“El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. (Juan 14:17)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 5:18; Isaías 61:1-3
Es necesario hablar del Espíritu Santo, el precioso regalo que recibimos desde el momento en que aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador. Él nos lo dejó para que no estuviéramos solos, para que no nos sintiéramos huérfanos y sobre todo, para que hiciéramos en el poder de su Espíritu cosas mayores a las realizadas por Él.
Fue después de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo, que sus discípulos recibieron el poder del Espíritu Santo para ir a conquistar el mundo. No podemos entonces en tiempos como estos, dedicarnos únicamente al conocimiento teórico del Espíritu Santo: quién es, para qué nos fue dado, qué hace, cuáles son sus manifestaciones, etc. Tenemos que hacer la obra del Espíritu Santo y entonces, entenderemos la sobrenatural vida a la que hemos sido llamados.
¿Qué es entonces la vida sobrenatural? Es la vida que Dios da a través de su Espíritu Santo, es aquella que no tiene límites y que no le es dado al hombre obtener en su propia fuerza. Quiere decir que si usted recibió a Cristo, el Espíritu Santo mora en usted y la verdad enseñada por el Espíritu le brindará un canal amplio y profundo en el que fluye su poder habilitándolo para obras sobrenaturales.
¿Pero cuál es la razón por la que no todos los cristianos viven esta clase de vida? Hacer planes “como yo quiero”, obedecer instrucciones “si quiero”, trabajar “cuando quiera”. Cuando todo está sujeto a “lo que quiero”, resulta imposible la vida en el Espíritu, pues lo que se manifiesta no es el Señorío de Jesucristo a través de nuestra vida, sino el señorío de nuestro propio ego.
Cuando recibimos entonces al Espíritu Santo, recibimos la vida resucitada de Jesús y todo lo que fluye de esa vida. La vida sobrenatural comienza cuando nos dejamos controlar del Espíritu Santo y no cuando queremos controlar al Espíritu Santo (Juan 21:18)
HABLEMOS CON DIOS:
“Amado Padre celestial, cómo deseo en este momento que se manifieste en mí tu poder transformador a través del Espíritu Santo, para tener una vida sobrenatural. Me dispongo a cederte el control de mi vida, el gobierno y señorío de mi existencia pues anhelo que se manifieste en mí la vida de Jesús. Amén”.
Lolita Cruz de Chamorro.
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