Valor para vivir
“…No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú… A mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti y naciones por tu vida” (Isaías 43: 1-4)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Juan 4:18; Salmo 20:1-9
¡Cuánto amor y profunda estima encierran estas palabras, dirigidas por nuestro Padre celestial a cada uno de sus hijos:
“No temas” El temor es uno de los azotes más grandes del hombre, que le bloquea, le paraliza y le impide avanzar hacia los extraordinarios propósitos que Dios ha trazado para su vida. Sin embargo, Él nos dice: “Yo estoy contigo”. Es entonces cuando comprendemos que la solución que Dios da frente al temor es su presencia. Ella sola nos basta para vencer el miedo y levantarnos a actuar, a proseguir sin desmayar. Ahora bien, es la oración que el hombre dirige a su Creador y Padre, la mejor manera para experimentar su presencia y ser fortalecidos, pues la respuesta no se hace esperar, como lo asegura el profeta cuando escribe: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
“Yo te redimí” Otro de los conflictos que agobian a los seres humanos es la culpa, la cual aparece cuando la conciencia nos acusa por los actos incorrectos que hemos cometido. Sin embargo, la gracia, el amor y el perdón de Dios son suficientes para limpiarnos de todo error, transformando nuestro corazón, liberándonos del egoísmo que nos lleva a pecar, y por tanto, reemplazando la culpa por una hermosa experiencia de genuino arrepentimiento y profunda gratitud. Esto sucedió con la mujer adúltera cuando el Señor pronunció estas palabras, que también a nosotros nos dirige hoy:
“Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11) “Te puse nombre” Cada uno de nosotros es especial para Dios y es el objeto de su amor. Por eso se toma el trabajo de trazar un plan único y particular, de excelencia y amor, para cada uno. “Mío eres tú” ¡Le pertenecemos a Dios! ¡Somos su más preciosa posesión!
“Yo estaré contigo” Es inevitable para el ser humano, por más fuerte, grande o poderoso que parezca, sentirse vulnerable o impotente en muchas circunstancias de la vida. Sin embargo, en Dios, nuestra debilidad se convierte en fortaleza, nuestros imposibles se hacen posibles por su poder.
HABLEMOS CON DIOS
“Amado Señor, gracias por tu presencia en mi vida, porque tus palabras me infunde el valor, la seguridad y la fortaleza que necesito para vivir con tu paz y enfrentar cada día. Señor, ayúdame a buscarte como preferente asunto de mi vida, por medio de la oración. Amén”
Hermoso....ha ministrado a mi vida. Gracias por dejarte usar por nuestro Creador. Lo compartire con mis amistades. Dios le bendiga!
ResponderEliminar