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miércoles, 7 de marzo de 2012

El Señor me protege de todo...!

Un refugio seguro


“Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron,” (Salmo 9:9-10)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 16:1-11

Dos interesantes enseñanzas podemos extraer de esta porción Bíblica:

• La primera tiene que ver con la pobreza, pues el salmista nos declara: Jehová será refugio del pobre. Por lo regular relacionamos pobreza con la carencia de bienes materiales, pero las Escrituras nos hablan de una pobreza mucho más grave, y es la espiritual.

Se refiere a aquellos que desconocen la vida abundante que Dios ha provisto para ellos, y sufren al no tener a quien acudir, pues sólo confían en sí mismos o en lo que tienen. Pero, Dios nos ama tanto que desea que todos lo conozcan, que todos tengan acceso a su salvación y vida de salud total y que ninguno se pierda. Por eso, extiende una generosa y compasiva invitación para que estas ovejitas se acerquen a su redil como su refugio de fortaleza y provisión, y allí puedan descansar y ser sustentadas por su Buen Pastor, de tal forma que nada les haga falta

• La segunda enseñanza se refiere a la necesidad de conocer a Dios para poder confiar en Él. Dios es nuestro Padre y Creador. Nos hizo a su imagen y semejanza, es decir, con un espíritu diseñado para tener amistad con Él y conocer sus planes y propósitos; un alma con intelecto, emociones y voluntad, así como Él la tiene también; y, finalmente, un cuerpo para ejecutar sus designios en esta tierra. Esto quiere decir que toda relación que con Él quiera establecerse, debe ser una relación personal, que incluya todas las áreas de nuestra vida: espíritu, alma y cuerpo. Así como dos personas pueden construir confianza e intimidad en la medida en que se tratan, comparten sus propósitos y se comunican permanentemente, Dios también espera que cada uno de sus hijos se relacione con Él.

Que usted y yo podamos reconocer cada día nuestra profunda necesidad de Dios, y acercarnos para conocerlo, depositando en Él toda nuestra confianza y haciendo de Él nuestra más grande esperanza. Entonces, Él será nuestro amparo, nuestro refugio, nuestra salvación en medio de la angustia.

HABLEMOS CON DIOS

“Bendito Padre, que estás en los Cielos: Hoy te ruego que me reveles a través de tu Santo Espíritu que eres un Padre maravilloso al cual debo acercarme con todo el corazón y con todo mi ser. Así como me das todo de ti, que yo también pueda darte todo de mí, pues sólo tú eres mi esperanza. Gracias por escucharme y responderme. Amén”

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