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viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Piensas que los padres espirituales son molde modelo y ejemplo?

Un llamado a ser padres
“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tesalonicenses 2:7)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 17:5, Tito 1:1-9

Un padre espiritual es aquel que se coloca como ejemplo y lleva a sus hijos a recorrer el camino que él ya conoce. Uno de los hombres que más claramente nos muestra el perfil de lo que es ser un “padre espiritual”, es el apóstol Pablo. A pesar de haber sido un hombre implacable y rudo antes de conocer el amor de Dios, se convierte en un excelente comunicador de la “paternidad de Dios”, acercando a sus hijos espirituales a Dios como Papá. Esto lo vemos claramente en el trato que brindó a Timoteo y a Tito, el cual podemos conocer a fondo, a través de sus cartas:

- Sus discípulos eran verdaderos hijos en la fe. Así los veía, así los trataba y estaba dispuesto a dar su vida por ellos, inspirando sus corazones a hacer lo mismo

- Los amaba profundamente, con ternura, instrucción y disciplina. Este tipo de amor que se recibe y se transmite de Dios mismo, desafía al discípulo a mantener a Cristo en el centro de su vida y disfrutar así de la paternidad de Dios

- El trato a nuestros discípulos como hijos, genera unidad y hace que disfruten más de la familia espiritual que Dios les ha dado

- Estamos completamente seguros, que si nos entregamos a nuestros hijos en la fe con la actitud de Pablo, Dios se ocupará de nosotros.

Cumplir el rol de padre o madre espiritual no es “usurpar” el papel del padre o madre físico, se trata más bien de introducir el modelo paternal de la Biblia, a fin de renovar la imagen paternal de Dios.

Fruto de experimentar la paternidad de Dios, brindamos a nuestros hijos espirituales toda la ternura y la seguridad que necesitan para crecer y madurar espiritualmente, hasta “ser” y “hacer” lo que Dios Padre ha diseñado para ellos. Por lo tanto, el padre espiritual le entrega cuentas a Dios, y pasa el examen cuando ve volar bien alto a su “hijo”, hacia la plenitud de la unción del Espíritu Santo, cuando le ve crecer y hacer lo mismo por otros.

HABLEMOS CON DIOS

“Padre bueno, qué alegría ser tu hijo y saber ahora que tengo una gran responsabilidad de dar a conocer tu paternidad. Úngeme con tu Santo Espíritu y capacítame para esta noble y trascendental tarea. Que comience con los míos, mi propia familia y luego, con cada persona a mi alrededor que Tú me delegues”

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