“Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche” (Salmo 92:1-2)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 96
Alabar es manifestar gratitud a alguien que le concede favores o le hace algún bien, también es elogiar la grandeza o poderío. Es decir la alabanza expresa un lenguaje maravilloso y único, manifestado a alguien que es digno. En el caso nuestro estamos hablando de alabar al único que es merecedor, y que no hay otro en los cielos y en la tierra: esto es nuestro Dios.
Los hijos de Dios tenemos muy claro, que ser agradecidos y fieles a nuestro Creador, es parte imprescindible de nuestro caminar diario con el Señor. Son innumerables los motivos que nos llevan a exaltar la bondad de nuestro Padre para con nosotros. La gratitud debe estar siempre en nuestros labios. Nunca será suficiente lo que le tributemos a Dios, pues bien lo dice el Salmo 148:13 “Alaben el nombre de Jehová, porque solo su nombre es enaltecido, su gloria es sobre tierra y cielos” y el 149:14 “Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”.
Si estamos convencidos que Dios es grande, no podemos callar, pues no solamente se lo decimos a Él, sino también a otros, a los que conocemos, a nuestra familia y donde que vamos, porque todos, absolutamente todos somos deudores de las grandezas de su poder.
Tenemos que dar gracias a Dios siempre, no solo en los tiempos de bonanza, sino también en los percances, pruebas y dificultades que nunca faltan. ”Sea el nombre de Jehová bendito” fueron las palabras de Job cuando vivió tanto sufrimiento, al punto de perderlo todo. ¿Cómo reaccionaría usted ante una situación como ésta?
Sólo el hijo que confía y obedece de la manera como lo hizo Job, toma la actitud de alabar y adorar a Dios en medio del dolor. Cuando tengamos la suficiente fe para dirigirnos al Señor de esta manera, es cuando veremos que nada ni nadie podrá detener su mano para tomarnos y sacarnos aún de las más terribles calamidades de la vida. Así es como actúa Dios en la vida de los suyos.
Cuando se levante y se mire en el espejo, déle gracias a Dios y alábelo por estar con vida, salud, tener un techo, alimento, trabajo… en fin, tenemos tanto que podemos decir como el salmista: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras…” (Salmo 139:14)
Recordemos que la alabanza deleita el espíritu, el alma y el cuerpo, quita el problema de nuestra vista y nos permite colocar nuestra atención en el amor, la fidelidad y el poder de nuestro omnipotente Dios. Mientras el Señor nos permita tener el regalo precioso de la vida ¡Alábele todos los días, a cada momento y en toda circunstancia!
HABLEMOS CON DIOS
“Te alabo y te bendigo Señor, no puedo dejar de alabarte, porque eres maravilloso, cada mañana me sorprendes con tus detalles de amor y fidelidad. Te alabo y te bendigo, y así lo haré todos los días de mi vida, Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.