Honra a los Padres
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Marcos 1:11; Isaías 43:1, Proverbios 20:20
Estamos ante un mandato del Padre a todos los hijos del mundo, para que sean felices, para que sean prosperados en todo, para que vivan muchos días buenos. Lamentablemente estamos presenciando uno de los sucesos más dolorosos de todos los tiempos, y es el hecho de ver morir la juventud. Violencia, suicidios, accidentes, maltratos, abusos, drogadicción, y muchas otras amenazas intentan todos los días destruir lo más valioso que puede tener una sociedad: su futuro representado en sus jóvenes y niños. Esto tiene una causa espiritual muy clara y advertida por el Señor desde hace miles de años: El hijo que no honra al padre, sino que le causa dolor y tristeza, que no lo respeta, que no lo tiene en cuenta, que habla mal de él… se le apagará su luz como en oscuridad tenebrosa.
Con tristeza tenemos que reconocer que hemos levantado una generación que no honra a sus padres. No hemos enseñado a los niños y jóvenes de esta generación, a tratar con respeto a sus mayores, a estimar las “canas” y a acatar el consejo sabio del anciano. Sin embargo, este mandato del Señor busca justamente proteger la familia, guardar la vida de los jóvenes. Si les enseñamos este principio, que es la voluntad de Dios, si fortalecemos la familia a partir de la honra a los padres, podremos recuperar la bendición y la unidad al interior de se vivencia de la honra a los padres como un mandamiento con promesa de bendición sobre la vida de los hijos.
Una de las cosas que más cuesta en la vida es perdonar, especialmente si se trata de aquellos que amamos intensamente, y de quienes esperamos siempre lo mejor. El Salmo 55:12-14, describe muy bien esta situación de la siguiente forma: “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios”
Si el daño causado por un amigo genera tanto dolor, ¿cuánto más puede generar dolor el daño causado por nuestros padres? Cuando quien nos afrenta es nuestro progenitor, sin duda alguna se va a dificultar mucho la honra, aunque sea un parámetro establecido por Dios. Personalmente, he conocido a muchas personas que teniendo este tipo de dificultad con sus progenitores, han logrado superarlas al tener un encuentro de amor con Dios como Papá.
Precisamente una de las bendiciones más grandes que hemos recibido del Señor, es el regalo de la Teoterapia de Dios Padre, que nos permite relacionarnos con Dios como el Padre amoroso, tierno y perdonador que no tuvimos; sanando todas las heridas de nuestro corazón. Es a través del trato de Dios a nuestra vida que podemos perdonar y aprender a amar a nuestros padres y establecer una mejor relación con ellos como hijos.
Es necesario entonces, acercarnos al autor de la reconciliación, Jesucristo, quien hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres.
HABLEMOS CON DIOS
“Señor te doy gracias en este día porque solo Tú puedes darme a conocer el verdadero amor del Padre. Hoy te ruego que sanes en mi alma y en mi corazón las heridas causadas por los errores de mis progenitores; te pido que me enseñes a honrarlos y amarlos. Hoy me entrego en tus manos para comenzar la más excelente relación de hijo a Padre, y que así mismo me guíes en una excelente relación con mis padres terrenales. Te doy gracias, Amén.”
Lolita Cruz de Chamorro.
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