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viernes, 23 de noviembre de 2012

Nacimos para triunfar


“Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas. Sin faltar una de ellas” (Salmo 139:16)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Isaías 54:2-3; Isaías 49:1-9

Los hijos de Dios estamos llamados a vivir una vida de victoria, y el resultado será que todo lo que emprendamos cada día prosperará. Pero sin duda alguna, esto se aplica a aquellos, cuyas vidas están asociadas con Dios.

Hacer sociedad con Dios es similar a tener un seguro de vida, pero la diferencia es que los dividendos que se obtienen no son para lo terrenal que perece; sino para lo eterno que permanece para siempre.

Indudablemente, que quien goza de esta riqueza espiritual, también lo ve reflejado en lo material como expresa el salmista: “Y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37:25).

Dios es nuestro papá, Él estuvo atento desde el día que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre, y a partir de ese momento ha sido así cada instante de nuestra vida hasta hoy. En conclusión, podemos afirmar que somos no sólo la maravilla de la creación, sino, el milagro más grandioso de la obra de Dios, es decir, somos especiales porque fuimos hechos a su imagen y semejanza; por esta razón podemos asegurar que hemos nacido para grandes cosas, para triunfar, para ganar y nunca para perder o vivir una vida miserable, desdichada y falta de propósito.

Así nos lo asegura el Señor en su Palabra: “oídme, costas, y escuchad pueblos lejanos, Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria” (Isaías 49:1)

Cuando alguien tiene cuidado de una persona, es porque le ha hecho un seguimiento especial y espera mucho de él, de manera que quien ha estado al tanto de nuestra vida, es nuestro propio Papá Dios. Él nos ve en toda la dimensión de acuerdo al propósito para el cual nos creó y así espera que vivamos. No podemos desfallecer ante ninguna situación, Dios está y estará siempre a nuestro lado.

HABLEMOS CON DIOS:

“Señor, qué maravilloso es saber que Tú conoces cada parte de mi ser a la perfección, pues Tú me formaste; has manifestado tu fidelidad a mi vida, por eso te alabo y te bendigo. Hoy más que nunca declaro que contigo soy más que vencedor. Amén.”

Lolita Cruz de Chamorro.

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