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miércoles, 3 de octubre de 2012

El Perdon


El secreto para sanar
"Hombre, tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:21)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Lucas 5:17-26; 1 Juan 1:8-9

Hoy les invito a que nos detengamos un momento y meditemos sobre la necesidad y la trascendencia del perdón, este bálsamo refrescante que sana, suaviza y cicatriza toda herida, por profunda que esta sea.

En la Palabra de Dios, encontramos admirables promesas y verdades que nos dan luz sobre el camino a seguir, cuando a causa de un corazón dolido, hemos acumulado un sinnúmero de sentimientos negativos que menguan nuestra vida, restan nuestras fuerzas y nos debilitan frente a los desafíos, haciéndonos perder el sentido y propósito de nuestra existencia.

Me refiero a la amargura, el odio, el resentimiento, la profunda tristeza, la decepción, la frustración, el deseo de venganza, y muchos otros, causados por errores que otros han cometido contra nosotros.

El origen de la palabra usada en el idioma hebreo para referirse al “perdón” en el pasaje citado inicialmente, “salach”, significa también “absolver a alguien”, “liberar” a alguien de la carga de su ofensa, y hace referencia exclusivamente a una prerrogativa divina. El contexto del pasaje nos relata algo extraordinario y sublime. El perdón otorgado por Jesús, a este hombre paralítico que en un acto de fe, había sido bajado a través del techo por sus familiares y amigos, siguió un sobrenatural suceso. El amor divino liberaba su espíritu, quitaba de su alma la culpa y al ser liberado de la carga de su pecado, su cuerpo al instante experimentó una sanidad total, al punto que sus piernas recibieron fuerza, pudo levantarse de su postración y glorificar al Dios cuyo amor le había salvado.

El perdón sana, trae prosperidad, reduce riesgos de salud, alegra el Espíritu, nos ayuda a superar nuestras carencias, nos ayuda a ver posibilidades que el mundo nos ofrece, nos hace vivir en paz y armonía.

Este es justamente el efecto del perdón. Lamentablemente, muchas personas siguen aferradas a la ofensa, negando el perdón, y por tanto, toda posibilidad de producir libertad y sanidad no sólo a quienes cometieron la ofensa o el error, sino a ellas mismas, pues también la amargura es una cárcel que produce dolorosas condenas.

¿Desea usted experimentar la verdadera libertad?

HABLEMOS CON DIOS

“Señor, hoy entiendo que el perdón es el método que has escogido para sanar mi corazón y aunque sea difícil para mí, no lo es para tu Santo Espíritu, quien me llena de poder sobrenatural para dejar atrás toda ofensa que otros han causado a mi vida, y experimentar tu maravillosa libertad”

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