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jueves, 18 de octubre de 2012

Una vida con sentido y felicidad


“…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10b)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Juan 10:27-29; Lucas 19:2-10

Este fue el mensaje que un día escuchó una mujer quien a pesar de sus notables éxitos profesionales, se veía afligida por una sensación de vacío e insatisfacción. Esta amiga mía, era calificada como muchas otras de “buena persona”, es decir, de aquellas que conocemos como bondadosa, de buen carácter moral, de integridad y buenas costumbres. Sin embargo, no sentía gozo alguno, no manifestaba realización, ni tenía seguridad de poder alcanzar la felicidad, así que se preguntaba: ¿Y de qué sirve todo esto, si por dentro soy otra persona muy distinta a la que pretendo reflejar?

Un buen día la invité a una de las reuniones que junto con mi esposo, realizábamos con profesionales, a los cuales les enseñábamos a conocer a Dios y la vida con sentido y felicidad que Él ofrece. El mensaje basado en la verdad de Dios, era sencillo pero convincente, aseguraba que una persona puede ser feliz, tener paz y realización sólo permitiéndole a Jesucristo que entre a su vida, para ser su Señor y Salvador.

Esto ha sido real a través de la historia de la humanidad y sigue siendo real hoy, para todos aquellos que decidan aceptar esta verdad. En tanto mi amiga escuchaba el mensaje, yo pedía en mi corazón al Espíritu Santo que tocara esa vida. Esa noche entregó su vida al Señor y más tarde, ella expresaba que desde ese momento, todas las cosas que le abrumaban quedaron atrás, y que un gozo inexplicable se apoderó de ella haciéndole experimentar la verdadera felicidad.

Esta es una clara demostración del poder del Señor para transformar una vida frustrada en una nueva vida con sentido y llena de felicidad. Querido lector, los mismos extraordinarios resultados suceden hoy; pues no cabe la menor duda de que Jesucristo sigue afectando con su toque milagroso los corazones de los necesitados hoy en día, porque Él ha venido a buscar y salvar lo que se ha perdido. Sólo tenemos que ser sensibles a su amor y decidir lanzarnos en sus brazos y para esto debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

-Comprender que es necesario aceptar el ofrecimiento que Jesús nos hace de entrar a nuestra vida para siempre

-Luego de invitarlo a morar a nuestro corazón es necesario entregarle el control de todo nuestro ser

-Aceptar que Jesucristo manejará nuestra vida de tal manera que en nosotros se manifieste su carácter amoroso y comprometido

-Estar dispuestos a oír su voz para seguirlo, de la misma manera como la ovejita lo hace con su pastor

-Avanzar seguros y firmes no desfalleciendo ni volviendo atrás, con la confianza puesta en su promesa de que nada nos podrá separar ya de su amor.

HABLEMOS CON DIOS

“Dios eterno, ¿Cómo olvidarme de la obra de amor y salvación que hiciste en mí? Le has dado valor a mi vida. Me has enseñado a vivir con intensidad y felicidad, con sentido y realización. Enséñame a rendirme cada día y momento a momento a tu voluntad, para que tu vida se manifieste permanentemente en mí y a través de mí, en todos los que me rodean. Amén”.

Lolita Cruz de Chamorro.

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