Vistas de página en total

martes, 6 de noviembre de 2012

Una lección de confianza


“Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel” (Josué 5:1)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Josué 3 y 4
Este hermoso pasaje nos relata un episodio que vivió el pueblo de Israel, cuando habiendo terminado ya su peregrinaje por el desierto, se encontraban ahora a las puertas de la conquista de la Tierra Prometida, bajo la dirección de Josué, el sucesor de Moisés. Durante todos esos años, los judíos conocieron de cerca a Dios, le vieron a través de todas sus maravillas y prodigios que hizo ante ellos; Dios les proveyó el sustento diario, bebieron agua de donde ni siquiera lo imaginaban. Pero esta etapa de peregrinaje tenía que quedar atrás, ellos debían cruzar el Jordán y tomar posesión de la tierra que habían heredado. Cruzar el Jordán era aventurarse nuevamente en las manos de Dios Todopoderoso, que nunca les había fallado; pero no cruzarlo era morir en el desierto sin conocer la tierra que fluía leche y miel que les había sido prometida a sus padres.
Una necesidad clara para la supervivencia del pueblo de Israel, era la confianza que debían seguir depositando en Dios, quien no sólo era su proveedor y ayudador. ¡Era su Comandante en Jefe! Así se lo comunicó un ángel del Señor a Josué cuando se le manifestó para darle instrucciones de parte de Dios sobre la toma de la ciudad de Jericó, diciéndole que venía como Príncipe del ejército de Jehová (Josué 5:13-15). Aunque la conquista no era una tarea fácil, no estaban solos, porque Dios había prometido estar con ellos y así se los estaba demostrando. El éxito de sus vidas, de ahí en adelante y como hasta ahora lo habían vivido, dependía de varias cosas: su fe, su confianza, la obediencia, la madurez para enfrentar las diferentes situaciones y la oración; con seguridad iban a encontrar dificultades y obstáculos, pero debían estar convencidos que mientras estuvieran de la mano de Dios, nadie podría hacerles frente.
Hoy nosotros, como los hijos de Israel, podemos estar a punto de cruzar el Jordán, un momento clave y definitivo para nuestra vida, y que nos abrirá paso al cumplimiento de las promesas de Dios. Pero es posible que nuestro corazón esté lleno de temores, dudas e incertidumbre, así que decidamos hoy oír la voz de Dios, que nos dice que el tamaño de los obstáculos no puede impedir que marchemos hacia la victoria. Dios no quiere que nuestro corazón desfallezca ante las adversidades, Él puede hacer que crucemos el Jordán en seco, y de esta manera nos dará las bendiciones y la provisión necesaria para disfrutar de sus maravillosas promesas.
HABLEMOS CON DIOS:
“Señor, hoy pongo delante de Ti mis debilidades, mis dudas, mis obstáculos y descanso confiada en tu Palabra para marchar hacia la victoria; entiendo que tomado de tu mano puedo recuperar las fuerzas y estar firme ante los nuevos desafíos. Gracias por la vida de victoria que puedo disfrutar, Amén.”
Lolita Cruz de Chamorro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario