El verdadero amigo
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 15:1-17
En una ocasión, un pequeño niño que lustraba zapatos en el centro de la ciudad conversaba con un cliente muy elegante e influyente, quien le preguntó con quién vivía. El niño le respondió que con un amigo lisiado a quien él sostenía con su trabajo. “Debe darte mucho trabajo, ese amigo”- le dijo el hombre-. “¿No sería mejor que estuvieras solo?”. “¡Oh, no!”, le contestó el niño categóricamente. “No tendría a nadie que me esperara en casa al regresar cada día”.
En nuestra época, es común observar cómo la amistad se mide y se calcula, se condiciona muchas veces a un beneficio que se espera obtener o se limita a una conveniencia. Pero la amistad que Dios nos ofrece está muy lejos de ser lo que nosotros conocemos hasta ahora. El manual de vida por excelencia, la Biblia, nos enseña que la verdadera amistad es la que lleva a alguien a poner su vida por otro. Como en la ilustración, este tipo de sacrificio es inconcebible para muchos, pero no para quienes entienden el verdadero significado del amor. Existe alguien que ofrece convertirse en nuestro mejor amigo, un verdadero amigo: Es el señor Jesucristo. Él nos ha demostrado su amor como nadie más lo ha podido ni lo podrá hacer. Él dio su vida por la nuestra, murió en nuestro lugar, pagó en su propio cuerpo el precio por nuestra salud y nuestra paz. Siendo Jesucristo Señor y Creador, debería llamarnos siervos, pero nos llama amigos.
¡Cuánto consuelo y seguridad nos da el Señor al escogernos como sus amigos personales! Cuando descubrí esta verdad me conmoví tanto que las lágrimas rodaron por mis mejillas. Sin embargo, pronto comprendí que si Él era mi mejor amigo, yo también debía ser una verdadera amiga. Descubrí que la inmensa generosidad recibida de parte de Dios sólo puede generar en mí una respuesta que va más allá de cualquier sentimiento o emoción: Amor y gratitud, y que la obediencia es la más grande demostración de nuestro amor y gratitud a Dios. ¿Disfruta usted ser amigo(a) de Dios? El verdadero amigo siempre desea lo mejor para el otro. Lo mejor que el Señor quiere para nosotros es que siempre disfrutemos de tenerlo a nuestro lado, y para ello nos pide fidelidad y obediencia.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor gracias por el privilegio maravilloso que me das al llamarme tu amigo(a) y ser el objeto de un amor infinitamente generoso e incondicional. Permíteme responder a este hermoso regalo que me das, obedeciéndote en todo, siguiendo tu ejemplo y permaneciendo fiel a ti. Tu presencia me llena de seguridad porque no me siento solo(a), gracias por tu incomparable amor. Amén”.
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