Una hermosa herramienta de unidad
“Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mateo 12:25)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 18:20; Marcos 1:29-34
Lo que las familias de hoy necesitan con urgencia es fortalecer la verdadera unidad, acrecentar un genuino calor de hogar, generando un ambiente propicio para la comunión unos con otros. Para esto, con base en mi propia experiencia, quiero plantearles una maravillosa herramienta a través de la cual se establece con más fuerza la unidad familiar, se tratan los problemas que afectan a sus miembros y se buscan soluciones adecuadas, se liman asperezas y se le cierra la puerta al egoísmo y al individualismo. Además, se restaura la autoridad del varón como cabeza del hogar y esto hace que pueda dirigir la familia con criterio y seguridad, pues cuenta ahora con el respaldo de su esposa e hijos.
Pero el mayor beneficio que ofrece esta herramienta, es permitir que los miembros de la familia, especialmente los hijos, aprendan a confiar en Dios, a entender que sólo Él puede suplir cada una de sus necesidades, pues Él es nuestro verdadero Papá. Se trata de la Célula de Desarrollo Familiar.
La Célula de Desarrollo Familiar, es un encuentro de la familia con Jesús, el Príncipe de Paz; una reunión que se hace con toda la familia, donde los miembros se juntan para dialogar sobre sus vivencias, necesidades, problemas e intereses comunes, bajo la dirección del jefe del hogar, dejando que Dios intervenga en todos los asuntos familiares.
Es muy importante que este encuentro vital y renovador, se realice con frecuencia, mínimo una vez por semana, en el día y hora elegidos por la familia. Les recomiendo que este tiempo sea dirigido por el padre, como cabeza de la familia, o en su ausencia, lo debe hacer la madre o un hermano mayor. En cuanto al ambiente, debe ser propicio para la integración familiar, debe ser abierto a todo tipo de intervención y diálogo, y en el que cada miembro de la familia se pueda expresar con libertad. Debe permitirse que el Espíritu Santo sane toda herida y desacuerdo, para que, de esta manera, se restablezca la comunicación y cada miembro pueda crecer en el amor y en el conocimiento de Dios.
Un procedimiento sencillo puede ser: Oración, Palabra de Dios, reflexión con participación de todos, interacción y aplicaciones personales y familiares, oración de acción de gracias y oración los unos por los otros.
HABLEMOS CON DIOS:
“Señor, gracias por cuidar de mi familia, enseñándome esta hermosa herramienta de unidad. Dame la sabiduría para aplicarla y el amor para perseverar en ella, hasta ver mi casa totalmente restaurada, unida y feliz”.
PASAJE COMPLEMENTARIO: Mateo 18:20; Marcos 1:29-34
Lo que las familias de hoy necesitan con urgencia es fortalecer la verdadera unidad, acrecentar un genuino calor de hogar, generando un ambiente propicio para la comunión unos con otros. Para esto, con base en mi propia experiencia, quiero plantearles una maravillosa herramienta a través de la cual se establece con más fuerza la unidad familiar, se tratan los problemas que afectan a sus miembros y se buscan soluciones adecuadas, se liman asperezas y se le cierra la puerta al egoísmo y al individualismo. Además, se restaura la autoridad del varón como cabeza del hogar y esto hace que pueda dirigir la familia con criterio y seguridad, pues cuenta ahora con el respaldo de su esposa e hijos.
Pero el mayor beneficio que ofrece esta herramienta, es permitir que los miembros de la familia, especialmente los hijos, aprendan a confiar en Dios, a entender que sólo Él puede suplir cada una de sus necesidades, pues Él es nuestro verdadero Papá. Se trata de la Célula de Desarrollo Familiar.
La Célula de Desarrollo Familiar, es un encuentro de la familia con Jesús, el Príncipe de Paz; una reunión que se hace con toda la familia, donde los miembros se juntan para dialogar sobre sus vivencias, necesidades, problemas e intereses comunes, bajo la dirección del jefe del hogar, dejando que Dios intervenga en todos los asuntos familiares.
Es muy importante que este encuentro vital y renovador, se realice con frecuencia, mínimo una vez por semana, en el día y hora elegidos por la familia. Les recomiendo que este tiempo sea dirigido por el padre, como cabeza de la familia, o en su ausencia, lo debe hacer la madre o un hermano mayor. En cuanto al ambiente, debe ser propicio para la integración familiar, debe ser abierto a todo tipo de intervención y diálogo, y en el que cada miembro de la familia se pueda expresar con libertad. Debe permitirse que el Espíritu Santo sane toda herida y desacuerdo, para que, de esta manera, se restablezca la comunicación y cada miembro pueda crecer en el amor y en el conocimiento de Dios.
Un procedimiento sencillo puede ser: Oración, Palabra de Dios, reflexión con participación de todos, interacción y aplicaciones personales y familiares, oración de acción de gracias y oración los unos por los otros.
HABLEMOS CON DIOS:
“Señor, gracias por cuidar de mi familia, enseñándome esta hermosa herramienta de unidad. Dame la sabiduría para aplicarla y el amor para perseverar en ella, hasta ver mi casa totalmente restaurada, unida y feliz”.
Lolita Cruz de Chamorro.