, en el momento en que cree, es justificado. Esto quiere decir que somos redimidos de nuestros pecados y hechos justos delante de Dios. Recibimos el perdón y comenzamos a disfrutar de la libertad que nos da la seguridad en el amor de Dios y que nada nos puede separar de Él. Se produce la regeneración o nuevo nacimiento, que es una identificación total con Jesucristo, en unión perfecta con Él a través del Espíritu Santo, de tal forma que el creyente ahora es carne de su carne y hueso de sus huesos.
Algo extraordinario sucede respecto a la vida eterna: Cuando la persona cree en Jesucristo, queda incondicionalmente aceptado por Dios, y su salvación no está en peligro. Se produce entonces una vida, no de esfuerzo para ser aceptados por Él, sino de un constante reconocimiento y gratitud por esa aceptación divina.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre amado, hoy comprendo que mi llamado es a disfrutar de tan grandioso regalo, recibiendo a Cristo en mi corazón, cediéndole el trono de mi vida y pidiéndole que haga de mí la persona que Él quiere que sea. Hoy me acerco a ti para pedirte que hagas esta hermosa obra en mí, que Cristo viva plenamente en y a través de mí para poder disfrutar así de la maravillosa vida eterna que es desde ahora y para siempre”
Lolita Cruz de Chamorro.
jueves, 2 de febrero de 2012
¿Buscar a Dios, es buscar lo mejor?
Aprendiendo a buscar lo mejor
“Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros” (2 Crónicas 15:2)
PASAJE COMPLEMENTARIO 2 Crónicas 15:1-15; Isaías 55:1-11
Un padre encargó un día a su hijo la tarea de retirar una pesada roca que obstaculizaba el paso por el camino, aclarándole que hiciera uso de todas sus fuerzas. El niño hizo varios intentos sin poder moverla ni un centímetro. Finalmente rendido vino a su padre y le declaró su fracaso. El padre le recordó que le había dicho: “Con todas tus fuerzas” y no había hecho uso de ellas, pues nunca se había acercado a su padre a pedir que le ayudara. “Todas”, quería decir las fuerzas del niño sumadas a las de su padre, quien estaría dispuesto a ayudarle.
Así también nosotros, muchas veces experimentamos desánimo y preocupación ante nuestra situación personal o ante el panorama del mundo actual, sin entender del todo que como hijos de Dios contamos por herencia con todo lo que a Dios le pertenece: Su amor, su paz, su poder. Buscar a Dios, estar con Él, constituye la mayor garantía de que Él estará con nosotros, que no nos dejará solos y que nada nos hará falta.
La palabra de Dios constantemente nos invita a buscar a Dios para depositar en Él nuestras necesidades puesto que es el único que tiene autoridad y control sobre todas las situaciones de nuestra vida, dándonos la seguridad de que le encontraremos. El problema viene cuando corremos a otros caminos y tomamos decisiones no correctas, y desde luego viene el momento que no sabemos qué hacer. Pero, si al reconocer nuestra impotencia venimos a Él, Dios viene en nuestra ayuda.
HABLEMOS CON DIOS
“Mi buen Padre, hoy me acerco a ti como hijo, apropiándome del derecho que el Señor Jesús ganó para mí, de estar contigo, disfrutar de tu tierna compañía y recibir tu bendición. Aunque me diste libertad, yo quiero hacer uso de ella para decidir estar contigo siempre y seguir tu dirección. Cada día te buscaré como el ciervo que clama por las corrientes de las aguas. No quiero estar separado de ti, pues como el pámpano separado de la vid, nada podría hacer”.
Lolita Cruz de Chamorro.
“Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros” (2 Crónicas 15:2)
PASAJE COMPLEMENTARIO 2 Crónicas 15:1-15; Isaías 55:1-11
Un padre encargó un día a su hijo la tarea de retirar una pesada roca que obstaculizaba el paso por el camino, aclarándole que hiciera uso de todas sus fuerzas. El niño hizo varios intentos sin poder moverla ni un centímetro. Finalmente rendido vino a su padre y le declaró su fracaso. El padre le recordó que le había dicho: “Con todas tus fuerzas” y no había hecho uso de ellas, pues nunca se había acercado a su padre a pedir que le ayudara. “Todas”, quería decir las fuerzas del niño sumadas a las de su padre, quien estaría dispuesto a ayudarle.
Así también nosotros, muchas veces experimentamos desánimo y preocupación ante nuestra situación personal o ante el panorama del mundo actual, sin entender del todo que como hijos de Dios contamos por herencia con todo lo que a Dios le pertenece: Su amor, su paz, su poder. Buscar a Dios, estar con Él, constituye la mayor garantía de que Él estará con nosotros, que no nos dejará solos y que nada nos hará falta.
La palabra de Dios constantemente nos invita a buscar a Dios para depositar en Él nuestras necesidades puesto que es el único que tiene autoridad y control sobre todas las situaciones de nuestra vida, dándonos la seguridad de que le encontraremos. El problema viene cuando corremos a otros caminos y tomamos decisiones no correctas, y desde luego viene el momento que no sabemos qué hacer. Pero, si al reconocer nuestra impotencia venimos a Él, Dios viene en nuestra ayuda.
HABLEMOS CON DIOS
“Mi buen Padre, hoy me acerco a ti como hijo, apropiándome del derecho que el Señor Jesús ganó para mí, de estar contigo, disfrutar de tu tierna compañía y recibir tu bendición. Aunque me diste libertad, yo quiero hacer uso de ella para decidir estar contigo siempre y seguir tu dirección. Cada día te buscaré como el ciervo que clama por las corrientes de las aguas. No quiero estar separado de ti, pues como el pámpano separado de la vid, nada podría hacer”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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